Abogac¨ªa madrile?a
El articulista afirma que la abogac¨ªa madrile?a, y su colegio, gozan de buena salud. Por ello, agrega, se equivocar¨¢n los que en la confrontaci¨®n electoral acudan con criterios de ruptura, pero tambi¨¦n quienes permanezcan en la indiferencia del inmovilismo, cuando se van despejando las inc¨®gnitas del relevo generacional.
Unas elecciones en democracia implican una puesta a punto de las instituciones, afectadas por una mayor o menor capacidad de ilusionar al colectivo electoral. En el Colegio de Abogados de Madrid vivimos un momento que se puede caracterizar sin exageraci¨®n como de constituyente. La desaparici¨®n de su decano, figura, sin duda, hist¨®rica, obliga a replantearse el presente y Puturo de la abogac¨ªa madrile?a y de su colegio.La gran pregunta entre los ciudadanos es precisamente la de saber si esta profesi¨®n y sus colegios est¨¢n verdaderamente al d¨ªa y al servicio de su clientela, que son de una forma u otra la sociedad espa?ola en su conjunto y cada uno de sus ciudadanos en particular. Afinando su instrumento musical los que componen la gran orquesta de la abogac¨ªa madrile?a deben preguntarse en este momento c¨®mo estamos cumpliendo nuestro compromiso social, fundamentalmente pensando en el m¨¢s d¨¦bil y necesitado. Sea la que fuera nuestra especializaci¨®n concreta, al final, el noble ejercicio de la abogac¨ªa siempre conecta con la idea de servicio. Es el momento de analizar si la abogac¨ªa y sus colegios responden con la necesaria rapidez y contundencia ante cotidianas violaciones de los derechos humanos y cuestionamiento del r¨¦gimen de libertades..
Entendemos que la abogac¨ªa madrile?a puede estar tranquila, pues, en general, el cumplimiento de su funci¨®n social recibe una alta calificaci¨®n. Sin embargo, es bueno que entren aires de cambio, tanto en las personas, en los modos de gobernar como en las ideas que surjan de la discusi¨®n ante la proximidad de las urnas. Hay que hacer frente de forma clara a las exigencias de unidad, independencia, pero con renovaci¨®n.La unidad de la abogac¨ªa es fundamental y para ello el fortalecimiento de nuestro colegio. No se cuestiona la colegiaci¨®n obligatoria, punto b¨¢sico para el logro de nuestra cohesi¨®n profesional. Sin embargo, la unidad de los abogados no significa negarse a reconocer criterios y conductas dentro del colegio que deben ser respetados. Es compatible con la existencia de los diferentes grupos y asociaciones que tengan por conveniente los abogados madrile?os dentro del marco constitucional.
Hemos de seguir luchando, con empe?o, para mantener la independencia del abogado en el ejercicio de su funci¨®n. El colegio debe reaccionar con rapidez y eficacia ante posibles extralimitaciones de los poderes p¨²blicos, sobre todo de jueces y tribunales. Sin ir m¨¢s lejos, ?no resulta penoso ver a los abogados perdiendo horas de trabajo esperando en los pasillos ante un incumplimiento del horario previsto en los se?alamientos judiciales?
El colegio debe ser independiente a cualquier tipo de presiones. ?sa es la raz¨®n por la que si el proyecto de ley de reforma de los colegios profesionales no nos produce alergia alguna, sin embargo hemos de lograr por los medios a nuestro alcance que el ejercicio de la disciplina por infracciones deontol¨®gicas y la fijaci¨®n de lo que deba entenderse por razonable en materia de honorarios sea competencia exclusiva del colegio. Hoy, por v¨ªa de negociaci¨®n parlamentaria, y despu¨¦s, en su caso, por el cauce jur¨ªdico-constitucional defenderemos la independencia del colegio frente a competencias inadmisibles en esos dos puntos b¨¢sicos de administraciones, jueces o tribunales y, sobre todo, del tribunal de defensa de la competencia.Renovaci¨®nLos abogados son un¨¢nimes en reclamar una fuerte renovaci¨®n de las instituciones representativas de la abogac¨ªa madrile?a. Nuestro colegio es quiz¨¢ el ¨²nico en Espa?a que conserva unos estatutos, en cuyo articulado se regulan todav¨ªa verdaderas piezas de museo. La lectura de su primer art¨ªculo levanta un cierto sonrojo: "Las mujeres podr¨¢n ser admitidas al ejercicio de la profesi¨®n". El colegio ha entrado en un inevitable periodo constituyente, pues una abrumadora mayor¨ªa de los abogados madrile?os no vamos a permanecer impasibles viendo c¨®mo a?o tras a?o se esquiva el cumplimiento de las promesas de reformas estatutarias. Necesitamos una moderna y actualizada deontolog¨ªa, para que la sociedad sepa lo que los abogados madrile?os pueden y no deben hacer.
Los j¨®venes abogados son siempre objeto de atractivas promesas en cada elecci¨®n. Sin embargo, el grupo de abogados j¨®venes del Colegio si existe, no funciona. Se le niega el pan y la sal, y sus constantes reivindicaciones reciben el silencio de la junta de gobierno. Se les promete formaci¨®n y no llega. Se habla de pasant¨ªa, y no se sabe muy bien qu¨¦ es lo que se est¨¢ ofreciendo. Se proyectan bolsas de trabajo y el colegio no reacciona a las solicitudes angustiosas del joven licenciado en paro. Se reciben folletos de congresos internacionales organizados por grupos de abogados j¨®venes de otros pa¨ªses y nuestro colegio o no responde o no consigue que acudan las personas adecuadas.
Europa es una realidad muy concreta. El abogado europeo actuando en Espa?a en r¨¦gimen de mercado ¨²nico est¨¢ a la vuelta de la esquina, algunos abogados espa?oles hacen esfuerzos tit¨¢nicos para abrirse paso en pa¨ªses comunitarios sin ning¨²n apoyo o respaldo de nuestro colegio. Y todo ello ante una alarmante pasividad internacional de nuestro colegio madrile?o, que todav¨ªa no ha suscrito acuerdo alguno de colaboraci¨®n con otros colegios de nuestro entorno comunitario.
De las urnas saldr¨¢n nuevas caras en la junta del gobierno y deseamos que los modos de gobernar sean tambi¨¦n diferentes. El decano no debe ser reelegible para as¨ª evitar la tentaci¨®n de clientelismo en sus decisiones comprometidas. La junta de gobierno debe trabajar en equipo y sin excesivos personalismos. Se debe respetar la profesionalidad en la gerencia de los servicios del colegio y de esta forma mejoraremos las prestaciones que reciben los colegiados y sus familias.
La abogac¨ªa madrile?a y su colegio gozan de buena salud. Se equivocar¨¢n por ello los que en la confrontaci¨®n electoral acudan con criterios de ruptura, pero tambi¨¦n quienes permanezcan en la indiferencia del inmovilismo. La desaparici¨®n de Antonio Pedrol Rius nos dej¨® tristes pues perdimos a un gran amigo y a un respetado defensor de la abogac¨ªa; sin embargo la tristeza da lugar tambi¨¦n al progresivo optimismo cuando se van despejando las inc¨®gnitas del relevo generacional.
es abogado del ilustre colegio de Madrid.
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