El soplido
Cuando la llama ol¨ªmpica deje las tierras catalanas y cumpla su paseo por Espa?a ser¨¢ otra cosa. De momento, a su paso por Catalu?a y pese a los silencios pactados para no decir la verdad, toda la verdad, ha aparecido como algo m¨¢s que una llama ol¨ªmpica, rodeada de fuerzas de orden p¨²blico por todas partes. ?Por qu¨¦ tanto despliegue policial? A veces para impedir, supongo, la agresi¨®n incontrolable al VIP; otras, para disuadir la proclama independentista Freedom for Catalonia; pero como motivo de fondo se revela la fragilidad de esa llama expuesta a toda clase de soplidos.Si de pronto un soplido fuerte apagara esa llama, todos los figurantes en la teatralizaci¨®n quedar¨ªan fuera de tiempo, fuera de espacio, sin sentido y en pantaloncitos cortos. Los JJ OO, como las fallas valencianas y los mensajes grabados de la serie Misi¨®n imposible, est¨¢n destinados a autodestruirse. Lo que me inquieta es que gentes serias, l¨²cidas, seg¨²n me consta, y adoradoras de dioses tan menores que ni siquiera son p¨²blicos, se hayan prestado a esta romer¨ªa y se hayan alineado, aunque s¨®lo sea transitoriamente, de esp¨ªritu ol¨ªmpico.
Comprendo la complicidad con el mayor espect¨¢culo del mundo, el ¨¦xtasis del pol¨ªtico que ha demostrado que puede organizar JJ OO o la complacencia del hombre de negocios que hoy es m¨¢s rico que ayer pero menos que ma?ana gracias a todas las construcciones que provocan los Juegos. Pero el enganche cultural con esta farsa s¨®lo prueba la inutilidad de toda raz¨®n que no legitima lo inevitado y el miedo a no llevar el uniforme correcto para cada situaci¨®n, incluida la de pasear antorchas. Una cosa es hacer una paella para un mill¨®n de comensales y otra pasear una llama s¨ªmbolo de su propia no verdad, tanta no verdad que est¨¢ expuesta al menor soplido de cualquier veracidad.
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