Desd¨¦n por publicar
Dulce Mar¨ªa siempre fue una persona herm¨¦tica, enigm¨¢tica, cerrada, lo que se refleja en el contenido de su obra, pero sobre todo en su desd¨¦n por publicar. M¨¢s de la mitad de sus obras nunca han salido a la luz y las guarda celosamente en un aposento de este palacete en el que vive desde hace 40 a?os. Ahora por fin ha aceptado hablar de este tema tab¨². "Siempre", dijo, "he sido un poco desde?osa de la vanidad de publicar. Lo bueno es bueno, y tarde o temprano sale a luz".Son sus amigos los que le "han extra¨ªdo" la publicaci¨®n de sus libros de versos. Primero fueron Canto a la mujer est¨¦ril (La Habana, 1938) y Versos (Madrid, 1938). Trece a?os despu¨¦s, la novela Jard¨ªn (Madrid, 1951) y Poemas sin nombre y Carta de amar a Tut Ank Amen, en Aguilar en 1953. En 1958 publica sus ¨²ltimas obras: el libro de viajes Un verano en Tenerife y Ultimos d¨ªas de una casa.
Sin embargo, la mayor parte de su obra est¨¢ guardada. "Son s¨®lo cuatro o cinco libros, pues yo no soy una escritora muy fecunda, de esas que escriben los libros por docenas", dice con iron¨ªa.
Entre sus textos in¨¦ditos est¨¢ una obra autobiogr¨¢fica cuya publicaci¨®n ha prohibido hasta su muerte y varios poemas en prosa "de cierta extensi¨®n" que ha llamado Poemas n¨¢ufragos. No escribe versos desde hace 30 a?os, pero s¨ª ha comenzado una historia del barrio de El Vedado, donde vive casi desde que naci¨® un d¨ªa de 1902.
Sobre su ¨²ltimo proyecto dice: "Ser¨¢ un relato de los or¨ªgenes de El Vedado. La gente dec¨ªa que se llamaba El Vedado por el nombre de un coto de caza que ten¨ªa el conde de Aguas Dulces, que viv¨ªa aqu¨ª. Localic¨¦ su casa, ahora en ruinas, y comprob¨¦ que el nombre de El Vedado exist¨ªa desde mucho antes. Se llama El Vedado desde la fundaci¨®n de La Habana porque los piratas desembarcaban en la costa y ven¨ªan a trav¨¦s de los arrecifes y las zarzas, para caer sobre la ciudad. Esto hizo que se prohibiera, como defensa, caminar y recoger agua en esta zona".
Babelia
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