"Los Doce deben encontrar soluciones a sus problemas en la cumbre de Edimburgo"
La primera ministra noruega, la laborista Gro Harlem Brundtland, ha decidido desenterrar el hacha europea. La pertenencia a la Comunidad Europea (CE) ha sido durante dos d¨¦cadas el gran debate oculto de la pol¨ªtica noruega, desde que en 1972 el pueblo rechazara en refer¨¦ndum la adhesi¨®n al entonces club de los seis.
Hace poco menos de un mes, el congreso del Partido Laborista acept¨® por una mayor¨ªa de dos tercios solicitar el ingreso en la Comunidad. Poco despu¨¦s, el Parlamento aprob¨® con una. proporci¨®n similar llamar de nuevo a las puertas de la Comunidad Europea.Sin embargo, desde que se ha declarado abierto el debate, las se?ales recibidas desde Europa no han contribuido a atraer a la opini¨®n p¨²blica de este rico pa¨ªs n¨®rdico hacia Bruselas.
Brundtland expres¨® su confianza ante un grupo de periodistas espa?oles de que la cumbre comunitaria de Edimburgo, que se inicia hoy, permita a los Doce proceder de una manera constructiva: "Espero que encuentren soluciones para los problemas vitales que les separan, porque ser¨ªa malo para el resto de Europa y el mundo si no fuera as¨ª".
Pero la primera ministra noruega no dej¨® de ocultar que las dudas de los socios comunitarios no ayudan a la integraci¨®n de su pa¨ªs en la Europa de los Doce. Noruega, miembro de la Asociaci¨®n Europea de Libre Comercio (EFTA), ha firmado el protocolo de adhesi¨®n al Espacio Econ¨®mico Europeo (EEE) a partir del pr¨®ximo 1 de enero.
El rev¨¦s suizo
El rev¨¦s suizo en el refer¨¦ndum celebrado el pasado fin de semana ha introducido un interrogante en el camino de Noruega hacia Europa. "Estando geogr¨¢ficamente integrados en el Viejo Continente, ?c¨®mo es posible que rechacen el EEE?", se preguntan Brundtland y, con ella, buen n¨²mero de sus conciudadanos. Sin embargo, el rechazo dan¨¦s al Tratado de Maastricht ha tenido una influencia mucho mayor sobre el escepticismo de la poblaci¨®n noruega: "No s¨®lo est¨¢n m¨¢s pr¨®ximos a nosotros, sino que protestaron contra el desarrollo de la Comunidad Europea y el Tratado de Maastricht", dice Brundtland.
Y a?ade: "Los l¨ªderes pol¨ªticos en Dinamarca estaban a favor de determinados aspectos del Tratado de Maastricht e incluso cre¨ªan que no era lo bastante ambicioso en cuestiones tales como la dimensi¨®n social o medioambiental. En este sentido, el caso noruego ser¨ªa paralelo. Aqu¨ª el pueblo apoya las decisiones transnacionales en cuestiones medioambientales mucho antes que la pertenencia a la Comunidad Europea".
Maastricht
El apretado resultado del refer¨¦ndum franc¨¦s tampoco ha sido positivo para las aspiraciones de los gobernantes noruegos. La primera ministra, que ha abandonado la secretar¨ªa general del Partido Laborista pero que no piensa dejar la pol¨ªtica activa, cree que un fracaso en Edimburgo no ser¨ªa el fin del mundo.
"Maastricht no es la Biblia", afirma la primera ministra, y explica: "Se trata de un compromiso pol¨ªtico. No ha sido un ¨¦xito porque tanto el Reino Unido como Dinamarca renunciaron a firmar ciertos aspectos. Ahora mismo se le mima como a un beb¨¦, pero m¨¢s adelante ese documento podr¨¢ revisarse y reescribirse".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.