El fin de la epoca Mitterrand
Era sorprendente, el domingo por la noche, el contraste entre la magnitud de la victoria de la derecha y la moderaci¨®n de sus dirigentes. Y ten¨ªan raz¨®n: los franceses han rechazado a la izquierda, no han llamado a la derecha. Han condenado la impotencia del Gobierno frente al crecimiento del paro; juzgar¨¢n a la actual oposici¨®n por sus resultados concretos.Lo que se ha puesto de manifiesto es que la condena de la izquierda era m¨¢s violenta de lo que se pensaba. Los ecologistas, que para muchos representaban una nueva izquierda, han sido barridos, y el Frente, Nacional ha registrado un ¨¦xito tanto m¨¢s notable si se tiene en cuenta que, en esta ocasi¨®n, el deseo de un voto ¨²til podr¨ªa haber inducido a muchos de sus electores a votar a la Agrupaci¨®n para la Rep¨²blica (RPR), cosa que no ha sucedido. Sorprendente, por ejemplo, resulta el voto de la segunda circunscripci¨®n de Niza, donde el. candidato del Frente Nacional aventaja al l¨ªder de la RPR en el departamento. Los franceses no s¨®lo han eliminado a un Gobierno que consideraban incapaz; han demostrado que la cr¨ªtica de la extrema derecha a la pol¨ªtica practicada y al propio sistema pol¨ªtico era mucho m¨¢s en¨¦rgica que la cr¨ªtica de la izquierda y de la extrema izquierda.
Pero lo que puede que tenga las consecuencias m¨¢s persistentes es la dif¨ªcil situaci¨®n en que se encuentran los l¨ªderes socialistas. La posible derrota de estos l¨ªderes, con Michel Rocard a la cabeza, es lo que confiere a la derrota un sabor de desastre. Porque, aunque se puede pensar que la derecha -dividida entre partidarios y adversarios de Maastricht, enfrentada a problemas dif¨ªciles y con poco tiempo disponible- no tiene garantizados sus votos hasta las elecciones presidenciales, para que la izquierda se beneficiara de ello ser¨ªa necesario que tuviera l¨ªderes y una fuerte capacidad de iniciativa. El big bang de Michel Rocard llev¨® a pensar que esa capacidad exist¨ªa; pero ?sobrevivir¨ªa a una derrota del Propio Michel Rocard?
La derecha desea ardientemente unas elecciones presidenciales anticipadas, que sin duda ganar¨ªa. Pero en realidad no acaba de creer en ello, porque Frano?ois Mitterrand no tiene raz¨®n alguna para hacer a¨²n m¨¢s completo el desastre de los socialistas ofreciendo a la derecha el sill¨®n presidencial.
Es posible que la segunda vuelta corrija la primera. Esto no tendr¨ªa mayor importancia si s¨®lo se tratara de incorporar 20 socialistas m¨¢s a la Asamblea, pero s¨ª que la tendr¨ªa si sus principales l¨ªderes, y sobre todo Michel Rocard, consiguieran salvar sus esca?os.
Sin embargo, la magnitud de la victoria tiene ya un resultado: la campana presidencial, que parec¨ªa tan pr¨®xima, casi inmediata, va a ocupar un segundo plano. La derecha va a gobernar de verdad, y ah¨ª es donde van a empezar las sorpresas. Porque la derecha proeuropea tendr¨¢ que apoyarse en el centro y en la izquierda moderada, de la misma manera que Michel Rocard quiere apoyarse en el centro y en los ecologistas. Porque es cierto que existen dos grandes partidos en Francia, pero no la derecha y la izquierda, sino los que est¨¢n a favor de Maastricht y los que est¨¢n en contra. Hay menos distancia entre B¨¦r¨¦govoy y Balladur que entre este ¨²ltimo y Seguin. Y esta derecha populista, apoyada en la mayor¨ªa de la RPR y gran parte del Frente Nacional, no esperar¨¢ a las elecciones europeas para plantar batalla. Pide la reactivaci¨®n mediante la salida del Sistema Monetario Europeo y una devaluaci¨®n que favorezca las exportaciones amenazadas por la bajada de la libra y la lira. Un Gobierno de Balladur ser¨ªa claramente un Gobierno de centro, lo que le da muchas oportunidades de reunir a su alrededor diversas fuerzas y de presentarse ante muchos como la ¨²nica defensa eficaz de la pol¨ªtica proeuropea, pero tambi¨¦n podr¨ªa aplastarlo entre la presi¨®n de los empresarios por una reactivaci¨®n r¨¢pida y la hostilidad del presidente de la Rep¨²blica.
La derecha s¨®lo se har¨¢ realmente con la victoria cuando haya alejado del poder a los adversarios de Maastricht, cuando haya rechazado una pol¨ªtica econ¨®mica basada en el arma monetaria y haya emprendido una pol¨ªtica presupuestaria, lo que ser¨¢ dif¨ªcil teniendo en cuenta el d¨¦ficit causado por el ministerio de B¨¦r¨¦govoy.
Pero no nos precipitemos a hablar del futuro. La lecci¨®n de hoy es el agotamiento del modelo pol¨ªtico de Mitterrand. Desde que, en 1983, se abandon¨® la pol¨ªtica del programa com¨²n, este modelo iba en ca¨ªda libre. Ya no tiene ning¨²n contenido y, desde que Fran?ois Mitterrand ech¨® a Michel Rocard, la izquierda socialista ha perdido la capacidad de gobernar. Este vac¨ªo es lo que acaba de ser castigado. Lo que desaparece es la generaci¨®n de Mitterrand. Francia sale del Gobierno mediante el discurso, y el nuevo Gobierno ser¨¢ juzgado s¨®lo por sus resultados. Desde 1984, las ilusiones ret¨®ricas del programa com¨²n han sido sustituidas por una pol¨ªtica econ¨®mica razonable. Ahora hay que a?adirle una pol¨ªtica social centrada en el empleo, la seguridad social, la educaci¨®n. La iron¨ªa de la historia es que ha sido la izquierda la que ha restablecido la ortodoxia financiera y ahora le toca a la derecha transformar la pol¨ªtica social, pero sin cambiar sus principales logros, algo que el electorado no aceptar¨ªa.
Alain Touraine es soci¨®logo y director del Instituto de Estudios Superiores de Par¨ªs.
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