D¨ªa de penitencia
Escolar / Morenito, Campuzano, Castillo
Cinco toros de Jos¨¦ Escolar (6?, devuelto por inv¨¢lido), todos c¨¢rdenos o entrepelaos, con trap¨ªo, flojos, descastados y de mal estilo, excepto 5? noble. Sobrero de Ortigao Costa, bien presentado, inv¨¢lido, manso.
Morenito de Maracay: media delantera y tres descabellos (silencio); tres pinchazos -aviso-pinchazo y tres descabellos (pitos). Tom¨¢s Campuzano: estocada muy -trasera y rueda de peones (silencio); estocada baja y seis descabellos (pitos).
Pedro Castillo: estocada delantera (palmas); pinchazo y estocada ca¨ªda (palmas).
Plaza de Las Ventas, 15 de mayo. S¨¦ptima corrida de feria. Lleno.
?Qu¨¦ mal hemos hecho nosotros para que la empresa nos ponga este cartel?", se preguntaban algunos aficionados, antes de comenzar el festejo. Sin embargo no hac¨ªa falta preguntarse nada. Se sabe: era un castigo. La empresa conoce por experiencia que, a los aficionados, les das la mano y se toman el brazo; les pones toreros buenos o toros bravos y ya no quieren ver otra cosa. De manera que hizo un inciso en la programaci¨®n de feria y meti¨® este cartel en la fecha oportuna, declar¨¢ndola d¨ªa de penitencia. Fue un acierto: cuando abandonaron la plaza, los aficionados iban moh¨ªnos, doloridos los huesos y purificados para la eternidad.Carteles de similar corte hay alguno m¨¢s en la feria. Y, para redondear la faena, caballitos. No, los aficionados no se van a ir de rositas cuando finalice esta aventura isidre?a. Los aficionados podr¨¢n vibrar un d¨ªa cualquiera con los sentimientos profundos que suscitan las faenas de arte o los toros de casta en la plena manifestaci¨®n de su bravura, pero esos son goces a los que no tienen ning¨²n derecho y han de pagarlos. Ser aficionado es llorar y es crujir de dientes. Ser aficionado es padecer carteles que anuncian lo que anunciaban ayer, sobrevivirlos allegando el esp¨ªritu de sacrificio que es propio de los santos m¨¢rtires, salir de la plaza con el porte solemne de El Guerra, espetarle al primero que se cruce en el camino: "?El toro de cinco y el torero de 25!".
El primer toro de la tarde de penitencia ya dio la medida de lo que iba a ser aquello: no se mov¨ªa. Los siguientes toros se movieron algo m¨¢s, aunque par¨¢ndose en plena embestida para tirar una cornada. Casi todos se cayeron, pues les temblequeaban las patas. Y a los que no les temblequeaban, se encargaron los picadores de tembleque¨¢rselas peg¨¢ndoles puyazos traseros. La casta moruchona que ten¨ªan los toros, unida al carnicero lanzazo que les sacaba de cuajo el solomillo, los dejaba sin ¨¢nimos para nada que no fuera tomarse cumplida venganza.
Los toreros, naturalmente ?qu¨¦ iban a hacer? ?Qu¨¦, salvo presentar azarosos la muletilla, decir "?j¨¦!" y luego quitar de all¨ª apresuradamente el cuerpo para que no se lo partiera en dos un guadaflazo del morucho vengativo? Los que sab¨ªan banderillear, banderillearon, y lo hicieron con variada fortuna. Morenito de Maracay estuvo poco inspirado en su primer toro. Al otro, en cambio, le quebr¨® dos veces con generosa exposici¨®n de su persona, la ¨²ltima de ellas reuniendo peligrosamente el par junto a las tablas, y puso al p¨²blico en pie. Pedro Castillo, en cambio, no lo puso en pie, pues clavaba a toro pasado, y esa no es forma correcta en el arte de banderillear.
Hubo un toro noble y la afici¨®n no se lo acababa de creer. Tom¨¢s Campuzano tampoco se lo acababa de creer, nunca se fi¨¦ de su nobleza y le dio muchos pases destemplados. Esto disgust¨¦ a la afici¨®n pues si los toros salen malos, de acuerdo; nadie cometer¨ªa la vileza de exigir que los torearan con gusto y cadencia, Pero si por casualidad sale uno bueno, desperdiciarlo es imperdonable. No obstante, todo estaba previsto. El cartel hab¨ªa sido concebido para que ocurriera Io que ocurri¨®, y los aficionados no pod¨ªan llamarse a enga?o. Les correspond¨ªa sufrir, y sufrieron, Lo que deber¨ªan hacer ahora es negociar con la empresa los carteles del a?o que viene. Y si pretende meter algunos as¨ª, cambi¨¢rselos por un ratito de cilicio,
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