Soy minera
UNA DE las m¨¢s ¨¢speras batallas sociales libradas a finales del siglo pasado fue la de evitar que las mujeres (y los ni?os) trabajaran en las minas. Hoy, la plena igualdad legal entre hombre y mujer pasa, sin embargo, por el reconocimiento efectivo de su derecho a trabajar en ellas. La raz¨®n del cambio es bien sencilla: hace un siglo, las mujeres (y los ni?os) eran utilizadas como mano de obra barata frente al hombre. Adem¨¢s de distorsionar el mercado laboral, tal utilizaci¨®n se ejerc¨ªa en un medio productivo especialmente penoso: la mina. No es extra?o que la lucha sindical desencadenada entonces no concluyese hasta la prohibici¨®n taxativa de esta inicua explotaci¨®n en el trabajo de personas tenidas como d¨¦biles. En la ¨¦poca actual, una vez que la Constituci¨®n proh¨ªbe cualquier tipo de discriminaci¨®n en raz¨®n del sexo, no existe motivo alguno pretendidamente proteccionista que aconseje excluir a la mujer del trabajo en la mina o en otro sector productivo.El Tribunal Constitucional ha dado un paso definitivamente clarificador -en cuanto a las dudas que todav¨ªa pod¨ªan subsistir al respecto- al amparar a una mujer asturiana excluida de las tareas de la mina por su condici¨®n femenina. La sentencia es clarificadora porque, por primera vez, se cuestiona la vigencia actual de toda una serie de normas nacidas en su d¨ªa con una evidente finalidad protectora de la mujer, pero que hoy, adem¨¢s de ser contrarias a la Constituci¨®n, se han convertido en una traba m¨¢s a su efectiva integraci¨®n en el mercado laboral. Ni siquiera en un trabajo tan peligroso e insalubre como el de la mina, para el que se requiere una determinada fortaleza f¨ªsica por parte de quien lo realiza, es admisible una exclusi¨®n en raz¨®n del sexo por m¨¢s que se la quiera presentar como "un logro social de la mujer trabajadora". La raz¨®n es obvia: lo del "sexo d¨¦bil" es, ante todo, un artificiosa construcci¨®n ideol¨®gica y social que en modo alguno corresponde a la naturaleza de las cosas (es, de hecho, el reverso de otro artificio: el machismo), uno de cuyos efectos m¨¢s regresivos es la "divisi¨®n sexista del trabajo".
A partir de esta sentencia del Constitucional ser¨¢ imposible ampararse en normas o reglamentaciones del trabajo, internacionales o nacionales, para impedir el acceso de la mujer al interior de la mina. Como subraya la sentencia, la fortaleza f¨ªsica que dicho trabajo requiere "es exigible por igual al hombre y a la mujer, al margen de su sexo", aunque pueda ocurrir que sean m¨¢s numerosos los hombres que en una determinada circunstancia re¨²nan esas exigencias. De ah¨ª, y esta consideraci¨®n ata?e al ¨¢mbito productivo en general, que las medidas de protecci¨®n laboral deban hacer abstracci¨®n del sexo del trabajador -excluidos, obviamente, los supuestos de embarazo y maternidad- y extenderse por igual a la mujer y al hombre.
Se ha dicho que las normas jur¨ªdicas son tan s¨®lo una condici¨®n necesaria, pero no suficiente, para vencer los h¨¢bitos sociales y las inercias culturales que se oponen a la igualdad efectiva entre los sexos en el mundo del trabajo y, en general, en la sociedad. Es cierto. De ah¨ª la importancia que adquieren posicionamientos jur¨ªdicos tan claros y terminantes como el del Tribunal Constitucional a la hora de remover tales inercias. Cuantos se empe?an en mantener una absurda discriminaci¨®n sexista en el mercado laboral lo tienen ahora m¨¢s dif¨ªcil. Adem¨¢s de socialmente regresiva y econ¨®micamente funesta, dicha pr¨¢ctica es tambi¨¦n claramente inconstitucional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.