El ¨²ltimo combate de Mitterrand
Las divisiones en el seno de la derecha francesa permitir¨¢n al presidente franc¨¦s agotar su mandato
El triunfo de la coalici¨®n de derechas en las elecciones legislativas abre un segundo periodo de cohabitaci¨®n dominado por la incertidumbre. La soledad pol¨ªtica de Fran?ois Mitterrand frente a la nueva Asamblea Nacional franceses absoluta, mayor, incluso, que el poder que le confiere la Constituci¨®n de la V Rep¨²blica. Al final de su segundo mandato, con un proyecto pol¨ªtico cumplido y acabado, enfermo y sin m¨¢s ambici¨®n que culminar una larga carrera pol¨ªtica, las intenciones de Fran?ois Mitterrand frente a la nueva mayor¨ªa son un misterio.La experiencia de la primera cohabitaci¨®n, que abarc¨® desde 1986 hasta 1988, ya no sirve, dados los cambios que se han ido produciendo en el campo nacional e internacional. Pero si la incertidumbre es grande, nadie espera que el presidente franc¨¦s se entregue sin luchar por su patrimonio pol¨ªtico. No est¨¢ en su particular forma de ser.
La carrera de Mitterrand es ahora contrarreloj. Sin apoyos exteriores, dada la debilidad de un Partido Socialista derrotado y dividido (ha perdido alrededor de doscientos esca?os), su juego pol¨ªtico se reduce a buscar en el seno de la nueva mayor¨ªa el equilibrio de fuerzas que le permita llegar hasta el final de su mandato, 1995, sin abrir una crisis constitucional.
Y el campo de batalla m¨¢s previsible es el de la pol¨ªtica internacional, donde las sensibilidades de los partidos que integran la nueva mayor¨ªa -gaullistas, liberales y centristas- son m¨¢s acusadas. El comercio internacional (con la cuesti¨®n del Acuerdo General' sobre Aranceles y Comercio, GATT, en primer t¨¦rmino), la uni¨®n monetaria, la pol¨ªtica de defensa, la ampliaci¨®n europea, la crisis del Este de Europa, son cap¨ªtulos cruciales de la pol¨ªtica internacional de Francia en la que tiene voz propia el presidente de la Rep¨²blica, y con repercusiones inmediatas en la pol¨ªtica interior.
Voces nacionalistas
Hay voces en la nueva mayor¨ªa, sobre todo en el sector m¨¢s nacionalista de la gaullista Agrupaci¨®n para la Rep¨²blica (RPR), que piden que se busque cuanto antes una f¨®rmula que obligue a Mitterrand a dimitir. El sistema ser¨ªa la aprobaci¨®n de una legislaci¨®n, presumiblemente en pol¨ªtica social, que el presidente no est¨¦ dispuesto a asumir. Esa voladura controlada no parece, sin embargo, tan f¨¢cil, dado que existen otras fuerzas, como la de los liberales que encabeza Val¨¦ry Giscard d'Estaing, que temen la hegemon¨ªa gaullista, que podr¨ªan hacerse con la presidencia en el caso de que se adelantaran las elecciones.
El equilibrio viene de los pactos que Mitterrand pueda trenzar dentro de la nueva mayor¨ªa, cuyo poder es casi absoluto en todas las esferas de la pol¨ªtica francesa. El juego de la divisi¨®n, del apoyo en los diversos sectores de la mayor¨ªa para seg¨²n qu¨¦ temas, es el ¨²nico que le queda al presidente.
La experiencia de la anterior cohabitaci¨®n no parece que facilite estas t¨¢cticas. La mayor¨ªa de los comentaristas piensa que Jacques Chirac, actual hombre fuerte de la pol¨ªtica francesa al convertirse el RPR en el primer partido del pa¨ªs, fue el gran perdedor de la anterior cohabitaci¨®n, por lo que no dar¨¢ facilidades para que Mitterrand desarrolle ese tipo de juego. Pero su debilidad viene de su propia ambici¨®n, que no es otra que suceder a Mitterrand al frente de la presidencia, sabiendo que su principal rival no est¨¢ a la izquierda, dada la debilidad de los socialistas, sino en el seno de su propia mayor¨ªa.
El sistema electoral requiere que un candidato a la presidencia sea capaz de agrupar, en la primera o en la segunda vuelta, a una mayor¨ªa del electorado, por lo que una pol¨ªtica excesivamente agresiva frente a la izquierda y a los sectores centristas del electorado podr¨ªa comprometer sus aspiraciones a llegar al El¨ªseo. Chirac, cuyo partido no lleg¨® a un 25% del electorado en la primera vuelta, podr¨ªa verse superado por un Giscard m¨¢s centrista, que no oculta su ambici¨®n de recuperar la presidencia.
La capacidad de reacci¨®n de la izquierda es otra inc¨®gnita. Quienes aseguran que los partidos ya no tienen sentido, que no cuentan las ideas, sino las personalidades, que es m¨¢s importante la fotogenia, el carisma, la capacidad de comunicaci¨®n de un candidato que un proyecto pol¨ªtico, apuestan por una r¨¢pida recuperaci¨®n del equilibrio izquierda-derecha. A Mitterrand le bastar¨ªa, seg¨²n ellos, con aguantar los dos a?os que le quedan al frente de la Rep¨²blica para que el electorado se arrepintiese del poder que ha concedido a la derecha.
Traves¨ªa del desierto
Otros, sin embargo, piensan que a la izquierda le espera una dura traves¨ªa del desierto proporcional al desencanto dejado en su electorado. En esta hip¨®tesis, ser¨ªa la extrema derecha la beneficiaria principal del desgaste de un Gobierno conservador que fuera incapaz de responder a las esperanzas de la sociedad.
Mitterrand, en la despedida a su ¨²ltimo Gobierno, dijo que no se dejar¨¢ "degollar" por la nueva mayor¨ªa. Tiene la experiencia y astucia, lo que nadie sabe es si tendr¨¢ suficiente fuerza para impedirlo.
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