Nuestra peste
Es -no tiemblen- una sucesi¨®n de mon¨®logos: de poemas. No creo que lo m¨¢s importante de la obra sea el amor -tenemos derecho a diferir del autor-, ni la cuesti¨®n del incesto. El calco griego -Edipo, la Esfinge; la madre y amante- sobre la ciudad de Londres no es m¨¢s que una met¨¢fora dentro de los poemas: importante, bella o apasionante, es el bastidor sobre el que se bordan con sangre las imprecaciones a la ciudad, al dominio, al poder, al dinero y la tradici¨®n y la guerra.Puede que para alcanzar todo lo que se dice en esta importante obra hubiera que ser ingl¨¦s, y no s¨®lo escucharla en toda la grandeza de su idioma, puro e impuro -como quiere el dominio del autor-, sino vivir en sus alusiones, ser el material mismo que utiliza este escritor. La traducci¨®n de Carla Matteini me parece extraordinaria: por su vocabulario, por su ajuste, por la dimensi¨®n de universalidad que da a sus personajes (universalidad: me refiero a la extensi¨®n de la parcela en que vivimos nosotros, en este grupito europeo y sobrado; ni siquiera a la Tierra, ni siquiera a todos los tiempos).
Como los griegos (Greeks)
De Steven Berkoff (1971). Traducci¨®n: Carla Matteini. Int¨¦rpretes: Torneu Verg¨¦s, Alfonso Vallejo, Lola Mateo, M¨®nica Cano. Figurinista: Didier Goury. Escenograf¨ªa y direcci¨®n: Guillermo Heras. Centro Nacional de Nuevas Tedencias. Sala Olimpia. Madrid, 29 de octubre.
En esta obra, de poemas cotidianos, donde puede alcanzar el nivel m¨¢s bajo de la escatolog¨ªa f¨ªsica y el m¨¢s alto del amor, se habla de la peste en Londres -peste moral-, de la podredumbre y la tradici¨®n, de M. Thatcher como desastre humano -escrita en el mismo a?o en que se proclam¨® primera ministra, pienso que esta versi¨®n puede estar revisada y ampliada, de la guerra-; cree que la salvaci¨®n -o la redenci¨®n de la ciudad- es el incesto. Edipo se arranca los ojos cuando descubre que su amante es su madre; este Eddy, rockero y rico, cree que ha de seguir am¨¢ndola, sin ning¨²n apuro f¨ªsico. Ser¨ªan los viejos tab¨²es los que convendr¨ªa barrer de dentro de nosotros para evitar la peste. El canto al amor f¨ªsico, a la mujer, es uno de los m¨¢s bellos poemas de la obra.
Poema c¨ªvico
La interpretaci¨®n: salvo el papel de Edipo-Eddy, en algunos momentos, toda es clara, convincente, bien dicha. Digo que salvo ese papel porque su identificaci¨®n como rockero londinense obliga a Tomeu Verg¨¦s a una sobreactuaci¨®n, sobre todo en la primera parte; m¨¢s a la atenci¨®n externa de pintar en el escenario el tipo que la expresi¨®n interiorizada de lo que dice. M¨¢s adelante entra en el tono de los otros, y recoge todo el poema ¨¦pico y c¨ªvico y los fragmentos l¨ªricos que le corresponden. En algunos de estos. fragmentos fueron aplaudidos ¨¦l y cada actor a quien correspond¨ªa el mon¨®logo. No s¨¦ qu¨¦ debe todo esto a las representaciones inglesas. A m¨ª me parece que Guillermo Heras ha entendido bien la obra y ha elegido bien a sus int¨¦rpretes.
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