"Lady M' s¨®lo escandaliza en un colegio cat¨®lico"
Por primera vez en su carrera, Alain Tanner acept¨® rodar un gui¨®n en el cual no hab¨ªa tenido ninguna intervenci¨®n. A la pregunta sobre las razones de este giro, el director de En la ciudad blanca responde: "Sencillamente, estoy harto de m¨ª y de mis historias: me parece que ya no le interesan a la gente. Myriam M¨¦zi¨¨res me cont¨® la historia cuando prepar¨¢bamos Una llama en mi coraz¨®n, me gust¨® y le ped¨ª que la escribiera en forma de gui¨®n. El resultado me pareci¨® excitante y po¨¦tico, no el mero trabajo de un guionista profesional".Pregunta. Usted ha confesado que no est¨¢ interesado por el aspecto sociol¨®gico de la crisis del hombre, aunque ¨¦ste es uno de los temas del filme que ahora presenta en Espa?a. Sin embargo, en muchos de sus trabajos anteriores hay un claro reflejo de lo social en cada momento: en Jon¨¢s, en Messidor, en El hombre que perdi¨® su sombra.
Respuesta. Lo que ocurre es que la historia ha cambiado. Creo que hoy es un gran bazar de mierda; es m¨¢s dif¨ªcil que nunca hablar de ella. Me gustaba much¨ªsimo la ¨¦poca de la guerra fr¨ªa, era formidable: el enemigo estaba claro. Ahora no tenemos enemigos, no hay a quien odiar; nadie te quiere, pero todos dicen quererte. Es dif¨ªcil plasmar esto en el cine, un arte que tiene 100 a?os y que ya est¨¢ muerto. Hay pel¨ªculas, como dice Godard, pero ya no hay cine, si por tal entendemos el cine de autor. Es raro lo que est¨¢ pasando. Lo dice muy bien Jean Baudrillard: es como si la comunicaci¨®n fuese cada vez m¨¢s veloz, mientras la sociedad va cada vez m¨¢s lenta, es cada vez mas remisa a aceptar novedades. Este problema de la velocidad excesiva afecta tambi¨¦n al cine: la gente est¨¢ cada vez menos acostumbrada a un ritmo de la imagen diferente al convencional. ?Qu¨¦ significa que El diario de Lady M es un filme lento, como me han dicho algunos? ?Lento con relaci¨®n a qu¨¦?
P. Dado su contenido er¨®tico, ?considera que la pel¨ªcula puede ser recibida como una provocaci¨®n por alg¨²n sector del p¨²blico?
R. Tal vez si se estrena en un colegio cat¨®lico. Aunque bien pensado, cualquier pel¨ªcula que hable de un tema aut¨¦nticamente personal puede ser recibida, hoy por hoy, como una provocaci¨®n.
P. ?Hay margen actualmente para un cine como el que usted dirige?
R. En los a?os setenta hab¨ªa ese margen, pero se ha ido reduciendo cada vez m¨¢s. No soy ning¨²n paranoico si digo que mis pel¨ªculas las ve hoy menos gente: es un dato objetivo. No encuentro distribuidores, aunque siga estrenando en las grandes ciudades. Y no es extra?o; hoy la distribuci¨®n cuesta m¨¢s que la producci¨®n y es dif¨ªcil, incluso en Francia, encontrar quien distribuya en buenas condiciones una pel¨ªcula. Creo que se puede decir que hay una dictadura soft de los distribuidores, como hay una dictadura soft en la sociedad. Es un problema de costes, de rentabilidad y de mercado que act¨²a como el Ministerio de Cultura de Leonid Br¨¦znev: no te vienen a detener a las cinco de la madrugada, pero no tienes la posibilidad de hacer llegar tus filmes a un p¨²blico amplio por culpa de la dictadura del mercado. Que es como decir de la publicidad, la que mueve todo, porque es el fundamento de un medio como la televisi¨®n, destino final del cine.
P. ?No ayuda en nada la unificaci¨®n europea?
R. S¨ª, en lo que a la producci¨®n se refiere. Hay m¨¢s dinero para hacer pel¨ªculas, pero lo dem¨¢s son s¨®lo palabras. Existir¨¢ un mercado para vender lavadoras, por ejemplo, pero no una Europa unida: los alemanes seguir¨¢n siendo alemanes, los suizos ser¨¢n suizos y los espa?oles, espa?oles.
P. ?Ha encontrado facilidades para rodar en Catalu?a?
R. S¨ª, porque mis coproductores espa?oles son m¨¢s que nada amigos, y han sido capaces de obtener subvenciones, lo cual no est¨¢ mal. Cambiar la historia desde el sur de Francia, como en el original, para trasladarla a Catalu?a no signific¨® mayor problema. Por otra parte, yo ruedo con una log¨ªstica muy reducida: poca gente, improvisaci¨®n y poco dinero.
P. ?No se plante¨® al rodar el filme, de acuerdo a la pretensi¨®n de la Generalitat -uno de los productores-, que cada uno de los actores lo hiciese en su propia lengua?
R. El franc¨¦s estaba impuesto desde el gui¨®n y, la verdad, hubiese sido un problema, sobre todo porque yo odio el doblaje y ruedo con sonido directo. No lo descarto, no obstante; rodamos en franc¨¦s porque resultaba m¨¢s f¨¢cil, no por otra raz¨®n.
P. ?No tiene la impresi¨®n de ir un poco contra la tendencia dominante, que exige cada vez mayor inversi¨®n?
R. Es que honestamente creo que se gasta demasiado en el cine contempor¨¢neo. El diario de Lady M ha costado much¨ªsimo menos que los casi 500 millones de pesetas que cuesta un filme medio franc¨¦s. Es una pena que ya no se pueda hacer pel¨ªculas piratas -hay que pedir demasiados permisos para ello-, pero ser¨ªa muy bueno poder pasar de todo esto porque es verdaderamente cierto que se puede hacer cine con muy poco dinero.
P. ?Cree que la pel¨ªcula se puede ver como un documental sobre una relaci¨®n amorosa?
R. En todo caso, no es ning¨²n documental sobre Catalu?a. Lo que me interesa es mirar, contar una historia con una cierta distancia y a una determinada velocidad, por volver a lo de antes. Eso no es hacer un documental, creo; en todo caso, s¨ª puede ser un documento sobre una pasi¨®n, sobre un personaje, M, que podr¨ªa ser Myriam: eso me interes¨® del proyecto.
P. ?Qui¨¦n cree que es realmente Lady M?
R. Verdaderamente, no lo s¨¦. S¨®lo s¨¦ que conoc¨ªa la historia, pero nunca me pregunt¨¦ qui¨¦n es realmente. Lo que me gustaba del personaje era que me hac¨ªa avanzar sin saber muy bien d¨®nde me llevaba, hacia d¨®nde iba la pel¨ªcula. Control¨¦ muy poco la historia, quise ser el primer sorprendido por la materia humana del relato original.
P. Desde el punto de vista del lenguaje cinematogr¨¢fico, usted trabaja aqu¨ª de manera diferente al resto de sus pel¨ªculas: deja de lado el plano-secuencia, fragmenta mucho m¨¢s el plano.
R. Esx que la t¨¦cnica cambia cuando se rueda en determinadas condiciones materiales. Un equipo reducido obliga a una escritura diferente, aunque no a una mirada distinta. No someterme a la dictadura del director de fotograf¨ªa, con el gasto que supone poner los focos, regular la luz... me permite tambi¨¦n trabajar mejor con los actores, obtener de ellos una improvisaci¨®n con mejores resultados.
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