"El cristianismo es un elemento b¨¢sico de la construcci¨®n europea"
Aunque traicionada en el pasado por las iglesias, la idea cristiana de separaci¨®n entre el poder pol¨ªtico y el terreno espiritual ha sido decisiva en la formaci¨®n de Europa, afirma el historiador franc¨¦s Ren¨¦ Remond. "Juan Pablo 1', dice, "tiene raz¨®n al reivindicar el papel del cristianismo en la construcci¨®n europea, pero el cristianismo no puede reivindicar el monopolio de ese proceso, porque Europa, gracias en parte al cristianismo, significa ante todo el pluralismo".
Presidente de la Fundaci¨®n Na cional de Ciencias Pol¨ªticas, au tor de libros como La vida pol¨ªtica en Francia, Por una historia pol¨ªtica y Las derechas en Francia, Remond es un especialista en las relaciones entre la religi¨®n y la pol¨ªtica en las modernas sociedades occidentales.
Pregunta. ?Cree usted que el catolicismo puede volver a convertirse en un polo de referencia pol¨ªtico?
Respuesta. En la Europa occidental no lo creo. La mayor parte de los cat¨®licos en Francia, Alemania, Italia, Espa?a o Por tugal no creen que el catolicismo sea una ideolog¨ªa, lo sit¨²an en otro plano. Hay minor¨ªas tradicionalistas que contin¨²an viendo en el catolicismo el inspirador de una filosof¨ªa pol¨ªtica y social pero son marginales, no llegan a constituir una fuerza pol¨ªtica. En los pa¨ªses de Europa occidental la reflexi¨®n de los cristianos ha madurado lo suficiente para ha cer la diferencia entre los diferentes niveles de realidad, entre lo que es la referencia ¨¦tica y lo que es un programa de acci¨®n pol¨ªtica.
P. ?Y en Europa del Este?
R. Ah¨ª la situaci¨®n es algo diferente. Esos pa¨ªses han estado cortados de toda reflexi¨®n, han estado aislados, por ejemplo, de todo el movimiento de renovaci¨®n del Vaticano II. Han vivido sin soplo intelectual y pueden tener la tentaci¨®n de ver en el catolicismo un instrumento pol¨ªtico. Pero no creo que haya que exagerar. En el caso de Polonia hay una intelectualidad alimentada con el pensamiento occidental que est¨¢ vacunada contra eso. En Checoslovaquia hay una tradici¨®n anticlerical, en Hungr¨ªa tampoco hay mucho riesgo. No, es imaginable la posibilidad de una tentaci¨®n, pero que nunca ser¨¢ mayoritaria. Quiz¨¢ pueda serlo en Eslovaquia, quiz¨¢.
P. ?Incluso aunque la digesti¨®n del capitalismo sea tan dura como lo est¨¢ siendo?
R. En el Este puede haber una reacci¨®n contra las injusticias del capitalismo, contra el liberalismo salvaje. Esos pa¨ªses van a descubrir muy pronto los l¨ªmites de este sistema. Van a constatar que no logran reconstituir una econom¨ªa sana y que se crean situaciones de desigualdad insoportables. Ello puede llevar a algunos a la nostalgia del antiguo orden comunista y a otros a reactivar todo lo que hay en la tradici¨®n cat¨®lica de condena del liberalismo. Pero insisto en que no creo que ni una ni otra reacci¨®n tengan posibilidades de convertirse en mayoritarias.
P. ?Cu¨¢l es el papel del cristianismo en la construcci¨®n europea?
R. Juan Pablo II tiene raz¨®n al decir que el cristianismo forma parte de la herencia y del patrimonio europeos, y que no es una casualidad el peso de los derechos humanos en los pa¨ªses cristianos. El cristianismo ha aportado la libertad de conciencia, la distinci¨®n entre lo que es del C¨¦sar y lo que es de Dios, aunque en el pasado las iglesias no respetaran esa distinci¨®n en sus comportamientos. Pero ello no impide que ¨¦sta sea una aportaci¨®n capital. Hay una antropolog¨ªa, una ¨¦tica, una definici¨®n de la persona, una serie de imperativos morales, como el respeto de la persona y el pluralismo, que nos vienen del cristianismo. Las iglesias tienen raz¨®n al decir que Europa no puede hacerse sin el cristianismo, pero no tienen derecho a reivindicar el monopolio exclusivo. Europa es el pluralismo, el pluralismo de tradici¨®n cristiana en primer lugar: el catolicismo, las iglesias de la reforma, la ortodoxia, aunque el caso de la ortodoxia es, de hecho, m¨¢s complicado, porque no hay la misma tradici¨®n de independencia respecto al Estado, como hemos visto en Rumania y en Rusia. Y luego hay otras tradiciones humanistas, como el liberalismo y el socialismo, que constituyen la riqueza de Europa.
P. Usted ha escrito la mejor historia de la derecha francesa contempor¨¢nea. Ahora esa derecha se prepara para volver al Gobierno en las elecciones legislativas de 1993, pero, al mismo tiempo, est¨¢ muy dividida. ?C¨®mo ve la situaci¨®n?
R. La derecha francesa, mejor ser¨ªa decir las derechas, en plural, est¨¢ desgarrada por el debate sobre Maastricht, que ha hecho resurgir divisiones muy viejas. Si pensamos que, una vez aprobado el tratado de Maastricht, la pol¨ªtica europea se convertir¨¢ en un cap¨ªtulo esencial del Gobierno, es dif¨ªcil imaginar c¨®mo los que han hecho campana por el s¨ª y los que han hecho campana por el no podr¨¢n gobernar juntos y tener una pol¨ªtica exterior com¨²n.
Esto confirma que la derecha es, en realidad, una coalici¨®n de familias de pensamiento profundamente divididas sobre una serie de temas, y uno de ellos es la construcci¨®n europea.
P. En su clasificaci¨®n de la derecha francesa -liberal, contrarrevolucionarla y nacionalista-, ?d¨®nde sit¨²a usted el Frente Nacional?
R. El Frente Nacional es una amalgama de elementos de la vieja extrema derecha contrarrevolucionarla y de nacionalistas que reivindican la Revoluci¨®n Francesa, empezando por el propio Le Pen. Le Pen acepta la herencia de 1789, acepta la bandera tr¨ªcolor, el sufragio universal y la separaci¨®n entre la Iglesia y el Estado. Lo que evidentemente no abunda en ese partido son los liberales en el sentido pol¨ªtico y filos¨®fico del t¨¦rmino, los partidarios de la tolerancia respecto a los puntos de vista diferentes, aunque s¨ª hay muchos partidarios del liberalismo econ¨®mico.
P. ?Cree usted que es un fen¨®meno duradero?
R. Estamos obligados a decir que s¨ª. Es un fen¨®meno que dura desde hace 10 a?os. Cuando apareci¨®, hacia 1983, la reacci¨®n de casi todos los observadores fue decir que era un fuego fatuo, que ya se hab¨ªan visto cosas parecidas que duraron muy poco tiempo: el boulangismo, las ligas, el poujadismo... Y es verdad que, hasta ahora, una caracter¨ªstica de ese fen¨®meno era su precariedad, su condici¨®n de subida de fiebre vinculada a una crisis concreta. Pero el Frente Nacional parece m¨¢s enraizado en la sociedad francesa que sus predecesores.
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