Juan Jos¨¦ de Carlos, o una vida ¨¦tica
Acaba de fallecer en Madrid, a los 78 a?os de edad, tras una larga enfermedad penosa que a veces daba a m¨¦dicos y familiares gui?os de esperanza, Juan Jos¨¦ de Carlos y Aparicio, nacido en Madrid en 1914. La muerte le buscaba desde joven, pero su fortaleza y su ¨¢nimo le permitieron esquivarla tanto en sus cuatro graves heridas de la guerra civil, donde fue teniente provisional de Infanter¨ªa, como en las numerosas operaciones complicadas a que tuvo que someterse desde que dobl¨® la esquina de los 70 a?os.Abogado eminente, eficaz, que nunca perdi¨® un pleito, a veces enfrentado a famosos colegas de la ilustre profesi¨®n, no pudo conseguir, sin embargo, su sue?o de ser notario, heredando una tradici¨®n familiar. Era hombre enterad¨ªsimo del esp¨ªritu y la letra de las leyes y de la ingente jurisprudencia que las acompa?a. Era, adem¨¢s, hombre culto, curioso de muchas disciplinas, que sab¨ªa entusiasmarse con las cosas que lo merec¨ªan.
Para m¨ª, su desaparici¨®n es una noticia triste, muy triste, porque siempre me acompa?¨® en los emprendimientos editoriales que se me ocurri¨® iniciar. As¨ª, fue secretario, y miembro, del Consejo de Administraci¨®n de Alianza Editorial desde su fundaci¨®n, en 1959, hasta su adquisici¨®n por el Grupo Anaya. Me acompa?¨® asimismo en la creaci¨®n de PRISA, cuyos estatutos sociales redact¨® con criterio prudente, y de cuya empresa fue tambi¨¦n secretario, y miembro, de su Consejo de Administraci¨®n desde su constituci¨®n, en 1972, hasta que en 1983 dimiti¨®, al tiempo que lo hac¨ªa yo como presidente, convencidos ambos de que hay que entregar las armas a los j¨®venes antes de que se nos caigan de las manos.
Si no triunf¨® m¨¢s en su profesi¨®n de abogado fue porque ten¨ªa primordialmente un sentido ¨¦tico de la vida al que repugnaba cualquier transacci¨®n turbia. Pero sus colegas sab¨ªan lo que val¨ªa y le consultaban frecuentemente. Creo que si hubiera dispuesto de tiempo para el ocio -una familia de nueve hijos no se lo entregaba f¨¢cilmente- podr¨ªamos hablar hoy de muchos estudios jur¨ªdicos que ten¨ªa en mente y hasta en apuntes. Era cat¨®lico sincero, nada clerical, pero su insobornable ¨¦tica le enfrent¨® en alguna ocasi¨®n con cierta organizaci¨®n religiosa demasiado preocupada de este mundo.
Como me ocurri¨® con otros amigos, ten¨ªamos su muerte asumida desde hac¨ªa casi tres a?os, dado lo enfermo que estaba. Mas al llev¨¢rselo la muerte ahora, nos ha dejado a todos sorprendidos y pensativos sobre esa terrible soledad en que aqu¨¦lla deja a los muertos, y a los vivos que fueron sus amigos y familiares. A ¨¦stos, su mujer, notable abogada, y a sus espl¨¦ndidos hijos, vaya un gran abrazo desde el mism¨ªsimo coraz¨®n.
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