El mundo ¨¢rabe ante una guerra dif¨ªcil cruenta
Bombas en el centro de El Cairo, emboscadas en Asiut, refriegas en Asu¨¢n. A lo largo del Nilo, las autoridades egipcias est¨¢n comprobando que la guerra que declararon a los integristas musulmanes va a ser mucho mas dif¨ªcil y cruenta de lo que inicialmente pensaron. Y los vecinos de Egipto contemplan el avance del extremismo isl¨¢mico con creciente alarma y no poco miedo al contagio.Hasta hace menos de un mes, los altos funcionarios egipcios todav¨ªa pod¨ªan declarar con comodidad que, aunque la vital industria tur¨ªstica estaba al borde del colapso, todo estaba "bajo control".
Los acontecimientos de las dos ¨²ltimas semanas demuestran que se equivocaron al minimizar la importancia de las acciones emprendidas por los miembros de la Gama¨¢ al Islamiya, el radicalizado reto?o de la Hermandad Musulmana. En Egipto, aparte de hoteles semivac¨ªos, lo que existe hoy es una guerra abierta entre el poder laico y musulmanes pobres y, sobre todo, cansados de escuchar promesas gubernamentales.
El primer incidente sangriento-elasesinato de una turista brit¨¢nica cerca de Da?rut en octubre pasado- fue descrito por las autoridades como un ataque aislado. En un intento de exportar tranquilidad, el propio presidente, Hosni Mubarak, visit¨® las zonas afectadas por la violencia.
Menos publicidad recib¨ªa mientras tanto la tenaz campa?a de represi¨®n gubernamental. A punta de bayoneta, tropas egipcias sacaron de sus miserables casas de las chabolas cairotas a centenares de sospechosos de ser simpatizantes de la Gama¨¢ al Islamiya, cuando muchos de ellos de lo que se quejaban era de la falta de alcantarillado o de ayuda gubernamental para retejar sus casas afectadas por el terremoto de octubre.
Por supuesto, la Gama¨¢ y la Yihad Isl¨¢mica, las m¨¢s poderosas organizaciones musulmanas, capitalizan el descontento popular y se?alan el robo de la victoria electoral en Argelia como una muestra de por qu¨¦ los musulmanes no deben jam¨¢s confiar en el poder establecido, y mucho menos si est¨¢ apuntalado por Occidente. integristas se acent¨²a silenciosamente, Egipto podr¨ªa hallar inspiraci¨®n si, como el Gobierno dice, est¨¢ dispuesto a aplastar el desaf¨ªo isl¨¢mico con todos los medios a su alcance.
El problema para el Gobierno pro-occidental de El Cairo, sin embargo, es que la magnitud del reto es considerablemente mayor en t¨¦rminos de poblaci¨®n e impacto econ¨®mico. Se calcula que, s¨®lo en los ¨²ltimos meses, Egipto ya ha perdido unos 3.000 millones de d¨®lares (360.000 millones de pesetas) por la ca¨ªda del turismo.
Para un pa¨ªs donde los visitantes son la principal fuente de divisas extranjeras, esta estrategia supone, sencillamente, un golpe colosal. Los extremistas egipcios arrojan bombas incendiarias contra autobuses de vi sitantes, pero en realidad su objetivo es la alica¨ªda econom¨ªa, cuyo colapso pondr¨ªa instant¨¢neamente a millares de manifestantes en las calles.
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