Ovaciones para la pel¨ªcula espa?ola 'La ardilla roja'
La pel¨ªcula espa?ola La ardilla roja, escrita y dirigida por el cineasta vasco Julio Medem, fue la ¨²ltima en proyectarse de las tres espa?olas seleccionadas para las secciones no competitivas del festival. El p¨²blico de la Quincena de los Realizadores se mostr¨® poroso, c¨®modo y muy receptivo ante el filme, al que ovacion¨® un¨¢nimemente en las tres sesiones dedicadas a ¨¦l. Mientras tanto, en el concurso sigue el tono bajo y por ¨¦l desfilaron cuatro pel¨ªculas convencionales y un heterodoxo filme experimental franc¨¦s, que sirvi¨® de contrapunto y de coartada a las rutinas.
El balance de las tres pel¨ªculas espa?olas presentes en Cannes-93 es positivo. Las tres fueron bien acogidas, lo que contrasta con la frialdad que se observa en las proyecciones de la secci¨®n oficial, que sigue sin sobrepasar un nivel medio tirando a bajo.La brit¨¢nica Mucho ruido y pocas nueces es una recreaci¨®n superficial y formalmente muy elemental de la comedia de Shakespeare, en la que Kenneth Branagh demuestra lo ya demostrado: que es un buen actor, que pisa seguro y se mueve con soltura en la palabra de Shakespeare, pero que es un director cinematogr¨¢fico deficiente, con pocos recursos y carente de estilo. Su mujer, la famosa Emma Thompson, le da con tanto o m¨¢s oficio una r¨¦plica brillante, pero tan sabida que parece resabida, dicha de memoria: pura t¨¦cnica y nula inspiraci¨®n. La pel¨ªcula se ve y nada m¨¢s verla se olvida.
Algo parecido ocurre con El rey de la colina, tercera pel¨ªcula del estadounidense Steven Soderberg, que gan¨® aqu¨ª la Palma de Oro hace tres a?os con Sexo, mentiras y cintas de video. Est¨¢ bien contada, pero es tan f¨¢cil de contar que parece una pera en dulce. Actitud demasiado c¨®moda, que deja a Soderberg donde est¨¢: empantanado en el limbo de los que prometen y no dan.
Quien s¨ª se arriesg¨® fue el australiano Stephen Elliot, que en Frauds se pega un trastazo monumental. La pel¨ªcula -que parte de una ingeniosa y complicada intriga- se viene abajo como un castillo de naipes a mitad de metraje y la trampa con que el director intenta sostenerla -una estruendosa e Insoportable m¨²sica destinada a encubrir la falta de ritmo que desintegra a las im¨¢genes- se vuelve contra ¨¦l, pues expulsa al espectador de la pantalla y le hace huir, con los o¨ªdos taponados, de la sala.
Mejores maneras tiene otra pel¨ªcula australiana: Broken Highway, dirigida por Laurie McInnes, pero la sobrecargada atm¨®sfera de intriga intelectual que envuelve a la historia que cuenta difumina a los personajes, cuyas motivaciones resultan confusas y no se sabe nunca bien qu¨¦ hacen o qu¨¦ buscan en el sombr¨ªo vertedero del mundo al que han ido a parar.
Tambi¨¦n se arriesga la pel¨ªcula experimental del franc¨¦s Alain Cavalier Libera Me. Obras de esta radicalidad formal -no tiene argumento, di¨¢logos, m¨²sica, movimientos de c¨¢mara., ni planos generales: s¨®lo primeros planos mudos, planos de detalle y tomas de objetos- deben generar entusiasmo, rechazo o ambas cosas simult¨¢neamente, pero nunca quedarse en la media tinta, en ese "no est¨¢ mal" en que Finalmente se queda Libera Me.
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