Otro obst¨¢culo
LA DEMOCRACIA sale reforzada de las crisis en las que se impone a la vez la cordura y la moralidad p¨²blica, aunque en ocasiones sea a costa de una aparente desestabilizaci¨®n. Tal parece ser el caso de la crisis de Gobierno abierta en Dinamarca, coincidiendo con los primeros pasos de su presidencia semestral de la Comunidad Europea. Los daneses han dado toda una lecci¨®n de dignidad y sencillez democr¨¢tica, empezando por su ex primer ministro Poul Schl¨¹ter, acusado de mentir al Parlamento, y han buscado a la vez la soluci¨®n m¨¢s r¨¢pida y posiblemente eficaz, como es encargar el gobierno al l¨ªder de la oposici¨®n, el socialdem¨®crata Poul Nyrup Rasmussen. El experimentado pol¨ªtico conservador que es Schl¨¹ter no ha conseguido as¨ª superar este nuevo viraje pol¨ªtico, tras 10 a?os conduciendo con habilidad una compleja coalici¨®n cuatripartita. En el fondo, los partidos coligados no han querido seguir d¨¢ndole la confianza, ni a ¨¦l ni a su socio liberal, el pol¨¦mico ex ministro de Exteriores Ulle Elleman-Jensen, los aut¨¦nticos responsables de la derrota sufrida por la clase pol¨ªtica en su conjunto y por el propio Parlamento al ser rechazado el Tratado de Maastricht en las urnas de la votaci¨®n popular. La principal tarea de la presidencia semestral es, sin lugar a dudas, la propia ratificaci¨®n del tratado por los daneses en un segundo refer¨¦ndum en mayo. De su voto depende, adem¨¢s, el camino que tomen los brit¨¢nicos, todav¨ªa pendientes de la ratificaci¨®n en los Comunes. El Gobierno de John Major ha ligado absurdamente sus propias decisiones sobre Maastricht a lo que decida Dinamarca, un pa¨ªs que curiosamente pone el acento como m¨ªnimo en dos cuestiones que divergen radicalmente del punto de vista de los conservadores brit¨¢nicos: el medio ambiente y la pol¨ªtica social.
El reto de la ratificaci¨®n, del que depende el conjunto de la construcci¨®n europea, no debe hacer olvidar, sin embargo, que la Comunidad est¨¢ sentada sobre dos bombas de relojer¨ªa. De una parte, la crisis balc¨¢nica, en la que a la crueldad de las p¨¦rdidas de vidas humanas se a?ade el efecto desmoralizador que produce el espect¨¢culo de impotencia o incluso torpeza desplegado por Gobiernos y organizaciones internacionales. De la otra, la persistencia del marasmo econ¨®mico en Europa y de potenciales tensiones monetarias, capaces de terminar con el Sistema Monetario Europeo y con la posibilidad de que Maastricht llegue a ser realidad en su vertiente m¨¢s importante, como es la uni¨®n econ¨®mica y monetaria. Las, dos bombas de tiempo, la b¨¦lica y la econ¨®mica, cuentan con suficiente peligrosidad como para llevarse por delante la entera construcci¨®n europea.
Es preocupante, en este sentido, la coincidencia de la crisis de Gobierno con el in¨ªcio de una presidencia que debiera ser especialmente en¨¦rgica en estas dos cuestiones cr¨ªticas. Por eso ahora es de desear que el socialdem¨®crata Rasmussen forme Gobierno lo m¨¢s r¨¢pidamente posible y d¨¦ signos inmediatos e inequ¨ªvocos sobre su agenda de trabajo y de ratificaci¨®n en refer¨¦ndum, tambi¨¦n lo m¨¢s pronto posible, del. pol¨¦mico Tratado de Maastricht.
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