Tiempo de dicha

El cartel de localidades agotadas recibi¨® a los rezagados. Medina Azahara, despu¨¦s de tres lustros de luces y sombras, disfruta del sabor dulce de la respuesta popular. Junto a los fieles treinta?eros, la sala tambi¨¦n se pobl¨® de j¨®venes aficionados atra¨ªdos por la difusi¨®n radiof¨®nica de Todo tiene sufin, espl¨¦ndida adaptaci¨®n de un viejo tema de Los M¨®dulos, o Necesito respirar. La trayectoria de estos m¨²sicos andaluces ha conocido desde el esplendor inicial de Paseando por la mezquita, hasta el desd¨¦n de cuatro a?os sin producci¨®n discogr¨¢fica.El fichaje por su actual compa?¨ªa- y la compilaci¨®n de su mejor cosecha en un ¨¢lbum grabado en directo pusieron fin a su particular traves¨ªa del desierto. Hoy, el apoyo de una cadena de emisoras ha popularizado las canciones de Sin tiempo, el ¨²ltimo trabajo del grupo.

Sobre el escenario, Medina Azahara aporta una mayor dosis de potencia. La aportaci¨®n de la guitarra de Francisco Ventura, claramente impregnada de rock duro, fortalece la puesta en vivo de las composiciones del grupo. Temas como Velocidad o Navajas de cart¨®n se adaptaron a esas caracter¨ªsticas. El tono semisin-f¨®nico que ofrecen los teclados de Pablo Rabad¨¢n encuentra alg¨²n lugar de expansi¨®n en las m¨¢s veteranas canciones. El pelirrojo vocalista Manuel Mart¨ªnez interpreta bajo melod¨ªas andaluzas esos textos de amor y dolor con vocaci¨®n universal.

Dos cortes consecutivos de luz no pudieron frenar el entusiasmo de un concierto que era sobre todo celebraci¨®n de estos d¨ªas felices que vive el grupo andaluz. Como homenaje al malogrado Jes¨²s de la Rosa, l¨ªder de Triana, Medina Azahara despidi¨® la noche con la interpretaci¨®n de El lago. De aquellos compa?eros de viaje del denominado rock andaluz, t¨¦rmino que agrupaba a un nutrido y floreciente n¨²mero de grupos sure?os en el inicio de los ochenta, solamente perseveran estos veteranos de C¨®rdoba.