El resplandor tr¨¢gico de Bob Wilson
.Coincidiendo con su montaje del Don Juan y la exposici¨®n del IVAM, de Valencia, Bob Wilson (Waco, Texas, 1941) presenta en Madrid una muestra con sus dibujos, fotograf¨ªas y esculturas-muebles.
Se trata de una iniciativa extraordinariamente interesante porque es seguro que el p¨²blico espa?ol con aficiones culturales est¨¢ m¨¢s o menos informado acerca de la importancia m¨ªtica que tiene este artista en el mundo de la escena actual, pero quiz¨¢ desconozca o conozca mal otros aspectos de su fecunda y vers¨¢til actividad creadora, que comprende no s¨®lo el dibujo, el dise?o, la escultura, sino tambi¨¦n lam¨²sica, la fotograf¨ªa, el v¨ªdeo, etc¨¦tera; en realidad, todas esas complejas disciplinas que intervienen en ese sue?o de la obra de arte total que, seg¨²n Wagner, era la ¨®pera. En este sentido, recuerdo el impresionante montaje que, hace ahora un a?o, inaugur¨® en el Centro Pompidou de Par¨ªs, s¨ªntesis perfecta de monumental c¨¢mara sinest¨¦sica sin renunciar a una voluntad narrativa.
Robert Wilson
Galer¨ªa Gamarra y Garrigues. Doctor Fourquet, 12, Madrid.Desde el 25 de septiembre de 1992.
Concentraci¨®n y sobriedad
Algo de esto tambi¨¦n se puede apreciar en esta exposici¨®n madrile?a, pero aqu¨ª, sobre todo, con un toque de concentraci¨®n y sobriedad severamente cl¨¢sicos. Por una parte, hay una exquisita selecci¨®n de dibujos, que aluden algunas de sus m¨¢s c¨¦lebres piezas, como La muerte de Danton, Einstein en la playa y la inminente del Don Juan; por otro lado, est¨¢n algunas de sus esculturas, como la Silla de Einstein o las Sillas y mesas colgantes de La vida y la ¨¦poca de Sigmund Freud, piezas ¨¦stas de una evanescente delicadeza, o, en fin, la serie de bell¨ªsimas fotograf¨ªas del rodaje de los exteriores del Don Juan.Es como un tratado en blanco y negro del pensamiento y la sensibilidad de Wilson, reforzado en este caso por esa impresionante concisi¨®n, esa sobriedad construida a trav¨¦s de una caligraf¨ªa de resplandores.
Todo resulta as¨ª particularmente intenso, emocionante, como un Malevich, donde la metaf¨ªsica, el melodrama y cierto arca¨ªsmo salvaje se dieran cita agitando los m¨¢s profundos recuerdos emocionales. Personalmente, es ¨¦ste el Wilson que m¨¢s me conmueve: el que revuelve la espesa sangre negra del misterio con la gracilidad transparente y la precisi¨®n de un griego cl¨¢sico, naturalmente tr¨¢gico.
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