Sida en la escuela
LA IGNORANCIA y la insolidaridad han vuelto por sus fueros en el inicio del curso escolar con el rechazo de algunos padres a que sus hijos compartan aula y compa?¨ªa con ni?os portadores de anticuerpos del virus del sida. El caso de la ni?a malague?a Montserrat Sierra, impedida de escolarizarse el curso anterior por la oposici¨®n de los padres del colegio p¨²blico al que asist¨ªa, est¨¢ en trance de reproducirse en el actual. No es el ¨²nico. Los padres de los alumnos de un colegio p¨²blico de Pontevedra tambi¨¦n se oponen a la escolarizaci¨®n de un ni?o de cuatro a?os supuesto portador de anticuerpos de la enfermedad. No basta que se repita hasta la saciedad que no existe riesgo de contagio. El miedo a lo desconocido y la desinformaci¨®n -o mejor, la desconfianza ante la informaci¨®n solvente que ofrecen los expertos y estudiosos del sida- se sobreponen a cualquier otra consideraci¨®n y propician un segregacionismo escolar que ni los poderes p¨²blicos ni la sociedad pueden admitir.Son casos que muestran -y de qu¨¦ forma- c¨®mo los efectos devastadores del sida no son s¨®lo sanitarios, sino sociales: la convivencia en el seno de las poblaciones se cuartea, resurgen m¨¦todos casi inquisitoriales de control social y aparecen actitudes de censura moral e ideol¨®gica que se cre¨ªan superadas. Si existe alg¨²n ¨¢mbito donde estos efectos deben ser combatidos con la m¨¢xima energ¨ªa es el escolar. No s¨®lo por la crueldad que supone interferir sin raz¨®n sanitaria alguna en el proceso de escolarizaci¨®n de ni?os que tienen el derecho constitucional a ella condicionando gravemente su integraci¨®n en la sociedad, sino tambi¨¦n por la urgencia de poner coto cuanto antes a comportamientos que podr¨ªan extenderse en un momento en que el sida se encuentra todav¨ªa en una fase expansiva.
Hace dos a?os el n¨²mero de ni?os menores de 13 a?os con anticuerpos del sida oscilaba en Espa?a entre 1.500 y 2.000, si bien en su inmensa mayor¨ªa los anticuerpos no eran propios, sino de la madre infectada, lo que significa que no contraer¨¢n la enfermedad. Pero, dada la progresividad del sida, es l¨®gico que su n¨²mero aumente, haciendo sentir su presencia en el mundo de la escuela. De ah¨ª la necesidad de que las autoridades administrativas y la comunidad educativa tengan una pol¨ªtica definida sobre la forma de tratar un problema que m¨¢s que sanitario y escolar es, sobre todo, de convivencia social. Existen programas serios de integraci¨®n escolar de estos ni?os tanto fuera como dentro de Espa?a. En el Pa¨ªs Vasco se desarrolla con ¨¦xito desde hace un a?o un plan de integraci¨®n basado en la confidencialidad y en la colaboraci¨®n estrecha entre profesores y m¨¦dicos.
No son pocas, sin embargo, las dificultades del empe?o. Adem¨¢s del espanto que sigue provocando el sida, si bien compatible con actitudes irresponsables ante el riesgo de su contagio, existe un fuerte recelo en la sociedad, espa?ola ante la informaci¨®n oficial sobre la enfermedad. Y ello a pesar de que la Unesco haya puesto de manifiesto en su programa educativo de prevenci¨®n sobre el sida que no puede contraerse la enfermedad "ni por medio de insectos, ni a trav¨¦s de alimentos, estornudos, tos, instalaciones de aseo, orina, piscinas, sudor, l¨¢grimas, uso compartido de cubiertos, vajillas, vasos u otros art¨ªculos como ropa protectora, tel¨¦fonos, juguetes, muebles o vestimenta deportiva, ni tampoco por prestarse la goma de borrar".
Sin duda, los padres tienen todo el derecho a que se les garantice que sus hijos no van a ser contagiados. Pero, adem¨¢s de un mayor apoyo e informaci¨®n institucionales en la satisfacci¨®n de este derecho, tambi¨¦n se necesita de su parte un poco m¨¢s de confianza en las administraciones sanitaria y educativa. En todo caso, existe en el mundo de la escuela un grupo social con muchos m¨¢s riesgos frente al sida: la adolescencia. Las primeras experiencias sexuales y el peligro de la droga -dos v¨ªas de contagio de la enfermedad cient¨ªficamente establecidas- merecen, sin duda, la mayor atenci¨®n por parte de los padres y de la comunidad escolar. La alarma suscitada por los casos de escolarizaci¨®n de ni?os con anticuerpos del sida no deja de ser, en parte, la proyecci¨®n hacia fuera de los miedos y los monstruos que todos llevamos dentro.
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