Un telepopulista 'made in USA'
La ins¨®lita campa?a de Perot le convierte en un factor decisivo de estas elecciones
Ross Perot, el multimillonario tejano que se presenta como independiente a la presidencia de Estados Unidos, se ha convertido, con una campa?a electoral sin parang¨®n, en un factor decisivo de la votaci¨®n del pr¨®ximo martes 3 de noviembre. Gane el candidato dem¨®crata, Bill Clinton, o el republicano, George Bush -pues todo el mundo reconoce que las posibilidades de Perot son m¨ªnimas-, el millonario tejano habr¨¢ creado varios precedentes en la vida pol¨ªtica norteamericana.
Perot habr¨¢ demostrado que un particular con mucho dinero, sin organizaci¨®n ni experiencia pol¨ªtica anterior, puede desafiar a los dos principales partidos del pa¨ªs con una t¨¦cnica rudimentaria, pero eficaz : el empleo de la televisi¨®n al modo de los telepredicadores. Su. mensaje, m¨¢s que evang¨¦lico, es populista y su objetivo no es convertir a los descarriados, sino devolver el "prestigio" a la marca made in USA.Para seguir la campa?a de Ross Perot, los periodistas no han tenido que viajar en trenes, aviones o autobuses tras el candidato mientras ¨¦ste estrechaba manos, besaba a los ni?os o charlaba con los comerciantes por todas las calles, plazas y mercados del pa¨ªs. Les ha bastado sentarse frente al televisor y seguir los infomerciales, los anuncios informativos, que el candidato ha comprado a precio de oro -25 millones de d¨®lares (m¨¢s de 2.600 millones de pesetas) en la ¨²ltima semana- a las principales cadenas de televisi¨®n. en los horarios de m¨¢xima audiencia, o contemplar en los tres debates entre los candidatos a la presidencia c¨®mo Perot, de 62 a?os, aventajaba a dos pol¨ªticos curtidos con una lenguaje directo, divertido, eficaz.
Perot, demostraba de una forma sencilla que quien controla la imagen tiene el poder; que pod¨ªa fabricarse una imagen p¨²blica -en su caso, de hombre sencillo, recto, en¨¦rgico, con ¨¦xito- sin pasar por el control de los periodistas, de los medios de comunicaci¨®n, a los que no se priva de criticar en p¨²blico. Y ese estilo de capit¨¢n de empresa, paternalista, patriota, independiente, se respiraba en su cuartel general electoral de Dallas.
Situado en un edificio de oficinas de tres plantas en un suburbio de la ciudad, no tiene banderas ni emblemas que lo indentifiquen del resto de las edificios o viviendas del barrio. Los recepcionistas, todos voluntarios, como es costumbre en la pol¨ªtica norteamericana, tienen, sin embargo, una caracter¨ªstica en com¨²n: son gente de edad avanzada, lo que da la sensaci¨®n de acceder a una especie de hogar del jubilado en campa?a electoral.
Sharon Holman, su jefa de prensa, no tiene experiencia. -anterior en campa?as pol¨ªticas -trabajaba como relaciones p¨²blicas en una empresa de Perot-, pero se desenvuelve con aplomo con el grupo, de corresponsales acreditados que. preguntaban, una y otra vez, por un Ross Perot que pr¨¢cticamente ha sido invisible para la prensa durante la mayor parte de la campa?a.
Pero el coraz¨®n del cuartel general de Perot no es la sala de prensa, sino la sala de tel¨¦fonos, donde cerca de 100 voluntarios atienden las llamadas de los simpatizantes que desde todo el pa¨ªs preguntan por su l¨ªder o se ofrecen para colaborar en la campa?a. Amas de casa con pamela verde, venerables ancianos con una bandera norteamericana en el gorrito y el pecho lleno de chapas electorales, o discretos padres de familia se sientan, codo con codo, en largas mesas que llenan la amplia sala. No hay j¨®venes, ni negros, ni hispanos, aunque su jefa de prensa afirma que vienen en otros turnos.
Bob Wolfson, de 60 a?os de edad, peque?o empresario que se ha cerrado su negocio por la recesi¨®n y que se encuentra ahora en paro, es uno de los voluntarios que han acudido a las oficinas de Perot, porque "Estados Unidos necesita, un verdadero cambio". "Ross Perot es el ¨²nico que puede limpiar la pol¨ªtica de este pa¨ªs, defender a la industria norteamericana", afirmaba. Las cr¨ªticas a los pol¨ªticos profesionales, a la prensa, a la que acusan de estar sesgada a favor de uno de los dos grandes partidos, denotan en todos los voluntarios un cierto sentimiento antigubernamental, un resentimiento contra las clases dirigentes del pa¨ªs, que, en su opini¨®n, han abandonado a la clase media.
Los seguidores de Perot repiten como verdaderos creyentes el tema central de su campa?a: "Estados Unidos est¨¢ al borde de la bancarrota por el d¨¦ficit y la deuda acumulada", que asciende a tres billones de d¨®lares. "?Sabe cu¨¢nto cuesta amortizar esa deuda?" preguntaba al periodista Micheau Folse, una joven vendedora que trabaja en una tienda de lujo. "Cincuenta millones de d¨®lares a la hora" (casi 5.500 millones de pesetas, al cambio), contestaba ella misma. Y volv¨ªa a preguntar: "?Sabe lo que se podr¨ªa hacer para recuperar la econom¨ªa de Dallas con cincuenta millones de d¨®lares a la hora?". La pregunta queda en el aire para que, la recoja otro voluntario y se?ale la competencia desleal que sufre la econom¨ªa de Estados Unidos. Jap¨®n, Europa, -el tratado con M¨¦xico y Canad¨¢ para la creaci¨®n de una zona de libre comercio son los rivales de EE UU para estos votantes.
Perot -marino de guerra antes de dedicarse a la industria electr¨®nica, que le hizo millonario- ha sabido tocar la fibra patri¨®tica de sus seguidores, en su mayor¨ªa gente mayor de 40 a?os, de extracci¨®n de clase media blanca, que vive en el sur y el oeste del pa¨ªs, dos zonas de tradici¨®n conservadora. El millonario encarna el esp¨ªritu de un Estados Unidos aislacionista que siempre ha estado latente en la pol¨ªtica de este pa¨ªs.
Los voluntarios expresan mas fe que certeza en la victoria de su candidato. Fred Fuentes, otro jubilado que afirma estar con Perot desde el primer d¨ªa de la campa?a, lo explicaba as¨ª: "Perot ya nos dijo, antes de su retirada, que tuvi¨¦ramos confianza, que le bastaba una campa?a de dos semanas por televisi¨®n para llegar a todo el pa¨ªs. Y se est¨¢ cumpliendo".
La retirada de Perot el pasado mes de julio, cuando estaba en la c¨²spide de su popularidad -lleg¨® a estar primero en los sondeos de opini¨®n-, y su inesperado regreso el pasado 1 de octubre, es uno de los misterios de esta campa?a. El millonario tejano explic¨®, el pasado domingo, que el motivo de su retirada era la campa?a de difamaci¨®n montada por el Partido Republicano contra su hija Carolina, que se casaba ese mes de agosto. Perot, que se presenta como un padre de familia ejemplar, dijo que prefer¨ªa abandonar antes de ver manchado el nombre de su hija. La acusaci¨®n, en una entrevista en exclusiva a un diario de Boston y uno de los programas m¨¢s vistos de la televisi¨®n, 60 minutos, de la cadena CBS, fue calificada como una "tonter¨ªa" por el Partido Republicano.
El FBI, que investig¨® la denuncia del candidato, no encontr¨® prueba alguna que la sostenga. Perot, sin embargo, mantiene que se trataba de "un segundo Watergate", aunque dice que no puede probar tan graves acusaciones. Ante esta ¨²ltima peripecia, la prensa norteamericana le ha tildado de paranoico.
Los cr¨ªticos de Perot afirman que su retirada, y sus acusaciones, forman parte de una maniobra calculada desde el principio para ahorrar esfuerzos y dinero. Perot est¨¢ invirtiendo millones de d¨®lares de su propio bolsillo -ha confesado haber gastado ya 60 millones de d¨®lares-, y una campa?a larga hubiera sido insostenible. Adem¨¢s, insisten sus cr¨ªticos, su retirada le alej¨® de la mirada curiosa de la prensa, que ya hab¨ªa empezado a publicar informaciones sobre su afici¨®n a investigar a sus socios, sus colaboradores pol¨ªticos e, incluso, a su familia. Las acusaciones contra el Partido Republicano no ser¨ªan, seg¨²n estas versiones, m¨¢s que una forma de explicar a sus seguidores una retirada injustificable.
El millonario tejano hizo al fin, el pasado domingo, acto de presencia en m¨ªtines electorales, en un intento de hacer una campa?a al estilo cl¨¢sico en el ¨²ltimo minuto. Su aparici¨®n en el Este, en los Estados de Nueva Jersey y Pensilvania, lejos de su territorio electoral, no parece que vaya a colocarle en posici¨®n de ganar esta carrera electoral, aunque, d¨ªa a d¨ªa, erosione el voto de sus dos rivales. Y aunque sus ataques m¨¢s furibundos han sido contra el presidente George Bush, los votos parece estar sac¨¢ndolos de las filas de Bill Clinton, lo que puede beneficiar al candidato republicano.
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