Sobre Marcus Wolf
Es un extra?o y viejo mundo este de escribir historias de esp¨ªas. Nada se acaba. Hace 32 a?os, cuando trabajaba en mi primera novela en las horas libres de mi trabajo como funcionario p¨²blico, invent¨¦ a un esp¨ªa alem¨¢n oriental perfectamente abominable y le llam¨¦ Wolf, que era el nombre de quien me cortaba el c¨¦sped. Cuando envi¨¦ el libro a mis superiores para pedir su aprobaci¨®n, me recordaron que hab¨ªa un Wolf de verdad que era esp¨ªa de Alemania Oriental y que, dado que no lo autorizar¨ªa, prefer¨ªan que eligiera otro nombre.As¨ª pues, eleg¨ª Mundt y volv¨ª a usar Mundt otra vez en El esp¨ªa que vino del fr¨ªo. Se fue WoliF, podr¨ªas pensar. Vino Mundt. No fue as¨ª.
Durante meses, ahora a?os, he vivido con la afirmaci¨®n, repetida una y otra vez en la prensa y la televisi¨®n, de que Marcus Wolf, dentro de poco en Juicio en D¨¹sseldorf por traici¨®n, era el modelo que inspiraba mi personaje de Karla, un agente de la inteligencia sovi¨¦tica de costumbres asc¨¦ticas y torturada ideolog¨ªa, cuyo tal¨®n de Aquiles era una hija con problemas mentales secretamente internada en un sanatorio suizo.
Lo que puedan tener de parecido Wolf y Karla es un misterio para m¨ª. Ambos eran comunistas, imagino. Ambos serv¨ªan a reg¨ªmenes desagradables. Ambos eran agentes competentes. Pero eso d¨ªficil-mente les hace hermanos de sangre. Sin embargo, la prensa lo ver¨¢ as¨ª y Wolf parece contento de dejar que sea as¨ª. Y, ?por qu¨¦ no deber¨ªa estarlo? Ning¨²n da?o le puede hacer ser visto por sus acusadores como un h¨¦roe de ficci¨®n con glamour. La prensa brit¨¢nica ha dado gran actualidad a esta historia en las ¨²ltimas fechas, pero ni un solo peri¨®dico se ha preocupado de contrastarlo conmigo o con mis representantes.
Las cosas ocurrieron de igual modo cuando el pobre Maurice Oldfield fue declarado confiadamente y sin pruebas como el modelo de George Smiley. No import¨® que no conociera a Oldfield hasta 1962, fecha en la que ya hab¨ªa escrito las dos primeras novelas de Smiley. No import¨® que repitiera sin cesar esto a todo el que me quisiera escuchar. Era gordo, usaba gafas, era un funcionario inteligente. Ergo era Smiley.
Ann Smiley -pronto se har¨¢ la revelaci¨®n- estaba inspirada en Madonna. Y Madonna estaba inspirada en la t¨ªa de Himmler.
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