Un programa razonable
Las elecciones se han adelantado oficialmente para hacer frente a los problemas econ¨®micos de Espa?a. Es evidente que el principal problema hoy es el paro, que a su vez es un reflejo de la mala situaci¨®n de las empresas.En mi opini¨®n, la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno est¨¢ contribuyendo activamente a la profundizaci¨®n de la depresi¨®n. Desde hace ya m¨¢s de cuatro a?os se ha centrado, exclusivamente, en el mantenimiento de altos tipos de inter¨¦s, al no haber podido controlar el gasto p¨²blico ni reformar el mercado de trabajo. Al principio se subieron los tipos de inter¨¦s para luchar contra la inflaci¨®n y enfriar la econom¨ªa. Despu¨¦s, el crecimiento del gasto p¨²blico y el autocastigo depresivo del Sistema Monetario Europeo (SME) han provocado una situaci¨®n en la que, cuanto mayor es la depresi¨®n, m¨¢s suben los tipos de inter¨¦s reales.
Es evidente que los altos tipos de inter¨¦s est¨¢n machacando el tejido productivo espa?ol, v¨ªa costes financieros y tipo de cambio sobrevalorado, y que no son el instrumento adecuado para luchar contra la subida de los costes laborales.
?ste podr¨ªa ser el gran debate de pol¨ªtica econ¨®mica: ?por qu¨¦ son tan altos los tipos de inter¨¦s?
Extraoficialmente, distintos responsable econ¨®micos dan explicaciones diferentes: los oficialistas insisten en que gracias a esos tipos se est¨¢ avanzando en la recuperaci¨®n de los equilibrios fundamentales, inflaci¨®n y sector exterior; un segundo grupo alega que son necesarios para atraer el ahorro externo con que financiar el gasto p¨²blico; una tercera opini¨®n es que, si bajan los tipos, la devaluaci¨®n ser¨ªa inevitable, y ello pondr¨ªa en marcha un proceso inflacionario explosivo, alimentado por sucesivas elevaciones de salarios y precios, que forzar¨ªa m¨¢s devaluaciones, que nos alejar¨ªan definitivamente de Europa.
Conclusi¨®n oficial: hay que seguir financiando el sector p¨²blico y controlando la inflaci¨®n; como, adem¨¢s, hay que mantener la peseta en el SME y el gasto p¨²blico sigue su marcha arrolladora, lo mejor, lo m¨¢s seguro, ser¨ªa no mover los tipos de inter¨¦s. Y no se mueven.
Pero la realidad s¨ª lo hace. Siguen creciendo el paro, los cierres de empresas, la ca¨ªda en la recaudaci¨®n de impuestos, la morosidad y el gasto p¨²blico. La reacci¨®n gubernamental, al llegar al 20% de paro, fue aprobar el Decreto-Ley 3/93 para luchar contra el desempleo. Pero que provocar¨¢ m¨¢s paro y m¨¢s depresi¨®n. A explicarlo y exponer cu¨¢l podr¨ªa ser una pol¨ªtica alternativa destinar¨¦ el resto del art¨ªculo.
Mi tesis es que en la crisis espa?ola se combinan tres series de factores diferentes, que obligan a hacer una pol¨ªtica econ¨®mica algo m¨¢s sofisticada que simplemente subir los tipos de inter¨¦s: por una parte, la depresi¨®n econ¨®mica europea, que se refleja en las mismas variables que en el resto de Europa -el d¨¦ficit del sector p¨²blico y el crecimiento del paro-; en segundo lugar, hay factores hist¨®ricos que tienden a acentuar la depresi¨®n cuando Europa deja de crecer -la baja ocupaci¨®n laboral, la debilidad secular de la industria, el tama?o del d¨¦ficit comercial y la rigidez del mercado de trabajo-, y en tercer lugar, ha ca¨ªdo un enorme peso muerto sobre el sistema productivo, la necesidad de financiar un sector p¨²blico que en pocos a?os ha pasado del 25% al 50% del producto interior bruto (PIB).
Errores del gobierno
El Gobierno del PSOE se ha enfrentado a esa crisis s¨®lo con los tipos de inter¨¦s, ignorando la importancia de los factores estructurales, mencionados anteriormente; no ha cre¨ªdo necesario potenciar la fortaleza econ¨®mica. de las empresas (que son quienes tienen que financiar el gasto p¨²blico); ha depositado demasiadas esperanzas en Bruselas y, Maastricht, y no ha gestionado bien el desarroll¨® del Estado de las autonom¨ªas ni su sector p¨²blico, que como una fiera desbocada se traga todo lo que se le pone por delante. El mejor ejemplo de lo que quiero decir es la evoluci¨®n del empleo de 1992; mientras en toda Espa?a se perd¨ªan 413.000 puestos de trabajo, e incluso las alegres autonom¨ªas disminu¨ªan su n¨®mina en 16.000 personas y los ayuntamientos en 22.000, las de la Administraci¨®n central y de la Seguridad Social -responsabilidad ¨²nica del Gobierno de la naci¨®n- aumentaban en 9.000 y 8.000 personas, respectivamente. Nuestro pa¨ªs no es lo suficientemente rico para aguantar un sector p¨²blico que consume el 16% del PIB, invierte el 5% del PIB, paga en intereses el 4,6% del PIB y gasta (mediante transferencias a terceros, empresas en p¨¦rdidas, pensionistas y desempleados) el 24% restante, hasta llegar a la mitad del PIB.
Por otra parte, a los titulares de Econom¨ªa se les han escapado muchas decisiones importantes: por ejemplo, la no promulgada ley de huelga, la inversi¨®n en el AVE, el presupuesto expansivo de los a?os 1991 y 1992, el crecimiento de las pensiones. Han mandado los responsables pol¨ªticos. La tragedia de los responsables econ¨®micos espa?oles -que aplican la medicina de tipos de intereses reales altos demasiado tiempo- es que su pol¨ªtica, lejos de compensar los excesos de los pol¨ªticos, contribuye a la destrucci¨®n del aparato productivo. Con un agravante: que siguen vendiendo como una pr¨¢ctica ortodoxa lo que es una irresponsabilidad pol¨ªtica.
El chapucero intento de hacer creer que, en una situaci¨®n como la espa?ola, la doctrina keynesiana aconseja m¨¢s inversi¨®n p¨²blica -ll¨¢mese plan de infraestructuras o Decreto-Ley 3/93- ignora que Keynes, desde su Treatise hasta despu¨¦s de la Teor¨ªa general, reclamaba bajos tipos de inter¨¦s reales para luchar contra la depresi¨®n. Y advert¨ªa que si los tipos reales se manten¨ªan altos demasiado tiempo ser¨ªa imposible luchar con sus efectos depresivos en el consumo y la inversi¨®n privada y en las expectativas empresariales.
El efecto de los. altos tipos de inter¨¦s reales en el consumo privado -afectado, adem¨¢s, por la disminuci¨®n de la riqueza que conlleva el descenso en el valor de los inmuebles- est¨¢ siendo demoledor. Y la inversi¨®n privada disminuye dram¨¢ticamente por la combinaci¨®n de estos tipos de inter¨¦s, tipo de cambio, costes salariales y rigidez del mercado de trabajo.
?Por d¨®nde se empieza a desenredar la madeja? ?Cu¨¢l deber¨ªa ser la primera decisi¨®n de un Gobierno responsable?
En mi opini¨®n, hay que empezar por reducir el gasto p¨²blico. De sus tres componentes (consumo, inversi¨®n y gastos de transferencia a familias y empresas), ser¨ªa m¨¢s l¨®gico disminuir primero el consumo, despu¨¦s las transferencias y por ¨²ltimo la inversi¨®n. Pero en una situaci¨®n de emergencia hay que reducir lo ¨²nico que se puede a corto plazo: la inversi¨®n p¨²blica. Pues, adem¨¢s, nos enfrentamos en 1993, posiblemente, a un d¨¦ficit p¨²blico hist¨®rico por la combinaci¨®n de un disparatado aumento del gasto aprobado en los presupuestos de 1993 (8%), por el aumento del gasto que implica el paro y la disminuci¨®n de los ingresos p¨²blicos que supone la recesi¨®n.
Aceptar ser m¨¢s pobre como pa¨ªs significa aceptar que no se puede tener todo lo que se necesita, incluido el cat¨¢logo de obras p¨²blicas del plan de infraestructuras.
Si nuestro sector productivo no genera fondos suficientes para financiar las inversiones, el Gobierno tiene que aplazarlas. Por supuesto que son inversiones necesarias para mejorar la productividad de nuestras empresas, pero ahora estamos hablando de supervivencia, y para sobrevivir es m¨¢s importante que desciendan los tipos de inter¨¦s y el tipo de cambio que seguir soportando las limitaciones de nuestra infraestructura.
El siguiente paso ser¨ªa reducir donde se pueda el consumo p¨²blico, lo que implicar¨ªa, por ejemplo, congelaci¨®n salarial para los funcionarios p¨²blicos y la aprobaci¨®n de planes de incentivos para el abandono de la funci¨®n p¨²blica (como se hizo con el Ej¨¦rcito). Para disminuir los gastos sociales ser¨ªa preciso concentrar la ayuda en los m¨¢s d¨¦biles, lo que implicar¨ªa subir las pensiones m¨¢s bajas y congelar la m¨¢s altas, por ejemplo; o, a partir de cierto nivel de renta, eliminar la educaci¨®n gratuita, decisi¨®n ya tomada por Italia.
Temores
Los efectos inicialmente depresivos de la disminuci¨®n del gasto p¨²blico, junto con la situaci¨®n del sector privado, permitir¨ªan ese descenso de los tipos de inter¨¦s el efecto en las empresas de ese descenso y del correspondiente ajuste en el tipo de cambio mejorar¨ªa las expectativas empresariales y animar¨ªa a los bancos renovar e invertir en nuevas l¨ªneas de cr¨¦dito. ?Cu¨¢nto vale la peseta a tipo de inter¨¦s normales? La respuesta del mercado es temida por todos, en particular por la autor?dad monetaria. Y es un temo comprensible, porque la peseta podr¨ªa caer fuertemente (lo que provocar¨ªa, de entrada, un retraimiento de la inversi¨®n extranjera -b¨¢sica para nuestro crecimiento- hasta convencerse de que el ajuste hab¨ªa terminado y fuera compensado por el efecto de confianza que inspirar¨ªa u Gobierno capaz de asumir su responsabilidades), y por lo efectos inflacionistas de una depreciaci¨®n, aunque una primer observaci¨®n es que, en la actual situaci¨®n, la devaluaci¨®n no se est¨¢ traduciendo en fuertes tensiones inflacionistas en pa¨ªses como el Reino Unido e Italia aunque todav¨ªa es pronto para estar seguros.
Asumir la devaluaci¨®n de aceptar una opci¨®n determinada de reparto de los costes de la crisis, que implica preferir un el pobrecimiento horizontal -pues afectar¨ªa a todos y no se concentrar¨ªa s¨®lo en los que pierden su empleo- y real (el nivel de vida disminuir¨ªa) del pa¨ªs; para f¨¢cil tarlo ser¨ªa preciso adoptar, cronol¨®gicamente, una tercera decisi¨®n: el Gobierno tendr¨ªa que afrontar los problemas de nuestro mercado de trabajo y d mercado de bienes en r¨¦gimen monopolio.
Un Gobierno que haya si capaz de autorregularse, enfrent¨¢ndose a las consecuencias el torales de estas medidas, estar legitimado para modificar el funcionamiento del mercado de trabajo, con el objetivo de crear empleo y de ligar los puestos de trabajo a la situaci¨®n de las empresas, autorizando ajustes r¨¢pidos y menos costosos si las empres entran en p¨¦rdidas, y para lle a cabo un proceso de privat¨ª ci¨®n y cierre de empresas no vi bles lo m¨¢s amplio posible.
Descenso de la inversi¨®ff consumo p¨²blicos y de los ga tos sociales, descenso de los pos de inter¨¦s y del tipo de ca bio, modificaciones de las rel ciones laborales y privatiz ciones. -
Ese programa, por ese o den, es el que parece m¨¢s raz nable para ayudarnos a san¨¦ nuestra econom¨ªa y crear e pleo. Con independencia de r plantear nuestra posici¨®n en SME.
La segunda parte ser¨ªa el tr to fiscal a la creaci¨®n de empl por las empresas y la incentiv ci¨®n a los proyectos industrial
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