Las siete vidas de Hamas
Si el primer ministro israel¨ª, Issac Rabin, pretend¨ªa, con la deportaci¨®n de 415 palestinos acusados de pertenecer a Hamas, debilitar a este movimiento integrista, el tiro le ha salido por la culata. El Movimiento de la Resistencia Isl¨¢mica sigue vivo, y acaba de demostrarlo de manera espectacular golpeando a uno de los baluartes del aparato represivo hebreo: el servicio de seguridad interior Shin Beth.Consciente de su fuerza sobre el terreno, Hamas habla hoy de igual a igual con la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) de Yasir Arafat, e intenta imponerle, sus condiciones. Las negociaciones entre las dos organizaciones, que se iniciaron el 23 de diciembre en T¨²nez y se reanudaron a principios de enero en Jartum, la capital de Sud¨¢n, parec¨ªan ayer abocadas al fracaso. Hamas exige de la OLP que renuncie definitivamente al proceso de paz que se inici¨® en Madrid y que no se limite a una suspensi¨®n provisional de las negociaciones. Una exigencia que rechaza Arafat, quien alega que el Consejo Nacional Palestino, dio luz verde al proceso.
Lo cierto es que la exacerbaci¨®n de las pasiones provocada por la deportaci¨®n de palestinos est¨¢ dando alas a Hamas. De all¨ª a ver en ello una jugada maquiav¨¦lica de los halcones del laborismo -incluyendo el propio Rabin- para torpedear al proceso de paz, atribuyendo al mismo tiempo su fracaso a los palestinos, s¨®lo hay un paso.De la impunidad a la c¨¢rcel
No ser¨ªa la primera vez, de hecho, que el Gobierno israel¨ª parece favorecer al integrismo palestino. Cuando naci¨® en 1988, Hamas dio al principio la impresi¨®n de gozar de una curiosa impunidad por parte de las autoridades israel¨ªes. Por una parte, porque ¨¦stas esperaban dividir as¨ª a los palestinos y debilitar a la OLP. Y por otra, porque se trataba de presentar as¨ª ante el mundo a la resistencia palestina como obra de fan¨¢ticos.
S¨®lo cuando constat¨® que Hamas crec¨ªa peligrosamente decidi¨® Israel tomar medidas contra el integrismo. El jeque Ahmed Yasin, jefe de Hamas, pas¨® en poco tiempo de una total libertad de movimiento a la cadena perpetua en una c¨¢rcel israel¨ª. Pero ya era tarde: los integristas palestinos, financiados por el r¨¦gimen iran¨ª, ten¨ªan viento en popa en los campos de refugiados, en detrimento de la OLP.
La victoria del laborismo en las elecciones israel¨ªes de junio pasado vino a agudizarlas divergencias entre Hamas y OLP. Los dos movimientos, que estaban de acuerdo en condenar la intransigencia de Issac Shamir, tuvieron que definirse de repente, frente a un proceso de paz que adquir¨ªa, con el cambio de Gobierno en Jerusal¨¦n, visos de credibilidad. Los ¨²ltimos acontecimientos parecen demostrar que el escepticismo radical ten¨ªa fundamento.
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