En el espacio vacante

Si exceptuamos algunos trabajos suyos entrevistos en varias ediciones de Arco, es ¨¦sta la primera ocasi¨®n de contemplar en Madrid un conjunto realmente significativo de piezas del escultor Jos¨¦ Pedro Croft (Oporto, 1957), sin duda una de las figuras m¨¢s interesantes entre las surgidas en el panorama portugu¨¦s de los a?os ochenta. La trayectoria de Croft se inserta en la l¨ªnea de perturbaci¨®n del debate escult¨®rico posminimalista, ese ¨¢mbito de reflexi¨®n que trasciende el ensimismamiento anal¨ªtico, en favor de v¨ªas de meditaci¨®n m¨¢s ambiguas y exc¨¦ntricas en torno al cuerpo, los objetos o la experiencia del espacio espec¨ªfico.Las piezas que componen esta muestra, todas de la etapa m¨¢s reciente de su producci¨®n, tienden a centrarse en tomo a dos factores caracter¨ªsticos de la evoluci¨®n ¨²ltima del escultor portugu¨¦s. De un lado, la alusi¨®n recurrente a im¨¢genes de elementos contenedores, formas objetuales y constructivas que llevan impl¨ªcito de alg¨²n modo su car¨¢cter negativo, referencias vacantes que introducen el v¨¦rtigo de una ausencia en el v¨ªnculo que establecen nuestros cuerpos con el espacio.

De otro lado, la desviaci¨®n de la verticalidad o la situaci¨®n de equilibrio inestable que marca, de modo diverso, la situaci¨®n de muchos de estos trabajos, nos remite de nuevo a un inter¨¦s prioritario en el ¨²ltimo Croft, relativo al tema de la gravedad, en el que se abre, una vez m¨¢s, una frontera de perturbaci¨®n en nuestra ubicaci¨®n espacial. Esa inercia a desplazar siempre el sentido de su trabajo hacia umbrales de inestabilidad extrae su particular energ¨ªa en una v¨ªa muy interesante. Esencialmente antidram¨¢tica, basa lo esencial del m¨¦todo en una tendencia general a la depuraci¨®n de sus recursos para, posteriormente, introducir factores de ruptura de naturaleza igualmente elemental, desde los que se quiebra en forma m¨¢s radical la ilusi¨®n de pureza arrastrada a lo largo de todo el proceso.