La historia al rev¨¦s
La burocracia adormece la inteligencia. La rutina es la madre del error continuado, cuya ¨²nica justificaci¨®n de existencia es la continuidad de su gestaci¨®n. Militares y bur¨®cratas tienen algo en com¨²n, la l¨®gica lineal; su ley m¨¢xima es seguir la norma, no innovar. Seguir la l¨ªnea jer¨¢rquica. Quien m¨¢s manda no se equivoca. Lo que, aun cuando contradice toda l¨®gica, contin¨²a en la l¨ªnea de que la tradici¨®n es sagrada.La maldad no est¨¢ en las armas, sino en su uso. Un ca?¨®n no es peor que una honda si no es usado para matar.
Se considera extra?o, forastero, a quien se desconoce. Si, adem¨¢s, habla un idioma distinto al de nosotros y tiene unas facciones desacostumbradas en nuestro entorno, ya est¨¢ el retrato completo de la desconfianza hecho. De ah¨ª a considerarlo un enemigo, un peligro, va s¨®lo un paso. Buscaremos excusas de cualquier g¨¦nero para poder atacarlo: que son sucios, que son feos, que toman drogas, que roban, o que creen en un Dios diferente. A partir de esa clasificaci¨®n del desconocido, ya es l¨ªcito eliminarlo.
Con esa base, nos explicamos los ataques a los negros, los ¨¢rabes, los gitanos, los jud¨ªos, y para todos tenemos justificaci¨®n. La realidad es que les tememos. El miedo a lo desconocido sigue dominando nuestro esp¨ªritu, tanto ahora como en los albores de la humanidad. Habr¨ªa que hacer un gran intercambio sistem¨¢tico de estudiantes entre escuelas de diversas regiones y aun de naciones de Europa.
Estamos acostumbrados a aceptar las cosas tal como nos fueron dadas, traspasando de nuestros mayores los errores heredados, sin cuestionarlos. La historia escrita de los pueblos siempre es subjetiva. Depender¨¢ principalmente de que quien la escriba haya nacido a un lado u otro de una frontera. Si queremos llegar a una verdadera uni¨®n europea, habremos primero de confeccionar la historia de sus relaciones amistosas. Un equipo internacional de expertos podr¨ªa intentar un acercamiento. Eso no significar¨ªa una mayor manipulaci¨®n que la hasta ahora habida. En todo relato se olvidan episodios y se resaltan otros. Pues bien, no habr¨ªa m¨¢s que olvidar un poco los hechos desagradables, las guerras y conflictos, y destacar los placenteros. Seguro que a nuestros escolares no les har¨ªa ning¨²n mal y los preparar¨ªa para ser menos xen¨®fobos. De la manipulaci¨®n en sentido contrario, ya tenemos demasiada experiencia. Volvamos la historia del rev¨¦s, que por dentro se ven las costuras.-
Ag¨¹imes, Gran Canaria.
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