Las sombras del pasado
Juan Correa.
Galer¨ªa Columela, Lagasca, 3.
Madrid, del 10 de diciembre de 1992 al 15 de enero de 1993.
Los apagados ecos de la memoria, cuyos desva¨ªdos rasgos materiales se preservan a medias en fragmentos arruinados, encandilan al joven pintor Juan Correa (Zamora, 1959), que no en balde tiene una sensibilidad moderna; esto es, marcada por el discurrir temporal y por los avatares melanc¨®licos que ¨¦ste provoca. As¨ª, nos presenta una exposici¨®n donde se alternan petroglifos, placas de alpaca, l¨¢minas de cobre y maderas, caracter¨ªsticos soportes. materiales todos ellos de im¨¢genes cuyo rastro se pierde en la oscura noche de los tiempos remotos o en la no menos oscura de un presente an¨®nimo, que no acertamos a identificar sino muy vagamente.Sobre trozos de caliza o placas fotogr¨¢ficas, la pasi¨®n arqueol¨®gica por las im¨¢genes residuales es, en efecto, el precipitado sentimental con el que el hombre moderno trata de consolarse de un paso implacable del tiempo, que no perdona ni a los dioses, ¨ªdolos de piedra cuya durabilidad es material y espiritualmente precaria. No es, pues, extra?o que su evocaci¨®n art¨ªstica tenga algo de espectral, entre la eleg¨ªa rom¨¢ntica y el espiritismo, como si se tratase de una conversaci¨®n en la que todos los interlocutores fueran fantasmas.
Tal puede ser el lecho donde se apoya, en ¨²ltima instancia, el impulso est¨¦tico que anima a Juan Correa, cuyas figuras pro ceden asimismo del enorme de p¨®sito de ruinas que se acumula indiscriminadamente en la historia del arte, esa gran enciclopedia de estilos olvidados que esperan, como el arpa de B¨¦cquer, la mano de nieve que actualice su perdida musicalidad. En este sentido, Juan Correa demuestra una predilecci¨®n por los sentidos orientales de los paisajes chinos y los occidentales de los grutescos romanos, pero, muy ecl¨¦ctica mente, sin que ello le impida ex tender el repertorio a otras m¨²ltiples y variadas opciones siempre que sean im¨¢genes rotas, fragmentos de una belleza en el trance mismo de su desaparici¨®n.
Con trazos finos, de extrema sutilidad, y un delicado sentido de la acuarela, Juan Correa va de esta manera construyendo un mundo de sombras, mas no sombr¨ªo, pues est¨¢ poblado de l¨ªricas entrevisiones, donde el paisaje o el desnudo son los hermosos episodios de un erotismo m¨¢s sensible que sensual, nada ag¨®nico ni apremiante, como los restos de un casi olvidado para¨ªso cuya p¨¦rdida se hubiera despojado ya de todo sentimiento de culpa, y la ansiedad dolorosa de anta?o diera paso a una suave y llevadera nostalgia, conforme con el destino y sus parpadeantes mensajes estelares, el de esas estrellas que seguimos viendo mucho despu¨¦s de haberse definitivamente apagado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.