T¨®picos andaluces
Disfrut¨¦ no poco leyendo el art¨ªculo que sobre el epistolario de Unamuno escribi¨® F¨¦lix de Az¨²a y que public¨® EL PA?S hace pocos d¨ªas. Disfrut¨¦ tanto como sufri¨® el pobre don Miguel todos sus innumerables dolores patrios, que parec¨ªa que la piel de toro fuese su propia epidermis. Este sufrido var¨®n hisp¨¢nico, por lo visto, en los ratos que el dolor lo dejaba tranquilo, se dedicaba, adem¨¢s, a escribir sus prejuicios contra aquellos compatriotas que, a su entender, no daban la suficiente talla psic¨¢lgica. Los andaluces, c¨®mo no, nos llev¨¢bamos una buena sacudida. Pero esta afici¨®n al t¨®pico majadero e infundado no era privativa del ce?udo vasco: otras muchas y principales figuras de las letras y el pensamiento al norte y al sur de los Pirineos se han dedicado (y siguen haci¨¦ndolo) a expresar sin sonrojo sus odios y amores para con civilizaciones? patrias, comarcas, ciudades y hasta pobres y olvidadas villas. Muy pronto ser¨¢ bastante dif¨ªcil incluso ganar elecciones sin un buen arsenal de sucias, ideas sobre los otros.Por lo que nos toca a los andaluces, la mara?a de t¨®picos es tan espesa que muchos de nosotros somos los primeros en tejerla. Desde Teresa de ?vila, que denostaba a los para ella viciosos y casquivanos sevillanos del XVI, hasta Ortega y Gasset, quien se tom¨® la molestia de dedicarnos un ensayo tan poco riguroso como malintencionado, un buen n¨²mero de pensadores han dedicado sus neuronas a difundir pamplinas nada inocentes sobre los que habitamos al sur de Despe?aperros y sobre otros muchos pueblos. Y lo peor es que; con frecuencia, estos se?ores est¨¢n considerados como la crema de la intelectualidad, siendo el caso espa?ol un paradigma del papanatismo encumbrado. Por eso me divierto cuando gente como F¨¦lix de Az¨²a trata estas ofensas a la inteligencia de la me jor manera posible: ri¨¦ndose de ellas.
(Lo que pasa es que luego coge uno el dominical del 14 de junio y lee art¨ªculos como el dedicado a Sevilla en la serie Ciudades del 92 y puede uno enterarse de que somos como somos gracias al calor, a la feracidad de la tierra y bla, bla, bla).-
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