Verdugos

Llevo una semana con el ¨¢nimo abrumado, desde que me enter¨¦ que polic¨ªas y guardias civiles torturadores no s¨®lo no cumplen sus sentencias de inhabilitaci¨®n, sino que encima son premiados con suculentos y elevados destinos, como, por ejemplo, asesorar a Vera en el Ministerio de Interior. Por si esto fuera poco, tambi¨¦n unos golpistas del 23-F fueron encargados de examinar de la Constituci¨®n a los cabos de la Guardia Civil. Las dos noticias se hicieron p¨²blicas al mismo tiempo, como para evidenciarnos, con dos tazas de caldo, que este pa¨ªs moderno y rutilante del 92 tiene unos agujeros colosales. Que existe una Espa?a que m¨¢s que profunda es abisal, una Espa?a casposa en la que las Filesas importan condones japoneses y exportan rosarios (eso dicen), y cuyo funcionamiento recuerda demasiado la arbitrariedad, de las pasadas d¨¦cadas.?Qu¨¦ le habr¨¢ aconsejado a Vera su torturador personal? Y un tribunal golpista, ?dar¨ªa tal vez una nota m¨¢s alta a los cabos que peor se supieran la Constituci¨®n? Casi cualquier demencia me parece posible, dadas estas noticias demenciales.

Que militares golpistas, tan obviamente fuera de su sano juicio, se dediquen a juzgar a los j¨®venes cabos, resulta tan grotesco que casi divierte. Pero lo que no divierte en absoluto es la complicidad con los verdugos, porque parecer¨ªa indicar cierta permisividad con el suplicio. Ya lo dijo Bandr¨¦s, que es un pol¨ªtico del que a¨²n me f¨ªo, a principios del verano: habl¨® de que hab¨ªa nuevos indicios de torturas. Que los terroristas de ETA sean unos asesinos despreciables no excusa al Estado en modo alguno para recurrir a esa abyecci¨®n que es el tormento. No nos dejemos contagiar por la violencia etarra: no devoremos a los can¨ªbales. Ahora que aumenta el consenso contra el terrorismo hay que aumentar la transparencia.