TAHAR BEN JELLOUN Colombo en T¨¢nger
Como por un toque de varita m¨¢gica, el norte de Marruecos y T¨¢nger en particular est¨¢n considerablemente m¨¢s limpios: en unas semanas se ha puesto fin a la inmigraci¨®n clandestina de africanos y magreb¨ªes y el tr¨¢fico de estupefacientes se ha visto sensiblemente reducido o en¨¦rgicamente impedido por una vigilancia reforzada a lo largo de las costas mediterr¨¢neas.?Qu¨¦ ha pasado? En primer lugar, con su indagaci¨®n sobre la inmigraci¨®n clandestina, los medios de comunicaci¨®n descubrieron que exist¨ªan v¨ªnculos entre los barqueros y algunos traficantes de droga. Adem¨¢s, Marruecos no ha querido permitir que se desarrollara en su territorio este tipo de tr¨¢fico. Su reputaci¨®n corr¨ªa el riesgo de verse perjudicada. Primero, a principios de octubre de 1992 ratific¨® la Convenci¨®n de Naciones Unidas sobre el tr¨¢fico il¨ªcito de estupefacientes y de sustancias psicotr¨®picas, convenci¨®n adoptada por la ONU en 1988. Al mismo tiempo, decide cooperar con Madrid para luchar m¨¢s activamente contra los traficantes y los barqueros. Pone a punto un arsenal jur¨ªdico que prev¨¦ un recrudecimiento de las sanciones penales contra los causantes de estas plagas. El Gobierno recuerda que, en 1991, sus servicios se incautaron de m¨¢s de 47 toneladas de chira -un concentrado de cannabis- y detuvieron a 10.833 personas- relacionadas con este tr¨¢fico (marroqu¨ªes y extranjeros).
Adem¨¢s, anul¨® la elecci¨®n de varios representantes que hab¨ªan sido elegidos en las ¨²ltimas elecciones municipales de octubre de 1992. Todos los sospechosos de estar, en mayor o menor medida, relacionados con el contrabando y el tr¨¢fico de estupefacientes tuvieron que renunciar a su cargo. Era la primera vez que Rabat reaccionaba as¨ª. Pero no era m¨¢s que una etapa. Hab¨ªa que llegar m¨¢s lejos y poner un poco de orden en una ciudad famosa por estar abierta a todos los tr¨¢ficos. T¨¢nger necesitaba una limpieza. El palacio real env¨ªa a un polic¨ªa con fama de incorruptible. Un hombre eficaz, leal, ¨ªntegro y, sobre todo, tan intocable como lo era el famoso teniente Elliot Ness de la serie norteamericana Los intocables. Curiosamente, no le pusieron el apodo de Ness, sino el de Colombo, como el inspector de la serie que lleva su nombre. Este oficial de polic¨ªa marroqu¨ª no lleva una vieja gabardina, ni fuma cigarrillos italianos, ni circula en un viejo 404. No, es un hombre sencillo, culto -escribe-, legalista, un hombre con los pies en el suelo que hace su ronda por la noche en un Fiat negro. No frecuenta ning¨²n ambiente, le gusta leer y discutir con intelectuales. Este Colombo no se parece en nada a un polic¨ªa. Es un hombre de ley al que le gusta que se respete al ciudadano y las leyes del pa¨ªs.Trabaja con la idea de que Marruecos es un Estado de derecho y que debe seguir si¨¦ndolo.
Nada m¨¢s llegar, no tuvo ning¨²n problema en detener a 15 personas, entre las que se encontraban un antiguo diputado, varios concejales municipales y empresarios. La justicia les acus¨® por "actuar como intermediarios entre malhechores y traficar con estupefacientes". Volvi¨® a ponerlos en libertad provisional. Este asunto hizo mucho ruido. Los tangerinos no daban cr¨¦dito a sus ojos cuando le¨ªan en los peri¨®dicos que esas personas conocidas por ser muy poderosas, podr¨ªan ser detenidas. Mientras se desarrolla el sumario, est¨¢ previsto efectuar controles fiscales. Y todo el mundo se pregunta hasta d¨®nde se atrever¨¢ a llegar Colombo. Durante estos ¨²ltimos a?os se han construido precipitadamente cientos de edificios. Los llaman los edificios de la menta, eufemismo utilizado para hablar del hach¨ªs. Muchas de estas construcciones han servido para el blanqueo de dinero.
El Ej¨¦rcito vigila las costas tangerinas. Peque?os camellos han sido detenidos. Las prostitutas han tenido que cambiar de zona. Los vendedores de cigarrillos al por menor han sido castigados. En resumen, T¨¢nger respira, recupera la seguridad y la limpieza. Y los negocios no van bien...
A mediados de diciembre, el rey Hassan II env¨ªa una carta a John Major en su calidad de presidente en ejercicio de la Comunidad Econ¨®mica Europea, con motivo de la celebraci¨®n de la cumbre de Edimburgo. "Durante los ¨²ltimos meses", escribe el rey de Marruecos, "hemos puesto en pr¨¢ctica todo un conjunto de medidas preventivas y represivas contra el tr¨¢fico de estupefacientes. Pensamos que han resultado muy disuasorias ( ... ). Sabemos que una parte de la droga que entra en Europa procede de Marruecos, aunque no se trate del tipo de droga considerada como droga dura. ( ... ) Consideramos que no hay que abandonar a su propia suerte al campesino rife?o que vive de un cultivo estrictamente de subsistencia, y que debemos, junto con los pa¨ªses de la Comunidad Europea, poner en marcha una verdadera pol¨ªtica de, sustituci¨®n y de compensaci¨®n de las p¨¦rdidas que han padecido todos esos campesinos. Se trata de poner en pr¨¢ctica un programa eficaz de intervenci¨®n para la reconversi¨®n de las zonas afectadas por esta plaga".
Marruecos no quiere convertirse en una Colombia africana ni hacer de la regi¨®n del Rif una Sicilia bereber. El 25 de diciembre de 1992, un cami¨®n lleno de bolsas de hero¨ªna adulterada fue decomisado en el puerto de T¨¢nger. Se calcula que esta mercanc¨ªa alcanzar¨ªa un precio de unos 380 millones de pesetas en la reventa. La lucha parece ir en serio. Marruecos, que mantiene negociaciones con la CE y que intenta mejorar sus relaciones tanto econ¨®micas como pol¨ªticas con el conjunto de los pa¨ªses europeos, quiere ser tomado en serio y considerado como un socio con el que se puede contar. De ah¨ª la carta del rey y la nueva pol¨ªtica de prevenci¨®n y de represi¨®n.
En T¨¢nger ya no se encuentran africanos desocupados a la espera de embarcar en la nave de la fortuna. Los candidatos a la inmigraci¨®n clandestina intentan cruzar por Ceuta. Y Colombo sigue haciendo sus rondas mientras que alrededor de su persona se va tejiendo una leyenda.
es escritor marroqu¨ª, premio Goncourt de novela en 1987.
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