La sanidad francesa, acusada de contagiar el sida a sabiendas a 1.500 hemof¨ªlicos
El Tribunal Correccional de Par¨ªs llev¨® ayer al banquillo de los acusados a cuatro m¨¦dicos, antiguos altos cargos del Ministerio de Sanidad: los doctores Michel Garretta y Jean Pierre Allain, ex n¨²meros uno y dos del Centre National de la Transfusion Sanguine (CNTS), y los profesores Robert Netter y Jacques Roux. Los cuatro comparecen ante el juez para explicar por qu¨¦ distribuyeron conscientemente productos sangu¨ªneos contaminados con el sida entre los hemof¨ªlicos, lo que provoc¨® el contagio de 1.500, 250 de los cuales ya han fallecido. Las penas m¨¢ximas que podr¨¢n imponerse son de cinco a?os.
Para la acusaci¨®n particular, los m¨¦dicos debieran responder por un crimen de envenenamiento, pero el juez instructor considera improcedente tal calificaci¨®n, y ha limitado el alcance de la acci¨®n de los doctores a una ley de 1905 que habla de "enga?o respecto a la naturaleza y las calidades sustanciales de un producto", as¨ª como de la "omisi¨®n de los riesgos inherentes a la utilizaci¨®n de dicho producto". Seg¨²n esta norma, las penas m¨¢ximas son de cinco a?os de prisi¨®n y multas de 500.000 francos (unos 10 millones de pesetas). La expectaci¨®n que ha despertado el juicio es tan grande que ayer tuvo que ser suspendido a la hora y media de comenzar por exceso de p¨²blico. La vista continua hoy.El desencadenante de todo son unos lotes sangu¨ªneos que en mayo de 1985 ya se sab¨ªa que estaban contaminados en un 100% por el virus del sida, pero que no dejaron de distribuirse hasta cinco meses despu¨¦s. En tomo a estos productos se ha levantado una trama de denuncias con implicaciones pol¨ªticas y empresariales.
Implicaciones pol¨ªticas
Aunque la acusaci¨®n particular quiere implicar a las autoridades pol¨ªticas socialistas, el ex primer ministro, Laurent Fabius, y los ministros Georgina Dufoix y Edmond Herv¨¦, han sido citados, pero s¨®lo como testigos. Ayer se manifestaron ante el Palacio de Justicia militantes de Act Up con pancartas con los rostros de los pol¨ªticos citados -y del presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, y el actual primer ministro, Pierre Beregovoy- manchados de sangre.El periodo cr¨ªtico para los acusados abarca de fines de 1984 hasta octubre de 1985.
En octubre de 1984, las autoridades de EE UU hab¨ªan adoptado el sistema de calentamiento de la sangre para desactivar el virus. Pero el CNTS dud¨® de este sistema y decidi¨® esperar, ya que su nueva y costosa maquinaria no se adaptaba a esa t¨¦cnica. Entonces, se cre¨ªa que s¨®lo un 10% de los seropositivos enfermaba.
El 7 y el 9 de mayo de 1985, el doctor Garretta envi¨® a sus colaboradores varios mensajes sobre "la urgencia absoluta de interrumpir la contaminaci¨®n de los hemof¨ªlicos y sus familias". Al mismo tiempo, en otro documento interno, se refer¨ªa a la necesidad de "distribuir todos los stocks antes de proponer los productos calentados que los sustituyen". Se denuncia ahora el doble juego: junto a la preocupaci¨®n sanitaria aparece la voluntad de involucrar a responsables pol¨ªticos que trataron de amortizar las inversiones. El CNTS no quer¨ªa perder los 100 millones de francos en que estaban valorados esos lotes. El doctor Garretta dud¨® entre su condici¨®n de m¨¦dico y la de empresario. La acusaci¨®n pretende demostrar que opt¨® por la segunda.
La Seguridad Social acord¨® no abonar los productos sangu¨ªneos no calentados desde el 1 de octubre de 1985. Al d¨ªa siguiente, el CNTS puso en marcha su primera unidad de calentamiento. Diagn¨®sticos Pasteur ya hab¨ªa tenido tiempo para poner a punto y registrar su prueba del sida en los donantes, una prueba que la firma norteamericana Abbot hab¨ªa comercializado en EE UU meses antes, pero que la Administraci¨®n francesa s¨®lo admiti¨® despu¨¦s de que Pasteur registrara su m¨¦todo. Para entonces, los lotes infectados ya hab¨ªan sido empleados. M¨¢s de 1.500 hemof¨ªlicos contrajeron el sida. En 1983 el profesor Luc Montaigner, descubridor del virus, ya hab¨ªa pedido al Gobierno fondos para crear un laboratorio capaz de elaborar un sistema de an¨¢lisis y esterilizaci¨®n de los productos sangu¨ªneos.
Garretta est¨¢ en el centro del hurac¨¢n. Francia ha defendido y defiende que donar sangre debe ser gratuito y que el CNTS no tiene finalidad lucrativa. No obstante se crearon sociedades paralelas para absorber el d¨¦ficit del CNTS y evitar su quiebra. Entre ellas figura Haemonetics, que vende material para transfusiones, y cuyo presidente es el propio Garretta. Ahora dice que se "niega a ser el chivo expiatorio de un sistema cobarde".
La acusaci¨®n ve contradicciones: Garretta quiere que el CNTS mantenga su tradici¨®n no lucrativa, pero su salario anual es de 999.322 francos (20 millones de pesetas). En Haemonetcis, no s¨®lo es el presidente de la sociedad, sino que adem¨¢s posee 27.000 acciones. En junio de 1991 Garreta dimiti¨®, pero en los papeles consta "ruptura de contrato", y recibe una indemnizaci¨®n de tres millones de francos (60 millones de pesetas). Para la acusaci¨®n particular un paro tan bien remunerado s¨®lo se explica si hay alguien que ha querido comprar el silencio del doctor.
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