Sacar provecho

El p¨²blico que llen¨® hasta la bandera la plaza, volvi¨® a divertirse y a pedir orejas, a sacar a los toreros y al mayoral a hombros, y a irse al baile de sus fiestas patronales feliz. No hab¨ªan malgastado el dinero de las entradas, que est¨¢n car¨ªsimas, y hab¨ªan llegado a vibrar durante la lidia con los tres espadas. Para el p¨²blico en general, es una ofensa no repartir premios despu¨¦s de gastarse en los toros media paga de vacaciones. El aficionado no, ya se sabe que ese siempre que ve un toro en el ruedo saca provecho.Ayer lo sac¨®, porque, aunque la cara de los toros no era demasiado ofensiva, algunos tuvieron lustre, y se repartieron bondad y casta a partes iguales. Y porque C¨¦sar Rinc¨®n, con un toro manso y encastado con problemas y que a veces se paraba o se quedaba corto, por el pit¨®n izquierdo preferenteniente, demostr¨® sus dotes en la lidia y, con seguridad, cruzado y llevando dominada la embestida, venci¨® y convenci¨®.

Al final se descar¨® con el toro y mir¨® al tendido, que le aplaud¨ªa con calor. En el primero de su lote dio tres largas cambiadas seguidas para poner a tono al respetable. Ese toro era noble y d¨®cil y procur¨® el toreo bueno y relajado, pero las pocas fuerzas del burel, que hab¨ªa dado dos volteretas, no le dejaron redondear esa faena de sal¨®n ideal. El toro perdi¨® gas poco a poco, y Rinc¨®n cuid¨® que no se cayera.

El torero de San Sebasti¨¢n de los Reyes, Andr¨¦s Caballero, la arm¨® gorda con las banderillas en su primer toro. Los dos ¨²ltimos pares por dentro pusieron a hervir los grader¨ªos. El tercero fue tan ajustado, que quiso salir de la reuni¨®n dando un paso atr¨¢s y se encontr¨® con las tablas. Ayudas y banderilleros estuvieron prestos al quite y no hubo percance.

Con la muleta aplic¨® en sus dos toros un toreo bullidor y valiente, que en el sexto logr¨® m¨¦ritos de oreja por consentir y mandar, pues ese toro ten¨ªa picante. En este se pas¨® la muleta a la mano izquierda, mientras que en el pastue?o tercero se le olvid¨®. Consigui¨® triunfar ante su gente por su entrega y coraje.

Ortega Cano se confi¨® y lleg¨® a estar a gusto en el primero, un toro d¨®cil y codicioso; en ¨¦ste, una buena tanda de naturales y unos gustosos ayudados por alto y por bajo, antes de entrar a matar, fueron lo m¨¢s sobresaliente. Y al casta?o encastado -problem¨¢tico, por eso mismo-, no logr¨® dome?arle sus asperezas en una larga faena que le silenciaron.