El insistente retorno de una evidencia ignorada
HERMANN TERTSCH, A¨²n est¨¢ fresca la tinta de los comentarios que auguraban estos d¨ªas el principio del fin de la guerra en Bosnia-Herzegovina gracias a la s¨²bita conversi¨®n en abanderado de la paz del presidente serbio Slobodan Milosevic, cuando el llamado Parlamento de los serbios bosnios rechaza de nuevo el plan Vance-Owen, exige nuevas concesiones al mundo y anuncia un refer¨¦ndum entre su poblaci¨®n cuya convocatoria en las actuales circunstancias no es sino una broma macabra. Si algo sorprende a estas alturas son. las manifestaciones de sorpresa que hac¨ªan ayer pol¨ªticos occidentales ante esta nueva bofetada de los serbios bosnios a la comunidad internacional.
Los parlamentarios serbios votaron en Pale de acuerdo con su percepci¨®n de la actual situaci¨®n b¨¦lica, movidos por la convicci¨®n de que son los vencedores de la guerra y dispuestos a obligar a la poblaci¨®n de Serbia y Montenegro a compartir con ellos los peligros y precariedades de una guerra que ellos ya conocen desde hace m¨¢s de un a?o. Los serbios en Bosnia, como antes en Croacia, fueron inducidos al levantamiento por Belgrado, por Milosevic, con la promesa de una inquebrantable solidaridad entre serbios para conquistar un Estado com¨²n. Ayer demandaron con su voto esta solidaridad.
El objetivo ¨²ltimo de estos parlamentarios es el mismo que el de Belgrado: la creaci¨®n de una Gran Serbia en la que est¨¦n integrados todos los territorios habitados -o ambicionados- por serbios. Pero la selecci¨®n negativa que es esencial en un r¨¦gimen agresor conduce inexorablemente en momentos cr¨ªticos a que tomen la iniciativa los sectores m¨¢s radicales. Milosevic, el estadista m¨¢s h¨¢bil de los Balcanes, cree poder conseguir este fin por medio de su t¨¢ctica de probado ¨¦xito en Croacia: aceptar el plan internacional y demostrar al mundo sus deseos de paz y dejar que el Ej¨¦rcito serbio reconvertido en polic¨ªa local prosiga con la expulsi¨®n o asesinato de la poblaci¨®n no serbia en espera de que, dentro de unos a?os, lejos ya el peligro de una intervenci¨®n, estas regiones pidan solemnemente su anexi¨®n a la nueva Yugoslavia. Milosevic sabe que el plan Owen-Vance s¨®lo ser¨ªa aplicable con el uso de una fuerza de combate sobre el terreno que el mundo jam¨¢s desplegar¨¢ en Bosnia.
Sus protegidos en Bosnia, sin embargo, viven desde hace un a?o en guerra y no en la paz de Serbia, hasta ahora s¨®lo turbada por las molestias de un embargo que afecta a la poblaci¨®n desde hace poco y para nada a¨²n a la clase dirigente. Milosevic les ped¨ªa paciencia cuando les exhortaba en Pale a votar a favor del plan y a "no jugarse todo lo ganado como un jugador de p¨®quer borracho". Pero los serbios de Bosnia tienen prisa. No les convenci¨® ni el primer ministro griego, Constantino Mitsotakis, que, celoso en su alianza con Milosevic, les asegur¨® -nadie sabe con qu¨¦ autoridad- que un voto favorable acabar¨ªa con la presidencia legal bosnia y las sanciones.
La asamblea de Pale ha puesto as¨ª a la comunidad internacional ante una dram¨¢tica evidencia que ¨¦sta ha insistido en ignorar desde el comienzo de la guerra: las fuerzas serbias s¨®lo est¨¢n dispuestas a negociar pormenores de su victoria porque consideran ¨¦sta viable y cercana. Ahora el mundo habr¨¢ de demostrar a los serbios que sus ambiciones son imposibles si Europa no quiere sumirse, quiz¨¢ durante d¨¦cadas, en un marasmo de guerras territoriales y ¨¦tnicas.
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