Los otros Juegos
ESTA TARDE se abren en Barcelona los Juegos Paral¨ªmpicos. En el manojo de claves simb¨®licas que sobrevolar¨¢n la ceremonia inaugural hay dos episodios particularmente contundentes: los mensajes del poeta Miquel Mart¨ª i Pol y del cient¨ªfico Stephen Hawking. Dos personas a quienes las ataduras f¨ªsicas no han impedido crear la mejor poes¨ªa y la mejor ciencia. Las palabras de Hawking resumen el porqu¨¦ de esta enorme fiesta deportiva: "Los minusv¨¢lidos no somos un grupo aparte; antes al contrario, somos seres humanos normales que simplemente tienen necesidades diferentes". Los Juegos Paral¨ªmpicos son, en el fondo, un enorme escenario para vocear las justas reivindicaciones de este colectivo de ciudadanos a quienes esas necesidades diferentes les conducen, demasiado a menudo, a una aut¨¦ntica marginaci¨®n.Ante el fest¨ªn paral¨ªmpico, con todo, hay unas l¨®gicas interrogaciones ciudadanas: est¨¢ muy bien que las personas minusv¨¢lidas quieran practicar deporte, pero ?por qu¨¦ pretenden imitar el boato ol¨ªmpico? ?El espectador seguir¨¢ simplemente una competici¨®n deportiva o, incluso sin quererlo, contemplar¨¢ entre morboso y compasivo a un manco nadar los 100 metros libres? Los promotores de los Juegos tienen claras y razonables respuestas: los Paral¨ªmpicos no son un esperpento. Como deportistas, los 3.000 atletas convocados tienen todo el derecho a medir sus fuerzas en un campeonato de m¨¢xima altura internacional, y lo que se ver¨¢ en los estadios ser¨¢ simplemente c¨®mo unos ciudadanos son capaces de superar graves impedimentos f¨ªsicos. As¨ª, por ejemplo, un' atleta sin una pierna es capaz de saltar el list¨®n de los dos metros, apenas a 36 cent¨ªmetros del r¨¦cord mundial.
Los Paral¨ªmpicos son, pues, una fiesta deportiva, pero tambi¨¦n una lecci¨®n de vida cotidiana porque el mismo puesto en la organizaci¨®n de los Paral¨ªmpicos no se corresponde con los tropiezos que la vi da cotidiana presenta a estos ciudadanos, y muchos de los cuales son en parte solventables por las administraciones p¨²blicas: barreras urban¨ªsticas de todo tipo, impedimentos en el transporte, normativas de construcci¨®n que no contemplan problemas tan est¨²pidos como ascensores estrechos que no permiten entrar en sillas de ruedas, etc¨¦tera.
Hoy empiezan otros juegos que, aunque tengan menos televisi¨®n, no por ello dejan de tener importancia. Son unos juegos no mercantilizados, con un mensaje principal la capacidad de superaci¨®n de unos ciudadanos de la que la sociedad debe sacar lecciones provechosas.
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