Paraca¨ªdas

Hace dos d¨ªas, en el espacio junto a esta columna, le¨ªamos espeluznados la noticia de un ni?o colombiano de 13 a?os que salt¨® en paraca¨ªdas, no supo abrirlo y se mat¨®. El tremendo espect¨¢culo fue recogido por las cadenas de televisi¨®n de todo el mundo. Primero, un ni?o nacido entre algodones, enfund¨¢ndose el braguero y repitiendo a sus padres que no se olvidaran de fotografiarle en el momento de realizar la proeza; luego, un avi¨®n en el cielo, y acto seguido, un punto negro contra las nubes viajando insensatamente hacia el suelo. La escena final encuadra a mam¨¢ gritando "mi pequeno, mi peque?o" y a pap¨¢ pregunt¨¢ndose "?qu¨¦ pas¨®, qu¨¦ pas¨®?". Horror de televisi¨®n. Y horror por un ni?o.Hemos visto a¨²n pocos ni?os bosnios cayendo de la vida sin el paraca¨ªdas puesto. Apenas una caras pegadas a las ventanillas de un autocar, mirando con ojos grandes los de sus padres, ensanchados por el hambre y el miedo. Y otros ni?os, ya m¨¢s creciditos, paseando en chanclas y calz¨®n corto por alguna de nuestras primorosas ciudades. Nada m¨¢s.

Mientras, en el mismo ejemplar que recog¨ªa la tragedia colombiana, se informaba de una convocatoria de la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU: "La reuni¨®n prev¨¦ condenar las graves violaciones masivas de los derechos humanos en las rep¨²blicas de la antigua Yugoslavia. Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Alemania est¨¢n preparando un texto, y se nombrar¨¢ adem¨¢s a un relator especial para investigar la situa,ci¨®n en el conflicto yugoslavo, principalmente en Bosnia-Herzegovina, aunque tal vez se busque una formulaci¨®n indirecta para no acusar frontalmente a Serbia".

Reuniones, relatores, condenas. As¨ª no da tiempo de abrir el paraca¨ªdas. Y uno se pregunta qu¨¦ pas¨®, qu¨¦ pasa, con nuestra solidaridad enferma.