Cambio de modelo
LOS SOCIALISTAS parecen dispuestos a plegar velas en relaci¨®n a la reforma del actual sistema de financiaci¨®n de los partidos propugnada por los conservadores y los nacionalistas. ?stos defienden desde hace a?os la supresi¨®n de las actuales limitaciones legales a las donaciones de particulares, e incluso el est¨ªmulo de las mismas mediante exenciones fiscales. La reforma implicar¨ªa renunciar a los criterios inspiradores de la ley de financiaci¨®n de los partidos, vigente desde 1987, que vino a complementar las otras dos v¨ªas anteriormente existentes: la subvenci¨®n por gastos electorales y la del funcionamiento de, los grupos parlamentarios. La financiaci¨®n predominantemente p¨²blica de los partidos se defendi¨® en su d¨ªa en nombre del principio de igualdad de oportunidades: se presum¨ªa que si la fuente principal de ingresos fueran las donaciones privadas de empresas o particulares, los partidos conservadores gozar¨ªan de una ventaja injusta respecto a los de izquierda.Los enemigos de la financiaci¨®n p¨²blica argumentan, por su parte, que ese sistema implica un evidente riesgo de interferencia del Estado en organizaciones que, aun teniendo fines p¨²blicos, son privadas en cuanto a que la afiliaci¨®n a ellas es voluntaria. Ese argumento fue decisivo, por ejemplo, en el rechazo por parte del Tribunal Constitucional de la Rep¨²blica Federal de Alemania de la posibilidad de extender la financiaci¨®n electoral (existente desde 1959) a la subvenci¨®n de las actividades ordinarias de los partidos. Otros pa¨ªses, como los escandinavos o Austria, admiten, por el contrario, la financiaci¨®n ordinaria, pero no la existencia de partidas espec¨ªficamente destinadas a los gastos electorales. El Reino Unido es, de entre los de Europa occidental, el ¨²nico pa¨ªs que mantiene a rajatabla la tradici¨®n liberal contraria a cualquier forma de financiaci¨®n p¨²blica, mientras que Italia, Francia y Espa?a aplican tal financiaci¨®n a las tres actividades b¨¢sicas de los partidos: funcionamiento ordinario, electoral y parlamentario. En Espa?a, la suma de esas partidas supondr¨¢ este a?o un gasto presupuestario de unos 12.000 millones de pesetas.
El hecho de que haya sido precisamente en estos tres pa¨ªses donde se han producido los mayores es c¨¢ndalos de financiaci¨®n irregular parece demostrar dos cosas: que por grandes que sean los ingresos, los partidos siempre encontrar¨¢n motivos para incrementar sus gastos y que esa insaciabilidad se ve estimulada por el car¨¢cter predominantemente p¨²blico de su financiaci¨®n; se acostumbran a sacar agua de un pozo que se supone sin fondo. Esos esc¨¢ndalos han deteriorado en buena medida la moral de los defensores de un sisterna p¨²blico a ultranza, y episodios como el de Filesa obligan a relativizar las nobles con sideraciones inspiradoras del sistema vigente. Ni sirve para evitar el creciente endeudamiento (de unos 20.000 millones de pesetas entre los principales partidos, seg¨²n fuentes bancarias) ni garantiza la transparencia. La exculpaci¨®n del PSOE por parte del Tribunal de Cuentas en relaci¨®n al mismo caso Filesa ilustra adem¨¢s la imposibilidad de control jurisdiccional efectivo.
Pero esas deficiencias no autorizan a canonizar sin m¨¢s la alternativa de la plena liberalizaci¨®n de las donaciones privadas con el argumento de la transparencia. Primero, porque las principales de esas donaciones vendr¨ªan de empresas, las cuales repercutir¨ªan en precios (es decir, sobre el consumidor) el coste de su altruismo. Lo que eventualmente se ahorrasen los ciudadanos en tanto que contribuyentes, lo pagar¨ªan como consumidores. Con el agravante de la imposibilidad de control por su parte del destino que el empresario particular vaya a dar a ese dinero. La moralidad de tal sistema es discutible. Por ello, tal vez ser¨ªa con veniente, antes de aceptar con cinismo que m¨¢s valen lobbies conocidos que an¨®nimas facturas falsas, plantear el debate no en t¨¦rminos de ampliaci¨®n de las v¨ªas de financiaci¨®n, sino de reducci¨®n del gasto. ?No ha br¨ªa que comprobar, antes de embarcarse en nuevas aventuras, los resultados de iniciativas actuales tendentes a abaratar las campa?as y evitar despilfarros? Por lo menos, que no se abandone esa posibilidad sin haberla estudiado a fondo. Y si se abandona, que se diga por qu¨¦.
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