Una mujer de Somalia

Cuando cogi¨® el cuchillo pensamos que iba a quitarse la vida. Todos aquellos hombres acosando, destrozando, humillando, imponiendo su poder real y simb¨®lico contra una mujer. Contra todas las mujeres del mundo. Las hogueras, los pelos rapados, los cuerpos mutilados. Im¨¢genes de una mujer sola frente a todos los hombres -incluidos los oficiales de la esperanza, que no movieron una sola mano para ayudarla- Las mujeres no tienen tanto valor humano como los hombres. Nos sucedemos, somos intercambiables.Ella se hab¨ªa entregado -supuestamente- a un soldado franc¨¦s. Y contra los franceses aquellos hombres no pod¨ªan hacernada. La violencia del fuerte contra el d¨¦bil y del d¨¦bil contra el m¨¢s indefenso. Contra ella, todos y todo. El horror y la barbarie, y la absoluta certeza de que mientras una sola mujer sea tratada como lo fue esta hermana de Somalia, violentada por ser mujer, todas nosotras sentiremos que su derrota contin¨²a siendo nuestra derrota, una vez m¨¢s. Y el feminismo es y ser¨¢ siempre una revoluci¨®n internacionalista.

Negras, blancas, musulmanas, cat¨®licas, comunistas, pacifistas, agn¨®sticas, gordas, flacas, pobres, ricas, libres o esclavas... viajamos -pese a las diferencias, y con las diferencias- en el mismo barco.-