El bello y la bestia
Cipollini y Abduyap¨¢rov, los dos mejores 'sprinters' del mundo, se odian dentro y fuera de la carrera
Mario Cipollini gana carreras sin despeinarse. Por la gomina, claro. A Yamolid¨ªn Abduyap¨¢rov tampoco se le mueve un pelo en la meta, pero es por la chichonera. El primero no soporta el casco: le estropea las facciones. Al segundo es mejor verlo con ¨¦l: se las oculta. Son el bello y la bestia del pelot¨®n, los mejores sprinters del mundo. Uno es guapo, coqueto, simp¨¢tico, conduce un Mercedes deportivo y le encanta hablar de mujeres. Incluso cambiar¨ªa una victoria de etapa en el Tour por una. El otro es feo, tanto que le llaman comeni?os, y arisco. Por una mujer nadie sabe qu¨¦ har¨ªa, pero por una victoria en Francia vender¨ªa su alma al diablo.
Cipollini anda un pelo cabreado en este Tour. Para estas fechas, una vez concluido el Giro, suele estar ya esparciendo sonrisas seductoras en la playa de Viareggio, en el Tirreno, cerca de Luca, su ciudad. La visita a San Sebasti¨¢n fue la primera que hizo a Espa?a. Le gust¨® la ciudad. No tanto por la Concha, pues apenas la vio desde la bicicleta, sino por Miss Euskadi, Luc¨ªa Marzo Alzola, a la que conoci¨® en la salida de la etapa a Pau. El encuentro no dio para mucho, pues Cipollini, extraviado en los azules ojos de la muchacha, descuid¨® el inicio de la etapa y tuvo que partir raudo, sin tiempo para obtener su tel¨¦f¨®no. "Me tiene que fichar alg¨²n equipo espa?ol. Tengo que volver a verla", afirma con un desespero un tanto exagerado.Abduyap¨¢rov no tiene esos problemas. Como Cipollini, vive en una de las m¨¢s bellas regiones de Italia, Manerba del Garda, junto al lago del mismo nombre. Sin embargo, es un tipo solitario, silencioso, que a?ora Uzbekist¨¢n un d¨ªa s¨ª y, el otro tambi¨¦n. Vive en un peque?o apartamento sin tel¨¦fono por el que paga un mill¨®n de pesetas al a?o. Quiere buscar otro m¨¢s grande, m¨¢s c¨¢lido : "El aire en Tashkent es m¨¢s tibio, aqu¨ª hace mucho fr¨ªo". Su ¨²nica aspiraci¨®n es traerse a su madre: "Nadie hace el t¨¦ como ella, nadie es tan amable como ella".
Abduyap¨¢rov ha tenido siempre muy presente su condici¨®n de trabajador emigrado.
Despu¨¦s de su terrible ca¨ªda en los Campos El¨ªseos de Par¨ªs, en la ¨²ltima etapa de la pasada edici¨®n del Tour, nadie, salvo el director deportivo del equipo Carrera, fue a verlo al hospital. La embajada de la extinta URSS ni siquiera pregunt¨® por ¨¦l. Los m¨¦dicos que, atendieron sus lesiones conservan su jersey verde, destrozado, como recuerdo. El se qued¨® con una foto de la impresionante ca¨ªda. "Nunca la mostrar¨¦ a mi familia. No quiero que sufran por m¨ª".
Enfermedad mortal
Cipollini tambi¨¦n tiene una historia. No por problemas de soledad, pues afirma que tiene una novia (Sabrina, la hermana de Taffarel, portero del F¨ªorentina) y "6.000 amigas", sino de enfermedad. Fue, hace mucho tiempo. De ni?o, Mario no ten¨ªa rival. Lo ganaba todo. De repente, a los 13 a?os, comenz¨® a llegar segundo. A veces hasta tercero. La causa no tard¨® en aparecer. Padec¨ªa sarcoidosis pulmonar, una rara enfermedad que provoca una progresivo secamiento de los pulmones. Si no se detecta a tiempo, puede ser mortal. "Mi gran suerte fue que practicaba el ciclismo y, como cualquier otro deportista, ten¨ªa que estar al 100%. De no haber sido as¨ª, tal vez no me habr¨ªa enterado de lo que ten¨ªa y en estos momentos estar¨ªa muerto". Durante dos a?os dej¨® el ciclismo y se aplic¨® a un severo tratamiento con cortisona que deform¨® su f¨ªsico hasta convertirlo en un muchacho obeso. De llamativos ojos azules, pero obeso.
A los quince a?os, ya curado, volvi¨® a subirse en una bicicleta. Ahora, con 25, lleva ya cuatro como profesional y muchos kilos perdidos.
Cipollini y Abduyap¨¢rov se odian. Un incidente en la Gand-Wevelgen del a?o pasado rompi¨® sus relaciones. Fue, por supuesto, en el sprint final. Cada uno prepar¨® el suyo a su manera. Cipollini, con la mirada en la l¨ªnea de llegada, su ¨²nico enemigo. Abduyap¨¢rov, con los ojos clavados en el suelo. A 25 metros para el final, el uzbeko aplast¨® al italiano contra la valla y gan¨®. Desde entonces, no han vuelto a dirigirse la palabra. "Si nunca le he suplicado a una mujer, c¨®mo voy a suplicar a Abduyap¨¢rov". El incidente no es nuevo. El resto de los sprinters temen a Abduyap¨¢rov. Lo consideran un canalla capaz de tirar a un rival para ganar la etapa.
"Mi sprint es privado. Cuando faltan 200 metros mir¨® la meta y me voy a por ella. Es una lucha conmigo mismo, no contra los dem¨¢s. Abduy¨¢parov es distinto. El busca a los otros, para desequilibrarlos. Es una bandido, aunque reconozco que, despu¨¦s de m¨ª, es el mejor del mundo", comenta Cipollini. Abduyap¨¢rov lo ve de otra manera: "Un sprinter no puede tener miedo. Si lo tiene, no lo es". Son, en cualquier caso, unos tipos curiosos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.