Por otro desarrollo: el contrato cultural
Si el desarrollo comienza en la cultura de los hombres, debe tambi¨¦n desembocar en una ampliaci¨®n cultural para todos y cada uno, afirma el autor, quien conf¨ªa en que los trabajos de la comisi¨®n que preside har¨¢n avanzar la comprensi¨®n de tales problemas; y deber¨ªan tener consecuencias positivas en las decisiones y las pr¨¢cticas de los principales actores, y por ello, sobre la paz.
Nuestro tiempo es el de todas las transiciones: se han puesto en cuesti¨®n los dogmas, las certidumbres, dir¨ªa incluso las pol¨ªticas establecidas, al igual que hay ideas establecidas. Por ello es necesario que reexaminemos en profundidad los conceptos del desarrollo y modificar las pr¨¢cticas, que han desembocado en hacer de los a?os ochenta, a ojos de numerosos expertos, una d¨¦cada perdida para el desarrollo. Sin embargo, en el momento mismo en que disminu¨ªa la fe en el mero crecimiento econ¨®mico, la noci¨®n de desarrollo humano se ha impuesto poco a poco. En la Cumbre de la Tierra el concepto de desarrollo duradero ha quedado consagrado por la comunidad internacional. Es m¨¢s, todos comienzan a comprender que el desarrollo, si supone el crecimiento, no puede reducirse al mero desarrollo econ¨®mico.Es necesario otro desarrollo, humano, duradero y solidario. Pero no puede edificarse m¨¢s que sobre la base de aproximaciones, de pol¨ªticas y de pr¨¢cticas nuevas, cuya expansi¨®n requiera una profundizaci¨®n de los lazos entre cultura y desarrollo. Por lo tanto, si bien estos se perciben cada vez m¨¢s netamente, no han sido objeto nunca todav¨ªa de un examen global y coordinado a escala mundial. Para llenar est¨¢ laguna, la comisi¨®n que yo presido prolongar¨¢ la acci¨®n de la comunidad internacional para promover en todas sus, otras dimensiones un desarrollo diferente.
Si el desarrollo comienza en efecto en la cultura de los hombres, en su cultura material y en su cultura simb¨®lica, debe tambi¨¦n desembocar en una ampliaci¨®n cultural para todos y cada uno. La cultura es la que constituye la fuente y la finalidad y el desarrollo, la que le da su impulso, calidad, sentido y duraci¨®n, la que da un semblante a las promesas del futuro. La dimensi¨®n cultural del desarrollo es hoy tan fundamental que la cultura y el saber tienden a ocupar un lugar cada d¨ªa m¨¢s importante en el seno de la producci¨®n, la econom¨ªa y cualquier actividad humana. Es de hecho la cultura la que conforma nuestros actos y nuestra conducta. Porque no incluye solamente el patrimonio f¨ªsico o simb¨®lico. No es simple manejo de obras del esp¨ªritu. Es el lenguaje, la reflexi¨®n, la innovaci¨®n, la creaci¨®n, la capacidad cr¨ªtica y la acci¨®n sobre el mundo.
Todo esfuerzo de desarrollo que no se apoye en el rico potencial creador que ofrece la cultura, se arriesga por tanto no solamente a estar condenado al fracaso sino tambi¨¦n a perjudicar a la diversidad de las culturas y a su dinamismo, que se alimenta del intercambio y del di¨¢logo. Un desarrollo diferente no puede reafirmarse m¨¢s que si, cualquiera que sea la direcci¨®n de las pol¨ªticas, las actitudes y los estilos de vida se modifican en profundidad, lo cual exige verdaderas mutaciones. La conclusi¨®n de un contrato social y moral aut¨¦ntico, como el contrato natural evocado por el fil¨®sofo Michel Serres, exige pues, la elaboraci¨®n de un nuevo pacto: el contrato cultural.
En un momento en el que el mundo est¨¢ dividido y a menudo desgarrado entre la integraci¨®n y la desintegraci¨®n, es evidente que en el crecimiento de la cultura y el desarrollo se sit¨²a no solamente el problema sino tambi¨¦n la posibilidad de soluciones, que se trata de apaciguar los conflictos ¨¦tnicos , e interculturales, de luchar contra las desigualdades o resolver las tensiones entre la globalizaci¨®n de los fen¨®menos y la fragmentaci¨®n de las subjetividades culturales y pol¨ªticas. Lo que est¨¢ en Juego hoy es la naturaleza de los v¨ªnculos -en v¨ªa de metamorfosis- entre lo mundial, lo nacional y lo local, la interdependencia y la voluntad, igualmente creciente, de autonom¨ªa y de independencia de los actores.
Culturas ind¨ªgenas
?No es evidente que los conflictos culturales y ¨¦tnicos no pueden sino exacerbarse si el desarrollo y la cultura, al divorciarse, se condenan mutuamente al fracaso y si las culturas minoritarias o ind¨ªgenas no gozan de una protecci¨®n efectiva en el marco de Estados de derecho? La paz en s¨ª misma no es m¨¢s que una tregua fr¨¢gil acordada por la diplomacia si no se basa en un desarrollo de rostro humano, en una aut¨¦ntica cultura de la paz. Hay que extraer una clara lecci¨®n, v¨¢lida para todos los continentes, de las tragedias que asolan la antigua Yugoslavia o las rep¨²blicas nacidas de la dislocaci¨®n de la URSS: el mapa de la guerra de las culturas, esta guerra caliente y ca¨®tica que sucede al orden bipolar de la guerra fr¨ªa, se superpone, casi exactamente al del subdesarrollo, que tambi¨¦n abarca a los guetos urbanos de los pa¨ªses ricos. Los trabajos de la Comisi¨®n que presido, estoy convencido, har¨¢n avanzar la comprensi¨®n de tales problemas y deber¨ªan tener consecuencias positivas en las decisiones y las pr¨¢cticas de los principales actores, y por ello, sobre la paz.
No olvidemos que la educaci¨®n y la democracia nacen gemelas de la cultura y del desarrollo: el escudo m¨¢s eficaz de la democracia son ciudadanos formados y responsables. "La ciudad", ya lo dec¨ªa Plutarco, "es el mejor maestro". La educaci¨®n, que como la ciencia constituye una dimensi¨®n fundamental de la cultura es, en primer lugar, un largo di¨¢logo con el desarrollo cultural, econ¨®mico y social. Es un reto cultural, antes que una cuesti¨®n t¨¦cnica.
Est¨¢ claro que estamos obligados a llevar a cabo un desaf¨ªo sin precedentes. Vivimos, en efecto, una revoluci¨®n copernicana del desarrollo. Pero se trata de una revoluci¨®n copernicana a la inversa, ya que es el hombre en su cultura -sus culturas-, la Tierra y su naturaleza, los que vuelven a ocupar su lugar en el coraz¨®n del sistema-Mundo. En esta perspectiva, los trabajos de nuestra comisi¨®n deber¨ªan permitir la reflexi¨®n internacional sobre el desarrollo para franquear una nueva etapa importante, y sobre todo para pasar de la prescripci¨®n a la pr¨¢ctica. Porque no es suficiente repetir que hay que tomar en consideraci¨®n la dimensi¨®n cultural del desarrollo. Hay que decir tambi¨¦n c¨®mo. El informe mundial sobre la cultura y el desarrollo, que preparar¨¢ la comisi¨®n, estar¨¢ orientado hacia la acci¨®n, hacia las pol¨ªticas.
Solidaridad
La comisi¨®n que presido est¨¢ pues llamada a asociar a sus trabajos, en una l¨®gica de di¨¢logo, a todas las partes implicadas. Organizar¨¢ consultas y auditor¨ªas p¨²blicas en las diferentes regiones del mundo y recoger¨¢ las opiniones y los consejos de eminentes personalidades, de creadores y de intelectuales, de los mejores expertos. Necesitar¨¢ del concurso de todos, pero tambi¨¦n de la sol¨ªdaridad de cada uno, ya que sus trabajos estar¨¢n financiados, como los de las comisiones Brundtland, Brandt o Sur, por las contribuciones financieras voluntarias. Noruega, Holanda, Alemania y Suiza ya se han comprometido firmemente en este sentido por un montante provisional global de cerca de un mill¨®n y medio de d¨®lares, que corresponder¨ªan a m¨¢s de una cuarta parte del presupuesto estirnado (5,6 millones de d¨®lares). Les doy las gracias. Es necesario que otros se unan ahora a esta empresa. Por otra parte, la comunidad internacional misma, por una decisi¨®n de la Conferencia General de la Unesco, ha invitado "a los Estados miembros, las instituciones financieras internacionales, los organismos de ayuda al desarrollo, las fundaciones y empresas privadas a aportar una ayuda financiera y en especie a las actividades de la Comisi¨®n".
Es esencial, desde un punto tanto simb¨®lico como operacional, que este llamamiento se escuche tanto en el norte como en el sur. La cultura y el desarrollo deben ser asunto de todos si queremos que se conviertan en oportunidad y en un destino para cada individuo. Concluir¨¦ parafraseando un proverbio africano: la cultura y el desarrollo, como el amor, son las ¨²nicas cosas que al compartirlas, engrandecen.
es presidente de la Comisi¨®n Mundial de la Cultura y del Desarrollo y ex secretario general de la ONU.
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