La norma y su abismo
El primer impacto ante esta nueva muestra personal madrile?a de Pello Irazu (San Sebasti¨¢n 1963) es, sin duda, el de la sorpresa, anunciada ya por la escueta presencia de trabajos recientes del escultor en la ¨²ltima edici¨®n de Arco, ante lo que parece, de entrada, un cambio radical con respecto a las coordenadas fundamentales de su obra anterior. Pese a su extrema juventud -a¨²n no ha alcanzado hoy la treintena- Irazu se afirm¨® como una de la figuras a la postre m¨¢s intensas dentro del efervescente proceso de renovaci¨®n que vivi¨® nuestra escultura durante la pasada d¨¦cada. El ciclo de piezas que ahora nos ofrece ha sido realizado a lo largo de los dos ¨²ltimos a?os, los mismos que Irazu lleva afincado en Nueva York.Pese a cuanto sugiere el alcance de ese giro espectacular en el ¨²ltimo Irazu, a trav¨¦s de un corte que afecta tanto a la naturaleza y el procesamiento de los materiales como a la temperatura de su discurso o el campo ling¨¹¨ªstico y referencial al que ¨¦ste nos remite, es mucho m¨¢s, a mi juicio, lo que garantiza, tras la epidermis circunstancial de esos cambios, una continuidad esencial en la l¨®gica evolutiva de la apuesta del escultor, y que nos remite a aquello que ha definido, de un modo m¨¢s ¨ªntimo, la identidad espec¨ªfica de su trabajo.
Pello Irazu
Galer¨ªa Soledad Lorenzo. Orfila, 5, Madrid. Hasta el 25 de julio.
Permanecen as¨ª, por ejemplo, en la tipolog¨ªa y comportamiento b¨¢sicos que hab¨ªan ido adquiriendo, modelos casi id¨¦nticos, pese a la radicalizaci¨®n geom¨¦trica, en la g¨¦nesis de sus piezas de referencia a los planos espec¨ªficos del suelo y la pared.
De hecho, en el distanciamiento que marca la organizaci¨®n de las formas o el manejo de materiales de producci¨®n industrial, estas nuevas piezas no est¨¢n m¨¢s sujetas al dictado del proyecto minimalista de lo que, en el pasado, su trabajo lo estuvo con relaci¨®n a la ortodoxia de los postulados del constructivismo. Ahora como entonces, la actitud fundamental de Irazu se define por una curiosidad muy libre, sagaz y desenfadada, que se enfrenta a un paradigma determinado, introduciendo en ¨¦l un factor esencial de perturbaci¨®n, a trav¨¦s de las paradojas que se generan tanto desde la ambig¨¹edad como desde la inestabilidad.
Pese al abandono del hierro por las planchas de contrachapado y metacrilato, la voluntaria acidez que acompa?a a la elecci¨®n y asociaciones de color, la radicalizaci¨®n geom¨¦trica o la asepsia que preside la fabricaci¨®n de estas piezas -esto es, pese a todo lo que constituye el espejismo de la ruptura- siguen importando m¨¢s, en la identidad de estos trabajos, factores de otro orden.
De nuevo, lo que interesa b¨¢sicamente al discurso del escultor es esa ambig¨¹edad f¨¦rtil, abierta al riesgo de lo ignorado, que se genera a partir de una situaci¨®n flotante entre lo formal y lo referencial, dos polos que se mantienen en una indefinici¨®n estrat¨¦gica., Tanto la lectura visual -dada por la articulaci¨®n discursiva de las formas y desdoblada por el eco de las referencias a objetos o situaciones del entorno cotidiano- como la experiencia espacial que determinan, de un modo extremadamente abierto, estas piezas tiende a forzar una circulaci¨®n din¨¢mica, a la vez mental y f¨ªsica, altamente inestable.
Pienso, por ejemplo, en la equ¨ªvoca tensi¨®n que marca la relaci¨®n objeto-entorno en su Summer kisses. La virtual unidad de dise?o definida por las bandas de color es, finalmente, la que determina la fuente de perturbaci¨®n, mimetizando visualmente ambos factores y, al tiempo, forzando una distorsi¨®n ¨®ptica con las distintas orientaciones de las bandas.
Nivel superior
Y algo semejante ocurre con el espl¨¦ndido Watching television together, imprimiendo una nueva vuelta de tuerca a la neutralizaci¨®n mutua entre el complejo argumento formal y la despiadada resonancia de lo cotidiano. Me refiero, por supuesto, a ese nivel superior de ambivalencia que se genera entre el mecanismo procesual m¨¢s obvio dado por las distintas situaciones espaciales de un. elemento aparentemente id¨¦ntico y ese otro modelo m¨¢s sutil de "desplazamiento" -camuflado, en cierto modo, por el anterior, pues crea, con su distinta ubicaci¨®n en el espacio, la ilusi¨®n de identidad, que se revela en las diferencias de escala y alteraciones constructivas que distinguen las tres piezas.
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