"El dinero parece ser el criterio para valorar el arte"
John Russell (Londres, 1919) descubri¨® el arte cuando ten¨ªa 16 a?os y desde entonces no lo ha abandonado, porque "en el arte est¨¢ el secreto de la vida". Fruto de esa pasi¨®n, que ha sido contenida por la iron¨ªa y el distanciamiento, Russell se ha convertido en uno de los gentlemen de la cr¨ªtica de arte, que ha ejercido sobre todo en el Sunday Times brit¨¢nico y en The New York Times. De su conocimiento de los movimientos est¨¦ticos contempor¨¢neos viene su juicio de que la mayor contribuci¨®n del arte del siglo ha sido el cubismo, que introdujo los materiales m¨¢s democr¨¢ticos en la obra de arte. Russell, autor de libros sobre Shakespeare y Henry Moore, visita estos d¨ªas la exposici¨®n Al Andalus en la Alhambra de Granada y la Expo de Sevilla. En medio de ese viaje habla de su larga experiencia.
Pregunta. ?Qu¨¦ ha significado el arte para usted?
Respuesta. Cuando yo ten¨ªa 16 a?os tuve una especie de revelaci¨®n un d¨ªa, en la Tate Gallery de Londres. Paseando por la galer¨ªa, vi un retrato de un hombre, hecho por Ingres, y pens¨¦: esto es algo que me aproxima al secreto de la vida, de las aspiraciones, las posibilidades humanas. Pens¨¦ que esto hab¨ªa que explorarlo m¨¢s. Y poco a poco llegu¨¦ a pensar que me gustar¨ªa pasar la vida entera haciendo eso y, por supuesto, cobrando por hacerlo. Luego, en Oxford, pensaba en eso continuamente, aunque en esa universidad entonces no se pod¨ªa estudiar historia del arte: no estaba bien visto. En el verano de 1939 fui en Ginebra a la muestra de pinturas del Museo del Prado. La guerra mundial comenzar¨ªa inmediatamente despu¨¦s, pero en ese momento la contemplaci¨®n de aquellas pinturas resalt¨® mi inter¨¦s por el arte. Estaba realmente obsesionado por Vel¨¢zquez, por Goya; realmente me obsesionaron. Luego, durante la guerra, trabaj¨¦ en Londres para la Armada brit¨¢nica y, en mi tiempo libre, por supuesto, pensaba en el arte. Entonces, pr¨¢cticamente no hab¨ªa cr¨ªticos de arte en Londres. Todos estaban o bien en las Fuerzas Armadas o retirados en el campo, o eran demasiado viejos. Y sucedi¨® que me invitaron a escribir sobre arte para una revista semanal. Lo hice lo mejor que pude y llegu¨¦ a vivir escribiendo de arte. Adem¨¢s llegu¨¦ a conocer a artistas vivos, quiero decir, especialmente a Henry Moore, quien, en ese tiempo, era virtualmente desconocido. Vender¨ªa sus dibujos en unas siete libras, que era muy poco dinero. As¨ª, llegu¨¦ a tener amistad con ¨¦l y con otros artistas. So?¨¢bamos con el fin de la guerra; y con el tiempo el fin de la guerra lleg¨®. Tuve la suerte de poder ir a Par¨ªs poco despu¨¦s, en el a?o 1946. Era una gran revelaci¨®n, aunque eran tiempos duros, con escasez de comida, combustible, etc¨¦tera. Empec¨¦ a conocer el arte franc¨¦s y a algunos artistas franceses. Iba a las bibliotecas; encontr¨¦ una correspondencia in¨¦dita de Delacroix, totalmente desconocida. Ante la importancia del hecho tuve, otra vez, una extraordinaria sensaci¨®n. Eso fue hace ya casi 50 a?os y es que as¨ª me he pasado la vida.
P.?Qu¨¦ es lo que Europa le ha dado a usted; qu¨¦ es lo que Europa ha dado al mundo del arte? Y, en contraste con Am¨¦rica, ?cu¨¢l es la diferencia? ?Qu¨¦ es lo que dice el arte de Europa, qu¨¦ es lo que dice el arte de Am¨¦rica? ?Son dos fronteras?
R.Para empezar, el arte europeo tiene un extenso pasado; el arte americano no lo tiene, su historia es realmente muy corta, como sabemos. Por ejemplo, una exposici¨®n como la de Al Andalus es inconcebible all¨ª. Y tengo que confesar que, cuando vuelvo a Europa, siento una enorme satisfacci¨®n al estar aqu¨ª otra vez. Sin embargo, para el cr¨ªtico de arte, Am¨¦rica ofrece un mejor ambiente. All¨ª tenemos un p¨²blico enorme y muy entusiasta. Y por supuesto, tenemos maravillosas exposiciones y grandes museos. Adem¨¢s, el arte, para los americanos, tiene algo as¨ª como una profunda funci¨®n social y moral. Los americanos tienen un anhelo, un hambre por el arte, que no es tan frecuente aqu¨ª; aqu¨ª se considera que el arte es una cosa muy vista ya.
P.Usted ha sido cr¨ªtico durante muchos a?os. ?Cu¨¢l es el papel del cr¨ªtico en la sociedad? ?Cu¨¢l ha sido su propio papel?
R.Su papel consiste en difundir la felicidad, el entusiasmo, la comprensi¨®n. Desde luego, a veces tambi¨¦n consiste en decir que no, que esto no vale, que no te dejes enga?ar. Sin embargo, yo suelo escribir sobre las cosas que me gustan. Porque la vida es corta, el espacio es corto, y en el arte hay mucho que da placer. As¨ª que para qu¨¦ perder el tiempo con lo dem¨¢s.
P.?C¨®mo llega a decir que no? ?En qu¨¦ se apoya a la hora de emitir un juicio negativo?
R.Yo tengo un instinto bastante fuerte, algo interior que, a veces, dice no, p¨¢rate, no hagas eso. Y al o¨ªr ese instinto, digo no. Y por supuesto, en los ¨²ltimos tiempos, el mundo del arte ha visto grandes cambios. Por varias razones. Para empezar, las casas de subastas han fomentado un tremendo ¨¦nfasis sobre el dinero como el ¨²ltimo criterio, la suprema medida de lo que es bueno o malo. Resulta que much¨ªsima gente, cuando visita un gran museo y ve los cuadros, tiene in mente un precio de subasta Es que no ven la pintura en s¨ª; si se trata de una firma que apenas aparece en las subastas, se que dan desorientados, han perdido el Norte. Al poder etiquetar la obra con un precio, entonces est¨¢n ya en tierra firme. Otro factores son la inmensa cantidad de lo que llaman funny money (dinero dudoso) que circula, o circulaba, por ah¨ª; es decir, dinero que procede de alguna fuente no revelada: enormes cantidades, ya se sabe, que proceden de la especulaci¨®n inmobiliaria, de la droga, de la especulaci¨®n en la bolsa, de los bienes no revelados.
P.?Ha fallado alguna vez su instinto para decir que no?
R.Desde luego que ha fallado. Me equivoco, s¨ª, a menudo. Bueno, creo que no tan a menudo ahora, pero cuando era m¨¢s joven me equivocaba muchas veces. En ambos sentidos; o sea, yo era demasiado entusiasta o bien demasiado hostil.
P.?Piensa que el cr¨ªtico, hoy en d¨ªa, tiene mucho que ver con los vaivenes del mercado? ?C¨®mo asume el hecho de que usted puede hacer que triunfe o no un artista determinado?
R.Nunca pienso en eso. Porque, una vez que empiezas a preocuparte, a estar consciente de eso, del poder que un gran peri¨®dico ejerce, la cosa se hace mucho m¨¢s dif¨ªcil: uno se siente como paralizado por el miedo, por el horror. As¨ª que, en general, hablo de manera natural, si puedo y... espero a ver qu¨¦ pasa.
P.Usted ha estado con el arte toda la vida. ?Considera que tiene derecho a juzgar, cuando no puede siquiera definir lo que es el arte?
R.Supongo que s¨ª, pero en algunos aspectos tengo menos certeza ahora que antes. En parte porque veo que hay muchos aspectos del arte de los que no s¨¦ nada en absoluto. Por ejemplo, esta gran exposici¨®n de arte isl¨¢mico. He llegado aqu¨ª sin saber nada del tema; es decir, sin saber gran cosa. Y sin embargo, ver estas obras en esta ciudad es una colosal experiencia.
P.?Su capacidad para ser sorprendido sigue funcionando?
R.Ah, s¨ª, desde luego. Creo que cuando ya no te sorprendes te conviene dedicarte a otro oficio.
P.Hemos hablado de arte en general. ?Qu¨¦ es lo que nos dice el arte en este siglo?
R.Tengo una gran predilecci¨®n por la pintura cubista. Picasso, Braque, Juan Gris. Porque era b¨¢sicamente un arte de elementos sencillos, democr¨¢ticos. Cosas humildes: un paquete de cigarros, un vaso como ¨¦ste, una mesa como ¨¦sta. Durante mucho tiempo, los m¨¢s importantes cuadros de Braque eran de mesas redondas como ¨¦sta. Nada pretencioso; nada de reyes ni reinas, nada de religi¨®n. Simplemente la vida cotidiana, pero realzada de alguna manera hasta los m¨¢s altos niveles del arte. Eso es lo que me gusta.
P.Despu¨¦s del cubismo y esa experiencia democr¨¢tica tan se?alada, ?cree que no ha pasado nada significativo?
R.No, por supuesto. Yo dir¨ªa que el cubismo es un arte que trata de hechos. Por supuesto, el arte abstracto puede tener una fuerza sorprendente, y producir grandes revelaciones. Mondrian, por ejemplo. Luego, el surrealismo empez¨® a plasmar los sue?os, que llegaron a ser el gran tema. Lo mejor est¨¢ en la obra temprana de Dal¨ª, las pinturas y los dibujos tambi¨¦n. Su mejor periodo dur¨® unos cinco a?os; su relaci¨®n con Lorca fue fruct¨ªfera en tantos sentidos...
'Guern¨ªca', 'Las meninas', Altamira
John Russell cree que est¨¢ bien que el Guernica cambie de sitio y se traslade al Reina Sofia, "que es un espacio extraordinario que ustedes ten dr¨¢n que saber valorar". Por otra parte, el cuadro de Picasso "nunca ha estado donde ¨¦l aparentemente quiso, as¨ª que viene bien que vaya al sitio donde cumplir¨¢ mejor su funci¨®n". Profundamente espa?ol en sus gustos, el cr¨ªtico de The New York Times da marcha atr¨¢s en su biograf¨ªa y encuentra que en el origen de su mirada est¨¢ Las meninas, de Vel¨¢zquez. "Lo vi inmediatamente antes de la guerra mundial y su complejidad y su majestuosidad me dieron una nueva idea del potencial de la pintura. Cuando lo vi de nuevo yo ten¨ªa 50 a?os m¨¢s y el cuadro estaba en el Prado. He visto muchos cuadros a lo largo de este tiempo, pero la obra de Vel¨¢zquez sigue estando al principio de mi lista privada, sobre todo desde que la ha limpiado mi compatriota John Brealey". ?Cree el cr¨ªtico contempor¨¢neo que el arte sigue siendo lo que fue para los hombres de Altamira? "S¨ª, creo que s¨ª; bueno, si es que entiendo las cuevas de Altamira, creo que aquellos hombres con su arte intentaban domesticar la experiencia, o sea hacer la experiencia m¨¢s comprensible, m¨¢s llevadera. Si ve¨ªan unos animales extra?os, pint¨¢ndolos los convert¨ªan en algo inofensivo, en parte del decorado. En fin, el arte, a trav¨¦s de la historia, siempre ha sido un medio para entender el mundo, para hacerlo aceptable e, incluso, para hacer soportable el dolor, las experiencias traum¨¢ticas. La muerte, la p¨¦rdida del amor, llegaban a ser m¨¢s soportables a trav¨¦s del arte. Y creo que sigue siendo as¨ª".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.