'Rigor mortis'

LA DISPOSICI?N a elaborar unos presupuestos "muy rigurosos" para el pr¨®ximo ejercicio, anunciada por el presidente del Gobierno, constituye la ¨²nica informaci¨®n relevante, de momento, sobre las imprescindibles respuestas pol¨ªticas ante el manifiesto deterioro de la econom¨ªa espa?ola. Junto a ello, el expl¨ªcito respaldo al ministro de Econom¨ªa contribuye a reducir la incertidumbre hoy existente.De la ¨²ltima reuni¨®n del Consejo de Ministros no ha trascendido ni el contenido del informe sobre la situaci¨®n de la econom¨ªa que aport¨® el ministro Solchaga ni la direcci¨®n en que ese rigor puede llegar a concretarse. Hay que suponer que el car¨¢cter riguroso que se prev¨¦ no s¨®lo est¨¢ referido a la precisi¨®n en los c¨¢lculos macroecon¨®micos (algo que empieza a convertirse en una utop¨ªa), sino a anticipar la reducci¨®n del gasto p¨²blico o -el incremento de los ingresos que se manifestar¨¢n en los pr¨®ximos presupuestos.

Pero para aplicar una pol¨ªtica presupuestaria restrictiva no se da precisamente la coyuntura m¨¢s propicia. La desaceleraci¨®n del ritmo de crecimiento de la econom¨ªa, el mantenimiento de un fuerte incremento del consumo privado y otras circunstancias a?adidas aconsejan -por mero sentido com¨²n- que esas limitaciones no sacrifiquen el compromiso del Gobierno, reflejado en su programa de convergencia, de mantener la inversi¨®n p¨²blica en niveles razonables de la producci¨®n nacional (lo que se denomina la convergencia real). Esta pol¨ªtica econ¨®mica -que hay que suponer que adoptar¨¢ el Gobierno sin m¨¢s demora- ha de contemplar los desequilibrios de la econom¨ªa espa?ola no s¨®lo como producto de un entorno adverso, sino, sobre todo, como el exponente de algunos de los fallos permanentes que presenta nuestro sistema econ¨®mico desde tiempo inmemorial. La estructura del gasto p¨²blico es, sin duda, el reflejo m¨¢s exacto de algunos de esos fallos, y sobre ella, adem¨¢s de sobre su cuant¨ªa, ha de concretarse el rigor.

La ausencia de avances en la consecuci¨®n de una inflaci¨®n m¨¢s pr¨®xima a las de los principales pa¨ªses europeos, el mantenimiento de tipos de inter¨¦s tambi¨¦n relativamente superiores y un tipo de cambio de la peseta forzosamente apreciado no contribuyen a reducir la falta de competitividad de nuestra econom¨ªa. Es la hora, por tanto, de que junto a esas intenciones de rigor y de saneamiento de las finanzas p¨²blicas se adopten igualmente aquellas medidas previstas en el programa de convergencia orientadas a eliminar las limitaciones estructurales de algunos sectores de la econom¨ªa.

Las circunstancias actuales no son las mismas que las que precedieron a la elaboraci¨®n del programa de convergencia; en consecuencia, las hip¨®tesis sobre el comportamiento de la econom¨ªa nacional e internacional que han de amparar la reformulaci¨®n de la pol¨ªtica presupuestaria y del propio programa de convergencia tienen que disponer de unas dosis de rigor cuando menos similares a las anunciadas para las cuentas p¨²blicas. Rigor del que ha de estar ausente cualquier tentaci¨®n a eludir la presentaci¨®n de un diagn¨®stico objetivo de la situaci¨®n, sin recurrir al eufemismo; de un programa de actuaciones muy concretas del que tampoco est¨¦ ausente la posibilidad de articular en torno al mismo el mayor grado posible de acuerdo con las fuerzas sociales. Si no es as¨ª, la econom¨ªa espa?ola no apreciar¨¢ m¨¢s que el rigor mortis.