Rigor asistencial
EL PASADO martes, el BOE publicaba, adem¨¢s de la convocatoria anticipada de las elecciones, el Decreto de Financiaci¨®n Selectiva de Medicamentos, que busca una mayor racionalizaci¨®n en el gasto farmac¨¦utico. Una decisi¨®n loable por dos motivos: objetivamente, porque dicho gasto -cerca del medio bill¨®n de, pesetas anuales- supone ya cerca del 20% del gasto sanitario total; de ah¨ª que todo intento de contener la sangr¨ªa presupuestaria no pueda ser criticado desde la raz¨®n sino desde la demagogia o los intereses particulares inconfesados. ?Qu¨¦ otros intereses que los econ¨®micos puede apoyar la caverna, que con una mano fustiga al d¨¦ficit p¨²blico y con la otra los intentos de dome?arlo?Pero la decisi¨®n de no eludir las responsabilidades, pese a que el momento de su publicaci¨®n -una decisi¨®n subjetiva- pudiera ser poco oportuna por la coincidencia del inicio de la precampa?a electoral, muestra tambi¨¦n un intento de rigor pol¨ªtico en el que el oportunismo parece alejarse de las intenciones de los responsables de Sanidad.
A grandes l¨ªneas, el decreto trata de moderar el gasto en aquellos medicamentos considerados menores dentro de los sufragados por la Seguridad Social y, adem¨¢s, introduce una revisi¨®n anual de la lista de productos en funci¨®n de criterios de competitividad: es decir, de eficacia y precio. Es evidente que cualquier recorte dr¨¢stico en las prestaciones sanitarias puede suponer un aumento del malestar general entre sus beneficiarios pero no lo es menos que la viabilidad para la supervivencia de una pol¨ªtica asistencial aceptable ha de basarse en el rigor y el control del gasto p¨²blico. As¨ª lo entienden desde hace tiempo los pa¨ªses m¨¢s desarrollados y as¨ª lo aconseja el sentido com¨²n.
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