Una cara con ¨¢ngel
Ten¨ªa algo de Fernandel, y algo tambi¨¦n de aquella espl¨¦ndida y hoy casi olvidada Mar gareth Rutherford. Como ellos, supo hacer de la necesidad virtud y amold¨® sus rasgos simp¨¢ticos y caballudos, su desgarbo y su estatura -exagerada para los exiguos c¨¢nones de una posguerra fam¨¦lica- a un personaje inefable, de comicidad desbordante y de profundo donaire: pocos actores ha habido, en el cine y en el teatro espa?oles, que hayan sabido sacar tan buen partido de sus limitaciones. Pero era catalana, no francesa o inglesa. Tal vez por eso a sus grandes dotes histri¨®nicas les estuvo vedada la paciente construcci¨®n de una filmograf¨ªa siquiera solvente: presencia activa en torpes ficciones de humor grueso que sol¨ªan tenerla como uno de los pocos, sino el ¨²nico, alicientes. Mary Santpere debut¨® en el cine con Ignacio F. Iquino, a quien ser¨ªa fiel casi hasta el final profesional del viejo patriarca: nada menos que 41 a?os separan su primera colaboraci¨®n (en Paquete, el fot¨®grafo p¨²blico n¨²mero uno, un mediometraje rodado en 1938) de la ¨²ltima y olvidable, en 1979 (Un mill¨®n por tu historia).
Entremedio, y sobre todo en los prol¨ªficos a?os cuarenta, Santpere era una habitual en las producciones de Iquino (ocho pel¨ªculas entre 1942 y 1948), secundaria durante m¨¢s de 20 a?os. Pero tambi¨¦n lo fue en pel¨ªculas de otros directores de la modesta cantera catalana: Ricardo Gasc¨®n, Miguel Iglesias, Rovira Beleta, Joan Bosch.
Fama a pulso
Muchas de sus pel¨ªculas se han perdido para siempre y seguramente no lo lamentan quienes las pagaron. Lo que nos interesa es que Santpere, ganada su fama a pulso en los teatros de los que era hija, llegar¨ªa a aparecer como protagonista en varias pel¨ªculas de los sesenta, como Miss Cupl¨¦, de Pedro Lazaga, y Detective con faldas, de Ricardo N¨²?ez.
Fue s¨®lo un espejismo. Lo suyo eran los personajes de car¨¢cter, no en vano militaba en las filas de esos secundarios magn¨ªficos que hicieron la mejor fortuna del cine espa?ol desde siempre. Los altibajos de su carrera cinematogr¨¢fica se perpet¨²an en los setenta -s¨®lo seis pel¨ªculas en 10 a?os-, hasta que directores m¨¢s j¨®venes, con Ventura Pons a la cabeza, la tienen en cuenta para sus comedias en catal¨¢n, mientras otros, como Berlanga, la hacen aparecer en su sempiterno papel de catalana t¨ªpica y t¨®pica.
Sus ¨²ltimas comparecencias dan cuenta de una vital, jocosa profesional todoterreno, con oficio y energ¨ªa suficientes como para eclipsar a los m¨¢s esforzados acompa?antes. As¨ª se la recordar¨¢ en su desopilante participaci¨®n en Makinavaja, el ¨²ltimo choriso. Y en su ¨²ltimo trabaj¨® en el cine, Krapachouk, en la que hac¨ªa de criada catalana de un ?scar Ladoire se?orito francoespa?ol. Genio y figura.
Babelia
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