Un estudio en el caj¨®n
Entre las ocho candidaturas a los Juegos del 2000 -el r¨¦cord, hasta ahora, de aspirantes- hay algunas meramente testimoniales, como las de Estambul, Brasilia y Taskhent, para las que ello supone tan s¨®lo la posibilidad de que durante algunos a?os su ciudad ocupe un lugar en la prensa internacional y genere un inter¨¦s mundano que de otra forma dificilmente podr¨ªan alcanzar. Es un modo de promoci¨®n leg¨ªtimo, pero que, sin embargo, complica el ya de por s¨ª pol¨¦mico camino hacia la nominaci¨®n. Detr¨¢s de determinados intentos ol¨ªmpicos hay un inter¨¦s ya no meramente colectivo, ciudadano, sino una apuesta personal de dirigentes pol¨ªticos y econ¨®micos locales: a menudo, el globo sonda de los Juegos facilita su carrera profesional y abre perspectivas solventes de promoci¨®n.En otras ocasiones, como en el caso de Se¨²l 88 y ahora el de Pek¨ªn, la candidatura est¨¢ ligada a evidentes problemas de geopol¨ªtica. Los Juegos son para China una manera m¨¢s de levantar, aunque s¨®lo sea unos cent¨ªmetros, el bald¨®n de Tiannanmen que pesa sobre sus actuales autoridades y dificulta su inscripci¨®n en el mundo desarrollado.
En los archivos del COI reposa un estudio que la Comisi¨®n Ejecutiva elabor¨® hace un par de a?os sobre la posibilidad de limitar el n¨²mero de ciudades candidatas y evitar, as¨ª, los problemas derivados de una concurrencia excesiva. No obstante, ese informe, que preve¨ªa que en el ¨²ltimo tercio de la carrera ol¨ªmpica las candidaturas se redujesen a dos, no ha contado con el visto bueno de Juan Antonio Samaranch ni de otros influyentes miembros de la direcci¨®n. Las venta as de la propuesta, la limitaci¨®n de las insinuaciones de corrupci¨®n que siempre planean sobre los dirigentes ol¨ªmpicos, especialmente en los meses cercanos a la nominaci¨®n; la imposibilidad de que el COI sea utilizado por intereses particulares, ajenos al olimpismo, y la racionalizaci¨®n de un proceso de encuesta que se complica extraodinariamente conforme se suman ciudades al proyecto son, sin duda, ventajas de cierta solidez. Pero los inconvenientes no son despreciables: el COI teme que una limitaci¨®n de las candidaturas reste popularidad universal al proyecto ol¨ªmpico -no hay que olvidar que, despu¨¦s del fracaso econ¨®mico de Montreal 76, sus dirigentes iban a la caza y captura de ciudades con la misma tenacidad y desconsuelo con que Di¨®genes buscaba un hombre- y eval¨²a tambi¨¦n negativamente los problemas que surgir¨ªan de un doble descarte: a la decepci¨®n que acompa?a siempre la definitiva nominaci¨®n habr¨ªa que a?adir, seg¨²n el proyecto, las decepciones del descarte previo mucho m¨¢s peligrosas si se tiene en cuenta que el proceso de designaci¨®n seguir¨ªa, aunque limitado, en curso.
Otras variaciones en el sistema de designaci¨®n tienen un horizonte mucho m¨¢s problem¨¢tico. La principal, que alguna vez ha sido insinuada por Samaranch, supondr¨ªa designar a las sedes mediante votaci¨®n p¨²blica de los miembros del COI. Sin embargo, eso supondr¨ªa una modificaci¨®n radical de sus h¨¢bitos de conducta y de su propia estructura interna, algo que, seg¨²n todos los indicios, s¨®lo acometer¨¢ el sucesor del actual presidente.
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