Zhang Yimou consigue otra obra magistral
Los malos augurios inaugurales con que comenz¨® esta primera Mostra digirida por Gillo Pontecorvo se van apagando poco a poco. Hay buen cine aqu¨ª. Las cuatro pel¨ªculas francesas, realizadas por Sautet, Tavernier, Holland y Otar losseliani, elevaron d¨ªa tras d¨ªa el bajo nivel del comienzo. Y ayer, de un solo golpe, la aceptable calidad media de la selecci¨®n se elev¨® hacia eso que siempre uno espera de un gran festival de cine: la excepcionalidad, la maestr¨ªa, lo radicalmente nuevo o radicalmente cl¨¢sico. Y esto lleg¨®, una vez m¨¢s, de China, y una vez m¨¢s de dos genios del cine moderno: el director Zhang Yimou y la actriz Gong Li, con La historia de Qiu Ju.
ENVIADO ESPECIAL
Completamente distinta a Sorgo rojo, Ju Dou y La linterna roja, la nueva pel¨ªcula de Yimou es una maravilla que justifica por s¨ª sola el enorme esfuerzo que hay detr¨¢s de las pantallas de este gran escaparate cinematogr¨¢fico.Se respira de manera pausada, honda e inaudible, cuando una sala atestada asiste a la proyecci¨®n de una verdadera pel¨ªcula. Ayer, la densa y viciada atm¨®sfera -una proyecci¨®n tras otra, desde primeras horas de la ma?ana hasta altas horas de la madrugada- de la Sala Perla se hizo libre, ligera y confortable durante las casi dos horas de proyecci¨®n de La historia de Qiu Ju. La duraci¨®n no era por fin enemiga de los ojos y estos reposaban intensamente en la imagen y la secuencia. Se descansa en el esfuerzo de ver cine, cuando este esfuerzo es de penetraci¨®n dentro de una pantalla viva y profunda. Ver a Gong Li dirigida por Zhang Yimou es uno de los sucesos m¨¢s gratificantes que proporciona a todo el mundo el cine de hoy. Es como recuperar a Marlene Dietrich dirigida por Josef von Sternberg o a Greta Garbo moldeada por la c¨¢mara de William Daniels. Asistimos al nacimiento de un mito, a los primeros pasos de una leyenda del cine.
"Mis tres primeras pel¨ªculas est¨¢n ambientadas en la China tradicional", cuenta Yimou. "En ellas me ce?¨ª con todo el rigor que me es posible a la armadura de los guiones, que estaban cuidadosamente elaborados por quienes los escribieron. De ah¨ª procede, a mi juicio, la condici¨®n f¨¦rrea de las composiciones de Sorgo rojo, Ju Dou y La linterna roja. Son obras con armaz¨®n muy precisa, pues de otra manera no es posible componer en cine una tragedia".
No es este el caso de La historia de Qiu Ju. Aqu¨ª, Yimou se sumerge en el hormiguero de la China actual y no le es posible aislar a sus personajes en un ¨¢mbito cerrado y metaf¨®rico: ha de ir a la verdad abierta a inmediata, a la captura de las evidencias ambientales. Y cambia en consecuencia de estilo, de tempo y de geometr¨ªa visual. Aqu¨ª la secuencia se desliza sobre el glorioso desorden de un chorro, de un peque?o arroyo y su ligero y ¨¢gil desorden. Es casi lo opuesto a lo que ven¨ªa haciendo y esto da idea de la flexibilidad de la imaginaci¨®n de este formidable cineasta, uno de los m¨¢s dotados y m¨¢s originales del cine actual.
C¨¢maras escondidas
"El equipo era muy peque?o y ten¨ªamos que rodar en los pueblecitos y en las calles de la ciudad con la c¨¢mara escondida. Por eso predominan los planos generales y las tomas con teleobjetivo. Los actores son casi todos naturales y Gong Li ten¨ªa que afearse (lo que ya es dif¨ªcil) para poder pasar desapercibida entre ellos. Todo result¨® muy divertido y libre. Realizar un relato con registros de comedia ha sido una experiencia que no conoc¨ªa".Es, en efecto, La historia de Qiu Ju una comedia. Pero su alegr¨ªa exterior posee, como todas las buenas comedias, cargas de profundidad amargas y de una grave dureza en el entrelineado de las im¨¢genes. El poso global que deja en la retina esta visi¨®n de la China actual tiene algo de mazazo, una sacudida de absurdo y de horror risue?o, apacible vivible. Est¨¢ llena la pel¨ªcula de gente viva, pero cercada por un sistema de opresi¨®n burocr¨¢tica y jur¨ªdica que les hace no ser en absoluto due?os, no ya de su destino sino de sus peque?as decisiones cotidianas: incluso del control y la posesi¨®n de su dignidad como individuos.
Eso es el filme en su resultante global: Gong Li, una campesina que se siente ofendida porque el jefe del poblado ha dejado a su marido sin un test¨ªculo durante una pelea, reclama el derecho a que se le d¨¦ a ella una disculpa en cuanto perjudicada por la virilidad mutilada de su marido. Pero todas las instancias administrativas y judiciales a las que acude en busca de esta disculpa a la agresi¨®n a su honor de mujer son insatisfactorias para ella. Y al final, cuando vence en su tozuda querella, la insatisfacci¨®n que le causa la victoria es a¨²n m¨¢s desesperanzadora.
Decir que Gong Li hace un trabajo eminente resulta casi innecesario. Tanto como insistir en que, aunque afeada aposta y con los andares patizambos de una m¨ªsera embarazada peregrina de oficina en oficina, sigue siendo eminentemente guapa. Devora ella sola la pantalla, la llena, la convierte en esa fuente "de parad¨®jico reposo del esfuerzo a que antes aludimos. Su rotunda belleza tiene algo de perturbador, que es el sello de los grandes rostros del cine, el siglo de la estrella,. en medio de un firmamento casi apagado y escaso de este tipo de luces.
Horas antes de la proyecci¨®n de La historia de Qiu Ju se proyect¨® otra buena pel¨ªcula china titulada Amanecer sangriento. Su responsable, Li Shaohong, cont¨® as¨ª su peripecia personal para poder venir a Venecia a presentarla, lo que es ampliable a Zhang Yimou y Gong Li. Dijo: "La polic¨ªa nos interrog¨® cuando pedimos el permiso de salida. Me dijeron que en caso de que ustedes, los periodistas, preguntaran por la situaci¨®n pol¨ªtica china tras los sucesos de Tiananmen contestara esto". Y muestra un folio manuscrito. "Lo tuve que aprender de memoria y repetirlo una y otra vez a los polic¨ªas, pero no pienso repetirlo otra vez aqu¨ª, porque dice lo contrario de lo que pienso. As¨ª que les ruego que no me pregunten nada sobre Tiananmen y la pol¨ªtica china". No le preguntaron. Hab¨ªa contestado ya con demoledora radicalidad y libertad. Y eso, libertad y radicalidad es La historia de Qiu Ju.
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