Ahora y siempre
Fue, probablemente, uno de los mejores contertulios del pa¨ªs. Es decir, uno de los grandes perdedores de la historia porque es sabido que el signo de los tiempos abomina de todo aquello que no rinda beneficios tangibles y, ciertamente, la charla, la sensibilidad, el ingenio y la sabidur¨ªa hace tiempo que no cotizan en Bolsa. Pero, tambi¨¦n y quiz¨¢ incluso por eso mismo, su capacidad para, el di¨¢logo fue una de sus grandes aportaciones a la convivencia nacional. La charla es, sin duda, una de las mayores de mostraciones de amistad, transmisi¨®n de saberes y plata forma de observaci¨®n psicol¨®gica.Madrile?o hasta d¨®nde s¨®lo los que aman este desaguisado sin ra¨ªces ni sue?os son capaces de hacerlo, el talante genuinamente liberal de Juan Garc¨ªa Hortelano qued¨® demostrado con una de las mayores pruebas de fuego a las que puede ser sometido uno del foro: residir en Barcelona, quererla y ser querido por buena parte de sus pobladores.All¨ª frecuent¨® la flor y nata de la intelligentsia local y de all¨ª regres¨® indemne por m¨¢s que tuviera que pagar con una detenci¨®n y un posterior encarcelamiento en la Modelo su ejemplar sentido de la dignidad. Tampoco lo rentabiliz¨®, tal era su elegancia personal. Otra cosa era su gusto para la vestimenta: a punto estuvo de obtener el preciado galard¨®n de "el peor vestido de Madrid" que te arrebat¨® a ¨²ltima hora un cinefilo dalt¨®nico con una trenka imposible de narrar desde las coordenadas del gusto occidental.No es este el lugar ni la firma indicados para glosar su estilo literario, su excelente dominio de los di¨¢logos, su generoso est¨ªmulo a los j¨®venes narradores y su inagotable vocaci¨®n de lector. S¨ª lo es para se?alar que por encima de los ¨¦xitos prof¨¦sionales o financieros, por encima de lo tangible, de cualquier logro cuantificable, la huella que puede dejar el individuo no es otra que la que surge, precisamente, de su humanidad. Y esta fue de tal envergadura en el caso de Juan que a¨²n ahora, y siempre, cabe sentirlo y vislumbrarlo en un tenderete de santones o gur¨²s en Haiderabad, entre las tascas de Arg¨¹elles, por los salones de Liria, en una calleja de la parte alta de Cuenca o en una grada con aluminosis del Vicente Calder¨®n.
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