Castro lleg¨® de madrugada a Madrid con un exagerado operativo de seguridad a su lado

El presidente cubano, Fidel Castro, con uniforme de campa?a verde oliva, pis¨® suelo espa?ol a la una en punto de la madrugada de hoy sin hacer ning¨²n tipo de declaraciones, pese a que tuvo un amago de dirigirse a los periodistas. Todo fue muy r¨¢pido y quiz¨¢ Castro, alertado de que entre los informadores hab¨ªa representantes del exilio, prefiri¨® sortear este primer escollo de su visita y perderse junto con el ministro de Exteriores, Javier Solana, en los inaccesibles interiores del Pabell¨®n de Estado de Barajas. Nueve aut¨®moviles policiales le escoltaron luego hasta el hotel Ritz.

Hab¨ªa expectaci¨®n entre el reducido grupo de periodistas acreditados que se hab¨ªan dado cita en Barajas, pero entre estos hab¨ªa cubanos de uno y otro lado. Al acercarse Fidel Castro a la tribuna, comenzaron los gritos a su favor de un grupo de periodistas adictos, entre ellos una espa?ola y un argentino. "Fidel, Fidel...", gritaban de un lado. "Cobarde", respond¨ªan los de otro.Castro, que se conoce ya todos los trucos, hizo un amago, con las manos abierta, de querer decir algo, siguiendo la invitaci¨®n del ministro Javier Solana de saludar a la Prensa. Pero la mano de su embajador en Madrid, Luis M¨¦ndez Morej¨®n, le advert¨ªa que hab¨ªa que seguir adelante. Y as¨ª lo hizo.

El comandante utilizaba uno de sus dos habituales uniformes, el de faena, y llevaba sus botas pulcramente lustradas. Ten¨ªa buen aspecto. Salud¨® a Solana y al embajador espa?ol en La Habana, Gumersindo Rico, y se introdujeron en el Pabell¨®n de Estado donde continuaron una conversaci¨®n informal de unos siete minutos. Castro en ese instante recibi¨® puntual informaci¨®n de los sucesos de Colombia y de las ausencias significativas de esta cumbre.

El viaje de Castro hab¨ªa sido precedido del mayor de los secretos en cuanto a horario. No era cosa de la seguridad espa?ola, sino del peculiar sistema de desplazamiento que utiliza el l¨ªder cubano. Hasta cinco horas antes no fue confirmada su llegada a las autoridades espa?olas, pero adem¨¢s se retras¨® una m¨¢s.

Castro emple¨® para su viaje transoce¨¢nico dos aviones lliushin de Cubana de Aviaci¨®n, uno de ellos de simulaci¨®n, en una operaci¨®n que se interpretaba como exagerada. Su escolta la compon¨ªan unos cincuenta miembros de su seguridad personal, todos ellos armados.

En su s¨¦quito viajaban, el vicepresidente Jos¨¦ Ram¨®n Fern¨¢ndez, el responsable econ¨®mico del Partido Comunista Cubano (PCC), Carlos Lage, y el presidente de la Uni¨®n Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), Abel Prieto. En la escalerilla del avi¨®n le esperaba el nuevo canciller cubano, Ricardo Alarc¨®n.

Fuentes diplom¨¢ticas aseguraron que, hasta el domingo en Sevilla, Castro estar¨¢ sometido a la disciplina igualitaria de la cumbre, donde no est¨¢ previsto que ning¨²n mandatario destaque por encima de otro.

Desde entonces, comenzar¨¢ su verdadera visita a Espa?a, primero en Sevilla, donde el 27 celebrar¨¢ el d¨ªa nacional de su pa¨ªs, y luego en Galicia, a partir del 28. All¨ª, durante cuatro d¨ªas visitar¨¢ las cuatro provincias, en un programa apretado, de cuya organizaci¨®n se ha encargado personalmente el presidente de la Xunta, Manuel Fraga.

El l¨ªder cubano tiene dise?ado en teor¨ªa el ¨¦xito popular de cuantos actos p¨²blicos participe, en una operaci¨®n sin precedentes fuera de la isla que le garantiza al l¨ªder revolucionario la presencia de adictos all¨¢ por donde vaya, como ocurri¨® durante la madrugada en Barajas.

Desde hace un mes, agentes del Gobierno castrista se encuentran en Espa?a inmersos en una estrategia de sensibilizaci¨®n popular. A ello hay que unir, dados los distintos colores de sus anfitriones -Felipe Gonz¨¢lez y Manuel Fraga-, la falta de ruido pol¨ªtico sobre esta visita.