El voto de castigo
CONCLUIDO EN la madrugada de ayer el ¨²ltimo debate entre los candidatos a las elecciones presidenciales estadounidenses del pr¨®ximo 3 de noviembre, nadie disputa ya al dem¨®crata Bill Clinton la casi absoluta certeza de que ser¨¢ el pr¨®ximo ocupante de la Casa Blanca. Desde antes del verano, el gobernador de Arkansas se hab¨ªa colocado a la cabeza de las preferencias de voto en las encuestas y su ventaja sobre el presidente nunca fue menor del 12%.A lo largo del ¨²ltimo tercio de siglo se han producido algunos debates de gran peso y consecuencias entre los aspirantes a la Casa Blanca. Fue c¨¦lebre y apasionante el habido entre Kennedy y Nixon en 1959; fue en gran medida decisivo el que en 1979 enfrent¨® al presidente saliente, Jimmy Carter, con quien le acabar¨ªa- derrotando de forma estrepitosa, Ronald Reagan. En esta ocasi¨®n, sin embargo, - los debates no han servido para alterar intenciones de voto ni para reducir las diferencias porcentuales entre aspirantes, que salen de ellos igual que entraron, ni mejor ni peor.
- Es curioso que, a lo largo de los debates, aun siendo la m¨¢s vac¨ªa de ideas, la personalidad de Ross Perot -el candidato independiente que no ganar¨¢- haya resultado la m¨¢s refrescante y divertida. En cambio, el presidente Bush, al intentar proyectar una imagen de hombre de Estado maduro y experimentado, ha resultado monocolor y muchas veces indeciso, y, sobre todo al final, ha dado impresi¨®n de cansancio y derrota. Es evidente que su mensaje, divulgado en un momento de grave crisis econ¨®mica, con los instantes m¨¢s gloriosos de su presidencia (la guerra del Golfo) ya difuminados en el tiempo y con alg¨²n interrogante grave sobre su m¨¢s que probable participaci¨®n en los esc¨¢ndalos del Ir¨¢n-Contra, no ha acabado de calar en los norteamericanos.
Bill Clinton ha sido quien ha proyectado una imagen m¨¢s seriamente juvenil y decidida, aun a costa de parecer pomposo en ocasiones. Un poco estereotipado en su firmeza y conocimientos, pero tal vez lo que ahora necesita la sociedad norteamericana. Y es que es evidente que el electorado ha seguido los debates con apasionamiento inusitado y que las encuestas indican que, lejos de producirse. la abstenci¨®n habitual (en tomo al 49%) en la elecci¨®n presidencial, la participaci¨®n en las urnas ser¨¢ superior a las anteriores convocatorias.
?Perder¨¢ Bush los comicios de noviembre a causa de un voto de castigo? Sin. duda. Los norteamericanos, en esta ocasi¨®n, parecen preferir inclinarse por lo bueno por conocer que por lo malo conocido. La sociedad estadounidense est¨¢ cansada de depresi¨®n econ¨®mica y de un equipo republicano que ha sido incapaz de enderezar la situaci¨®n (un d¨¦ficit p¨²blico irrefrenable de 350.000 millones de d¨®lares, m¨¢s del 10% de paro, un promedio de crecimiento real del 0,7% durante el mandato...). No quiere ya un presidente volcado hacia el exterior e indiferente a los problemas internos. En esas circunstancias, parece que preferir¨¢ la f¨®rmula de "invertir en crecimiento" que le propone Clinton, aun a costa de subir los impuestos e incrementar el gasto, y no se cree el "no m¨¢s impuestos" que jura Bush como ya lo hiciera hace cuatro a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.