De monjas y drogas

Ferm¨ªn Cabal es un excelente imitador de pel¨ªculas: en Esta noche, gran velada imita una pel¨ªcula imaginaria, hecha de t¨®picos cinematogr¨¢ficos, y ahora es el buen copista de Entre tinieblas, de Almod¨®var. En el supuesto de que hiciese falta, ser¨ªa una labor meritoria: lleva el ritmo y la libertad del cine a las limitaci¨®n es del escenario, crea sus propios chistes paralelos; el brillante di¨¢logo de Almod¨®var queda reflejado en el excelente de Ferm¨ªn Cabal, que siempre ha tenido maestr¨ªa en este aspecto. La direcci¨®n, la suavidad de la sucesi¨®n de escenas, los movimientos de los personajes y su gracia, la incrustaci¨®n de las canciones -boleros, como los mismos temas que se desarrollan en la obra- son muestras de su talento. Y tambi¨¦n en los vicios: en la incoherencia de los sucesos, en que los personajes est¨¢n caricaturizados. En la falta de final: la funci¨®n, como la pel¨ªcula, se acaba buenamente cuando llega la hora prevista, con el colof¨®n de un bailete.

Producto triunfante

La necesidad puede no verse f¨¢cilmente. La pel¨ªcula es un producto acabado y triunfante. Ni el tema es tan importante ni sus sugerencias como para hacer unas variaciones. Puede tener el inter¨¦s del ejercicio teatral; el del buen producto comercial -iluminado, vestido, articulado con buena mano- y el de ver a las chicas trabajando -en vivo-: a Beatriz Carvajal sobre todo, por su excelente condici¨®n de actriz; y a Julia Mart¨ªnez y Rossy de Palma, Gloria Mu?oz, Pilar Ruiz, Flavia Zarzo -tan bien entonada para el bolero-, Carmen Losa o Amelia del Valle. Todas bien, todas graciosas, todas populares: y queridas, con sus amadores vitore¨¢ndolas desde el p¨²blico en la noche del estreno.