Artistas en el destierro

Estuvieron aqu¨ª ya un par de veces -la primera, creo, en 1988- y tuvieron la admiraci¨®n de todos. La ¨²ltima vez que vinieron dieron esta mismo Sue?o de una noche de verano -o de San Juan, aunque nunca se traduzca as¨ª-, tan graciosa, tan apayasada -hasta en el sentido etimol¨®gico de la palabra: los que trabajan con paja, los campesinos, los paletos: barn, sufijo, en su nombre, indica el patio de animales, el granero en una granja-; con c¨®micos diestros, con un sentido profundo de la bromista comedia de Shakespeare.Vinieron al ilustre teatro de la Comedia; ahora est¨¢n en una carpa que la incuria municipal ha desterrado de las cercan¨ªas de la prevista catedral de la Almudena -tan fea, tan mal ideada: pena de dinero invertido, que hubiera servido para restaurar la magnificencia de San Isidro, o de alg¨²n otro gran templo madrile?o-, porque les parec¨ªa "un circo de tercera" (Matanzo, Manzano): tampoco un circo merecer¨ªa ese maltrato. Esta gente est¨¢ volviendo al desprecio a los actores, a la idea de las compa?¨ªas de la legua. Desterradas. Corramos un velo: ya lo pagar¨¢n en las urnas, esto y todo lo dem¨¢s. Se puede repetir todo lo que entonces se dijo: un Shakespeare sin perturbaciones de texto ni de intenci¨®n, un arte genuino, tradicional y vivo. El p¨²blico se rompe las manos aplaudi¨¦ndoles.