Cuba: modelo para una posible transici¨®n pac¨ªfica
El autor de este art¨ªculo, uno de los representantes del exiliodemocr¨¢tico cubano, reflexiona en forma de interrogante y respuesta sobre las cuestiones b¨¢sicas -sociales, pol¨ªticas, econ¨®micas, internacionales- que pueden marcar elderrotero de una eventual transici¨®n pol¨ªtica en su pa¨ªs.
Las reflexiones que siguen est¨¢n basadas en la premisa de que los cubanos, todos a la expectativa de cambios dr¨¢sticos en Cuba, est¨¢n paralizados por un parad¨®jico temor a la inevitable transici¨®n. Acaricio, adem¨¢s, la pretensi¨®n -un tanto presuntuosa- de que al despejar muchas inc¨®gnitas que oscurecen el futuro cubano, acaso pueda contribuir a impulsar un cierto curso de acci¨®n en la direcci¨®n m¨¢s conveniente para el pa¨ªs. A fin de cuentas, creo que las ideas tienen consecuencias. Por ¨²ltimo, persuadido del enorme valor did¨¢ctico de organizar la informaci¨®n y las opiniones en forma de preguntas y respuestas, me acojo a este formato cl¨¢sico, vecino de los di¨¢logos plat¨®nicos, hoy muy lejano, por cierto, de las maneras contempor¨¢neas de comunicar el pensamiento. Comencemos.
?Qu¨¦ quiere la mayor¨ªa de los cubanos?
Obviamente, la inmensa mayor¨ªa de los cubanos desea abandonar la situaci¨®n actual. Nadie elige voluntariamente el hambre y la desilusi¨®n. Tras el desplome del comunismo en Europa, del fin del subsidio sovi¨¦tico y de 34 a?os de experiencia fallida en Cuba, no debe quedar mucha gente que todav¨ªa tenga esperanzas en que ese modelo de Estado alguna vez pueda traerles la prosperidad o la felicidad a los cubanos. El debate, pues, se ha reducido a opinar si el sistema[ los va a matar de hambre o si conseguir¨¢ malamente alimentarlos.
?C¨®mo quisieran los cubanos que se produjera ese cambio?
Por supuesto, de forma pac¨ªfica.. El sentido com¨²n les indica que si sobreviene un periodo de violencia, la isla, hoy casi paralizada por la miseria y la escasez, puede convertirse en un infierno Ese leg¨ªtimo temor no s¨®lo angustia, a los opositores conocidos y fichados por la polic¨ªa pol¨ªtica, sino que tambi¨¦n afecta a los partidarios del r¨¦gimen, tanto a. los simuladores como a los genuinos. Nadie quiere poner en peligro la seguridad de los miembros de la familia, especialmente: la de los j¨®venes.
Hay que entender que a los castristas hoy no los mantiene unidos la convicci¨®n ideol¨®gica o la comuni¨®n de ideales, sino el miedo al cambio, el temor a la. capacidad represiva del r¨¦gimen (a la que ellos contribuyen) y la, sujeci¨®n emocional al caudillo. Pero eso no obsta para que abrumadora y secretamente tambi¨¦n deseen la llegada de un cambio pac¨ªfico.
?Es posible un cambio pac¨ªfico en Cuba?
Por supuesto que s¨ª. No hay ninguna raz¨®n metaf¨ªsica que lo impida. M¨¢s a¨²n: la norma en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas es que los cambios hacia otro modelo de Estado y hacia otro sistema de Gobierno sean pac¨ªficos. As¨ª ha ocurrido en 20 pa¨ªses a la derecha e izquierda del espectro pol¨ªtico.
?Es posible un cambio pac¨ªfico con Castro vivo o mientras permanece en la isla?
Tampoco hay raz¨®n alguna que lo impida, salvo la propia terquedad y soberbia del dictador. Sus partidarios -tanto los verdaderos como los simuladores- preferir¨ªan que as¨ª fuese. Se sentir¨ªan m¨¢s seguros, menos desprotegidos. Despu¨¦s de 34 a?os de subordinaci¨®n pol¨ªtica y emocional, perder a Castro los dejar¨ªa psicol¨®gicamente desamparados. Un Castro que quedara en la isla al frente de un partido comunista, o neocomunista, ser¨ªa una garant¨ªa para ellos.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si Castro no accede a realizar los cambios democr¨¢ticos que el pa¨ªs necesita?
Probablemente, los propios militares lo sustituir¨ªan por la fuerza, y comenzar¨ªan entonces el proceso de cambios, pero tal vez en circunstancias mucho m¨¢s tensas y confusas. O acaso ocurra que Castro consigue sujetar el poder hasta el momento de su muerte, pero en ese momento se producir¨¢ el giro hist¨®rico hacia la democracia. Lo que ni Castro ni nadie puede lograr es que el r¨¦gimen comunista prevalezca indefinidamente.
Presumamos, lo que es dif¨ªcil, que Castro entra en razones y admite la inevitabilidad del cambio. ?Ese cambio significar¨ªa que Castro y los suyos perder¨ªan el poder?
Presumo que s¨ª. Un Castro triunfador en unas elecciones libres ser¨ªa contrario a toda la experiencia electoral acumulada. Me sorprender¨ªa que en esos primeros comicios los castrocomunistas obtuvieran m¨¢s del 15% de los votos.
?No significar¨ªa esa derrota una luz verde para que se produjeran represalias y matanzas?
No, si la transici¨®n se pacta serenamente. Es perfectamente posible, como hicieron los uruguayos, someter al veredicto del pa¨ªs una ley de borr¨®n y cuenta nueva. La inmensa mayor¨ªa seguramente entender¨ªa que hay que olvidar el pasado para salvar el futuro. Los espa?oles enterraron la guerra civil y su mill¨®n de muertos para poder hacer la transici¨®n. Los cubanos tambi¨¦n pueden repetir esa conducta civilizada.
?Se renunciar¨ªa, entonces, a hacer justicia?
El objeto de la justicia no es s¨®lo castigar a los culpables. Tambi¨¦n -y en primer lugar- conseguir que la paz sea posible y la sociedad habitable. Si por hacer justicia se destruyen los fundamentos de la convivencia se habr¨ªa traicionado la propia raz¨®n de ser de las leyes y los castigos. Por otra parte, uno de los peores aspectos del totalitarismo es que borra las fronteras entre las v¨ªctimas y los victimarios. Con frecuencia, casi todos los cubanos han desempe?ado alternativamente uno de los dos roles.
?No dar¨ªa lugar una negociaci¨®n de esta ¨ªndole al surgimiento de una etapa lastrada por los compromisos pol¨ªticos?
Al contrario, se evitar¨ªa uno de los mayores da?os que tradicionalmente ha sufrido la rep¨²blica: la sustituci¨®n de la ¨¦lite de poder por medio de la violencia. El fin del castrismo es una buena oportunidad para terminar con la cultura de la violencia pol¨ªtica y dar paso a la cultura de la persuasi¨®n y la tolerancia, ¨²nico marco don de puede arraigar la democracia.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa con los comunistas o castristas si fueran desalojados del poder tras unas elecciones?
De acuerdo con lo que ha ocurrido en casi todas partes, si la analog¨ªa sirve para hacer predicciones, lo m¨¢s probable es que el Partido Comunista Cubano se fragmentar¨ªa en dos. La porci¨®n mayoritaria se desplazar¨ªa hacia una especie de nacionalismo socialdem¨®crata, y la minoritaria se quedar¨ªa empantanada en cierta nostalgia de corte estalinista.
?Qu¨¦ papel jugar¨ªa Castro en ese esquema?
Obviamente, el que ¨¦l elija y/o el pueblo le asigne. Incluso, podr¨ªa intentar regresar al poder por la v¨ªa democr¨¢tica, como acaba de ocurrir en Lituania con los ex comunistas reciclados en el rol de socialdem¨®cratas. Si en el futuro los cubanos quisieran ensayar un segundo Castro -como hicieron los argentinos con un segundo Per¨®n- estar¨ªan en su perfecto derecho de escoger esta opci¨®n.
?Cu¨¢l ser¨ªa, entonces, el modelo de transici¨®n que Cuba pudiera seleccionar?
Hay tantos modelos de transici¨®n como pa¨ªses que han logrado abandonar sin sangre la dictadura. Los hay impulsados desde la c¨²spide, como el espa?ol y -en cierta medida- el ruso y el h¨²ngaro. Los hay con pacto de autoridad dividida, como ha sucedido en Chile o Nicaragua. Los hay -Polonia- donde s¨¦ intent¨® restringir (in¨²tilmente) el papel de la oposici¨®n en el Parlamento. Los cubanos tienen que aprender de todos estos procesos, sacar sus conclusiones y definir su propio modelo.
?Qui¨¦nes podr¨ªan decidir cu¨¢l modelo ser¨ªa el conveniente?
Eso, por supuesto, no lo puede hacer el Gobierno aisladamente. Tiene que contar con la oposici¨®n. De lo contrario, el proceso carecer¨ªa de legitimidad o de credibilidad. Estoy pensando en una docena de nombres, y entre ellos, en primer lugar, Gustavo Arcos, Elizardo S¨¢nchez, Osvaldo Pay¨¢, Mar¨ªa Elena Cruz Varela y Jos¨¦ Luis Pujol; los tres ¨²ltimos, presos de conciencia. Estas personas, pese a su indefensi¨®n, como lo fueron Havel, Mandela o Sajarov, son imprescindibles para lograr el cambio pac¨ªfico. Estas personas, con la excepci¨®n de Gustavo Arcos, en su momento constituyeron la Concertaci¨®n Democr¨¢tica Cubana, precisamente para contribuir a la b¨²squeda de una salida digna y pac¨ªfica a la crisis.
El segundo interlocutor del Gobierno necesariamente est¨¢ en el exilio. En efecto, en agosto de 1990, mediante el Pacto de Madrid, se constituy¨® la Plataforma Democr¨¢tica Cubana, una coalici¨®n de tres partidos -liberales, democristianos y socialdem¨®cratas- con la presencia del Comit¨¦ Cubano Pro Derechos Humanos, comprometidos todos con tratar de lograr una negociaci¨®n pol¨ªtica en Cuba que condujera al pueblo a un proceso electoral libre y abierto.
La Plataforma -cuyos partidos, de una u otra manera, est¨¢n vinculados a sus respectivas internacionales- ha logrado forjar en todo Occidente una impresionante trama de solidaridad, respaldo y promesas para el futuro, patrimonio que puede volcar en favor del proceso de transici¨®n pac¨ªfica, de manera que el costo del cambio sea el m¨¢s reducido posible. Aunque tampoco es descartable que otras organizaciones de dentro y fuera de Cuba, capaces de renunciar a la violencia y de participar de un di¨¢logo civilizado, tambi¨¦n se sumaran al esfuerzo.
?C¨®mo ser¨ªa el primer episodio de esa transici¨®n?
El punto de partida puede ser un simple encuentro entre las partes. Puede realizarse en Cuba o
en cualquier pa¨ªs que ponga a la disposici¨®n de los cubanos una mesa de negociaciones que garantice cierta neutralidad.
?Cu¨¢les ser¨ªan los objetivos de la oposici¨®n si se diera ese escenario?
Establecer el modo legal, sin rupturas o vac¨ªos de poder que puedan propinar una quiebra de la paz social, para que se produjeran en Cuba unos comicios verdaderamente libres a los que concurrieran distintas opciones. Lo que la oposici¨®n moderada busca es que la sociedad exprese sus preferencias libremente tras un periodo razonable de informaci¨®n sin restricciones. Despu¨¦s se ir¨ªa a una constituyente, de manera que la ley se adaptara a la nueva situaci¨®n.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa, por ejemplo, con el controvertido tema de las viviendas?
Por supuesto, en una democracia real los asuntos extremadamente importantes los puede resolver el pueblo directamente. Es plantear un refer¨¦ndum al que simult¨¢neamente se responda s¨ª o no a la Ley de Amnist¨ªa General para cualquier delito de naturaleza u origen pol¨ªtico cometido durante la revoluci¨®n. Tambi¨¦n s¨¦ puede plantear la misma alternativa -s¨ª o no- para otorgar la propiedad definitiva de las viviendas a quienes las habitan. En ambos casos ser¨ªa recomendable votar s¨ª y resolver de una vez y para siempre estos dos espinosos asuntos que paralizan tantas voluntades.
?Qu¨¦ podr¨ªa ocurrir con la propiedad de las empresas en manos del Estado?
Una posible salida ser¨ªa que cada empresa agr¨ªcola, industrial o de servicios, con m¨¢s de 25 empleados, se constituyera en una sociedad an¨®nima donde el control mayoritario de las acciones -al menos el 51%- quedara en manos de las personas que ah¨ª trabajan. Las de menos de 25 empleados se adjudicar¨ªan totalmente a los empleados. De esta forma, los trabajadores y gerentes se convertir¨ªan en los propietarios reales de las empresas, con capacidad para comprar o vender sus acciones, ampliar el capital, buscar nuevos socios y tomar las decisiones fundamentales. A partir de ese momento, ellos ser¨ªan responsables de su propio destino econ¨®mico y nadie de adentro o de afuera del pa¨ªs vendr¨ªa a dictarles lo que iba a ocurrir con sus propios centros, de trabajo.
?Eso quiere decir que el 51 % de la propiedad siempre tendr¨ªa que estar en manos de los trabajadores propietarios?
No. Eso afectar¨ªa a las empresas que ya existen, pero las de nueva creaci¨®n podr¨ªan ser 100% de los nuevos inversionistas o podr¨ªan ser cooperativas. Es decir: habr¨ªa en Cuba un r¨¦gimen capitalista abierto a todas las formas jur¨ªdicas. Incluso los trabajadores-propietarios de las empresas ya existentes, si creen que es conveniente para defender sus intereses, muy bien podr¨ªan negociar con inversionistas extranjeros (o nacionales) la venta de una parte o de la totalidad de las acciones de la empresa. Pero lo importante es que las decisiones que van a afectar el futuro de los trabajadores, para bien o para mal, las tomen los propios interesados, porque nadie mejor que ellos sabr¨¢ defender sus intereses.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa con los antiguos y leg¨ªtimos propietarios de casas, empresas o tierras?
Como la restituci¨®n no es materialmente, posible, ser¨ªan indemnizados por sus p¨¦rdidas de forma justa y razonable.
?Ser¨ªan ellos los ¨²nicos indemnizados?
Debe defenderse la propuesta de que tambi¨¦n, y en primer lugar, fueran indemnizadas las v¨ªctimas de todos estos a?os de desquiciamiento pol¨ªtico, pero retrocediendo al 10 de marzo de 1952, momento en que se interrumpe la legitimidad pol¨ªtica en Cuba, tras el golpe militar de Batista. Se podr¨ªan definir como v¨ªctimas a todos los muertos de uno y otro bando, a todos los presos pol¨ªticos, a las familias de los ca¨ªdos en Playa Gir¨®n -repito, de uno y otro bando- o en Angola, o a los ahogados en el estrecho de la Florida, de manera que se reconozca que el sufrimiento humano tambi¨¦n debe ser tomado en cuenta, y que la nueva etapa que inaugura la rep¨²blica no divide a los cubanos en vencedores y vencidos, ni en buenos y malos, sino humildemente admite que hay una responsabilidad colectiva en nuestros errores pasados que debe saldarse con el esfuerzo generoso y equitativo de todos.
?Cu¨¢l ser¨ªa el tratamiento a las empresas extranjeras?
El mismo, pero por razones psicol¨®gicas y econ¨®micas -siempre ligadas- ser¨ªa muy conveniente que las empresas emblem¨¢ticas (nacionales y extranjeras) obtuvieran de inmediato toda clase de facilidades y est¨ªmulos para la reanudaci¨®n de sus operaciones en Cuba. Empresas licoreras como Bacard¨ª, las grandes marcas tabaqueras (H. Upman, Partag¨¢s) y cafeteras (Regil, Tupy), holdings de comunicaciones como CMQ y los peri¨®dicos y revistas tradicionales del pa¨ªs (Diario de la Marina, Prensa Libre, El Pa¨ªs, etc¨¦tera) deben aparecer cuanto antes como prueba evidente de que la naci¨®n se ha puesto en marcha de nuevo. Otro tanto puede decirse de las multinacionales industriales o comerciales que estaban radicadas en la isla antes del triunfo de la revoluci¨®n, y cuyo regreso ser¨ªa un mensaje muy eficaz, tanto para los cubanos como para el resto del mundo inversionista: Sears, Nestl¨¦, Dupont, Dornecq, Hilton, Goodyear, Coca-Cola, Owen-Illinois, etc¨¦tera.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa con los profesionales de las Fuerzas Armadas, del Ministerio del Interior y los funcionarios del partido comunista y de las organizaciones de masas?
Evidentemente, un pa¨ªs democr¨¢tico, sin enemigos exteriores y sin misiones internacionalistas, no necesita m¨¢s Fuerzas Armadas que las necesarias para mantener el orden interno. inevitablemente, esto dejar¨ªa sin trabajo a unas cuantas decenas de millares de personas. Y ante esta situaci¨®n, la f¨®rmula m¨¢s recomendable acaso ser¨ªa el trasvase masivo de estas personas a la estructura empresarial, tambi¨¦n con participaci¨®n en el accionariado, intentando, en la medida de lo posible, que el salario, rango y lugar de destino sean equiparables a los que tuvieron en la vida militar. Lo mismo se podr¨ªa hacer con los funcionarios del partido comunista o las organizaciones de masas (Confederaci¨®n de Trabajadores de Cuba, Federaci¨®n de Mujeres, Uni¨®n de J¨®venes Comunistas, etc¨¦tera). La b¨²squeda de un camino tranquilo hacia la democracia exige que se compartan y se repartan tanto los beneficios como los perjuicios. Y m¨¢s posibilidades tendremos de alcanzar el ¨¦xito si logramos que la inmensa mayor¨ªa de los cubanos no vea ese cambio como una tragedia individual, sino como una oportunidad real de acceder a una mejor forma de vida.
?Qu¨¦ podr¨ªa suceder con los extendidos sistemas de sanidad y educaci¨®n? ?Seguir¨ªan siendo gratuitos?
Si la sociedad as¨ª lo desea, a nadie en sus cabales se le ocurrir¨ªa eliminar o reducir estos servicios. Lo que hay que hacer es mejorarlos, evitar el despilfarro innecesario y permitir opciones privadas paralelas para que el nivel del sector p¨²blico no decaiga.
A comienzos de 1992 Cuba sigue siendo un pobre pa¨ªs ca?ero que apenas puede exportar az¨²car, n¨ªquel, c¨ªtricos, algo de tabaco y ciertos productos biotecnol¨®gicos. ?C¨®mo puede la democracia cambiar esta panorama?
Sin duda el turismo jugar¨¢ un papel preponderante y en un plazo muy breve. Pero sobre todo el turismo de los dos millones de cubanos (un mill¨®n que emigr¨® y luego se duplic¨® en el exilio). Si el tr¨¢nsito hacia la libertad se hace ordenadamente, no hay duda de que esa enorme masa de cubanos, casi todos avecinados cerca de Cuba, crear¨¢n una industria tur¨ªstica que en el primer a?o ya aportar¨¢ m¨¢s divisas para el pa¨ªs que el valor de la zafra azucarera con sus precios permanentemente deprimidos.
La agroindustria es tambi¨¦n otro de los caminos valiosos. Dados los lazos y vasos comunicantes que se establecer¨¢n entre los cubanos de la isla y los cubanos de Estados Unidos, Venezuela, Puerto Rico y Espa?a, se puede predecir un futuro notable para las exportaciones de productos agr¨ªcolas, desde frutas hasta flores, as¨ª como de pescados y mariscos.
Sin embargo, el gran potencial de desarrollo de Cuba no est¨¢ en ese comercio tradicional, sino en la utilizaci¨®n intensiva de su gran capacidad t¨¦cnica y cient¨ªfica. El futuro brillante de Cuba est¨¢ en esas decenas de millares de buenos ingenieros, bi¨®logos e investigadores de toda ¨ªndole, la mayor parte formados en lo que fue el mundo comunista, y que en una Cuba distinta y dentro de un sistema econ¨®mico razonable podr¨ªan desarrollar casi cualquier industria de tecnolog¨ªa punta, como se ha demostrado en el campo de la biotecnolog¨ªa.
Con los contactos correctos y contribuyendo a vincular a estos profesionales con los consorcios adecuados del exterior, Cuba est¨¢ en condiciones de repetir en el Caribe, y en una generaci¨®n, el milagro que los cuatro dragones de Asia llevaron a cabo en Singapur, Hong Kong, Taiwan o Corea del Sur, pero con la ventaja para los cubanos de que el punto de partida cultural y educativo es mucho m¨¢s alto que el que ten¨ªan estos pa¨ªses hace 25 a?os. El capital humano con que hoy cuenta la Isla de Cuba es el mejor de toda su historia. El m¨¢s preparado.
?No es muy dif¨ªcil repetir ese 'milagro' ahora que parece haber cierta crisis en el comercio internacional?
Ning¨²n proceso de desarrollo acelerado es f¨¢cil. Sin embargo, por influencia de la comunidad cubana en el exilio, es posible que las mercanc¨ªas producidas en la Isla obtengan un trato preferente en Estados Unidos, al tiempo que el Tratado de Lome, concebido para ayudar a los pa¨ªses de ?frica y del Caribe, le puede abrir paso a las exportaciones cubanas hacia Europa. Por otra parte, si se concreta el Tratado de Libre Comercio entre Canad¨¢, Estados Unidos y M¨¦xico, no parece dif¨ªcil que a medio plazo una Cuba democr¨¢tica consiguiera integrarse dentro de ese esquema.
?De qu¨¦ depende, en s¨ªntesis, que la transici¨®n pac¨ªfica hacia la libertad pueda hacerse exitosamente en Cuba?
Depende, en primer t¨¦rmino, de los factores pol¨ªticos. Si hay juego limpio e intenci¨®n genuina de solucionar la crisis, se puede cambiar el modelo de Estado cubano en un plazo corto, contando con numerosas fuentes de ayuda durante el periodo de transici¨®n.
Carlos Alberto Montaner es escritor y periodista, presidente de la Uni¨®n Liberal Cubana, partido vinculado a la Internacional Liberal. La ULC forma parte de la Plataforma. Democr¨¢tica Cubana, junto a socialdem¨®cratas y democristianos.
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